El Tenerife rememoró sobre el césped viejas costumbres coperas -veremos a dónde llega esta aventura que ya tiene tres episodios escritos-, y liquidó al Real Valladolid por derecho, con una merecida remontada que se gestó en su reacción brillante de la segunda mitad. A partes iguales, el valor de este triunfo compite en relieve con las esperanzadoras sensaciones futbolísticas que dejó el equipo, en el que tuvieron destacado protagonismo algunos canteranos que van marcando seriamente su territorio. En especial, Elliot.

Queda como imagen de una noche feliz e ilusionante, la rebelión colectiva que tuvo el equipo después de encajar el 0-1. Se había adelantado el conjunto pucelano, en el 51', en una jugada aislada producto de su calidad individual. Un alarde de precisión de Óscar Plano, que filtró un pase vertical hilando muy fino, dejó solo a Sandro. El delantero grancanario salió favorecido de un rebote tras el rechace de Ortolá a su primer disparo y el balón acabó en la red. Esa ventaja del 'grande' parecía empezar a establecer sobre el campo las distancias que no habían existido hasta entonces.

Nada más lejos de la realidad, el Tenerife empezó a apretar en todas las líneas, a ganar disputas, a correr por los costados y a generar situaciones cerca del área rival. El Heliodoro se fue animando con las claras ocasiones de su equipo ante Masip (que había sustituido a Caro), y terminó de creer cuando, en el 66', llegó el premio del empate. Antes de ese momento, en el que Joselu bautizó su estreno con un gran gol de cabeza a centro magnífico de Elliot, ya Masip había hecho el paradón de la noche a remate de cabeza de Alberto tras un córner que lanzó Luis Milla. O sea, que se veía venir.

Baraja, ajeno al momento caliente del equipo, siguió 'tratando' el partido sin la pasión del trance, repartiendo minutos con el rigor que marca una semana tan especial: quitó del campo a Milla, metió a Aitor y liberó más avanzado a Javi Alonso. El equipo se mantuvo intenso, dominando la situación, siempre por encima de un rival diluido, como ausente, incapaz de devolver el partido a su origen. El siguiente cambio trajo la aparición de Dani Gómez en lugar de Joselu. El madrileño reactivó más la punta de ataque. Pudo marcar en un disparo junto al poste (75'), como Elliot ante Masip (77'), en otra ocasión de esa en cascada de llegadas, reflejo del mando blanquiazul. La dinámica del partido anunciaba que el pulso estaba a punto de decantarse. Dani Gómez ganó una acción en el área y fue derribado. Él mismo batió a Masip desde el punto de penalti y selló una gran victoria, alejada en todos sus síntomas de las sensaciones de la pesadilla liguera.

La noche copera deja un gran regusto e invita a animarse en esta trayectoria de entre semana, porque incluso antes de la remontada, hubo sobre el campo una notable versión de los locales, frente a un buen Valladolid. Los dos equipos brindaron una primera parte entretenida, pero también igualada, con dinamismo, intercambio de ocasiones y tramos de domino del juego, y del ritmo que cada uno propuso. La fulgurante salida que lideró con sus carreras Hervías, generó la presencia de Sandro en el centro de la escena, suyos fueron los primeros disparos. El Valladolid llegó a dar la sensación de claro dominador de la situación, porque la frescura con la que apretó al Tenerife en el inicio del juego le dio la posibilidad de ocupar claramente el campo de ataque. Pero bastó una salida de los blanquiazules por la derecha para 'meter' al Tenerife en el ida y vuelta. Luis Pérez puso un centro muy bueno, raso, al corazón del área, y Elliot remató de primeras, pero el balón se fue junto al poste. Era el minuto 12, y desde entonces, no hubo dominador claro de la situación. Como muestra de la alternancia, Ortolá frustró, solo cuatro minutos después, la más clara ocasión del primer acto, tapando un remate a bocajarro de Nacho, solo en el área, tras el centro de Sandro. El Tenerife dio un paso adelante, encontró buena salida de balón con Javi Alonso, que jugó de pivote, y rellenó el campo por dentro con Milla y Undabarrena, escalonados por delante. El equipo, fresco y desinhibido de las angustias ligueras, tuvo dinamismo y profundidad y fue el que más cerca estuvo del gol antes del intermedio. Lo rozaron Shaq de cabeza (23') y Joselu (32') cuando Caro se lió con el balón en los pies. Los destellos pucelanos se redujeron a la hábil aportación de Toni Villa cuando bajaba a ayudar a sacar la pelota, y al peso en el juego de Óscar Plano (un delantero que cada vez juega más atrás).

Camino del descanso, a pesar del empate a cero, el partido ya merecía mucho la pena. Faltaba por llegar lo mejor, lo que se desencadenó tras el gol de Sandro, cuando el Heliodoro se reencontró con las viejas sensaciones. Las del Tenerife copero. Continuará.