Ya sea yéndose a los 111 puntos o quedándose en solo 20 en una mitad, este Iberostar Tenerife sigue ganando. Demostrando que se puede adaptar a cualquier hábitat, el conjunto lagunero sumó ayer su séptimo triunfo en los últimos ocho encuentros, esta vez a costa de un Burgos al que sacó de la pista en los dos primeros cuartos (34-50 con un 15/20 en tiros de dos y 13 asistencias) y con el que supo ponerse el traje de faena tras el descanso para aplicarse atrás 8con una gran defensa sobre los tiradores burgaleses, en especial McFadden y Benite) y no desesperarse cuando no le entraron los tiros. Así, en un ida y vuelta de despropósitos, poco importó que entre el tercer y último periodos los isleños anotaran únicamente 20 puntos (eso sí, los mismos que su rival) con unos números ofensivos irrisorios: 7/13 en tiros de dos, 2/17 en triples, solo cuatro asistencias y un total de 12 créditos de valoración. Pero gracias a la aplicación canarista atrás, los locales lograron ponerse, a lo sumo, a 14 (51-65), con un reloj que corrió siempre en favor del cuadro tinerfeño, que además le gana por partida doble (2-0 en sus enfrentamientos y basketaverage) a un teórico rival directo por el playoff.

Supo lidiar el Iberostar con el intercambio de canastas del inicio (cinco puntos de White y otros tantos de Clark), si bien los aurinegros pecaron de ser de muy blandos cerca de canasta, en especial Bogris. Ya con las primeras rotaciones los de Vidorreta asomaron la cabeza, gracias a un triple contra tabla de López, pero sobre todo por la eficiencia interior de Shermadini, haciéndose grande en el rebote defensivo y mostrándose imparable en su gancho de derecha (3/3). Un triple de Gielo confirmó la recuperación canarista (21-25, 10').

Pese a no estar acertado ofensivamente en el arranque del segundo acto, un mate en rebote ofensivo de Lundberg (24-27) fue el chispazo que necesitó el Canarias para sacar a relucir su mejor versión. Atrás, siendo sólido en el uno contra uno (varios robos de Huertas) y cerrando su rebote; y en el otro aro, recurriendo a la dirección de Marce, que lideró un parcial de 2-10 (26-35) conectando con sus compañeros o finalizando él mismo.

Después de costarle dar con el ritmo adecuado y correr solo cuando podía, el Iberostar había llevado el partido a su terreno, moviendo con paciencia y maestría para dar con situaciones liberadas (13 asistencias al descanso), y con Díez (dos triples) como mejor ejecutor. Un 2+1 de López a aro pasado, una canasta de Shermadini recibiendo de saque de fondo y un tapón de White en la enésima buena defensa permitió a los isleños que su renta al intermedio fuera de 16 (34-50).

A la vuelta de vestuarios, un par de buenas acciones de Lima y el correcalles en el que se metió por un momento el choque (40-54) hicieron temer por el trabajo previo isleño, más aún cuando al Iberostar se le empezó a atrofiar su puntería en el tiro exterior (1/10 en este periodo). Un desacierto del que también fue partícipe el Burgos, no solo negado desde el perímetro (0/4 en triples en esos 10 minutos), sino también desde el 4,60, donde Rivero no logró rentabilizar el daño que generaba debajo del aro (2/6). Una canasta tras rebote ofensivo de Shermadini, un alley oop de Huertas para White y un triple de López fueron más que suficientes para que la situación, dentro de la sequía, apenas variara (46-61).

Una picardía de Bassas y un triple desde la esquina de McFadden generaron un hilo de esperanza en los locales (51-65) con más de ocho minutos por delante. Pero ahí el Iberostar embarró aún más el choque para, siendo generoso en el trabajo colectivo, y sólido en el uno contra uno (en especial debajo del aro), provocar que los de Peñarroya no solo abortaran su reacción sino que fueran incapaces de anotar una sola canasta más hasta la última acción del partido. Demostración palpable de que, bien con una hemorragia ofensiva, o igualmente dejándose la piel atrás, este Canarias sabe interpretar qué papel interpretar para salir airoso de prácticamente casi todos sus envites.