Veinte minutos en aurinegro para quitarse el sombrero. Después de un pobre primera parte en la que encajó 58 puntos siendo enormemente displicente en defensa, con la ausencia por enfermedad de Salin, y con varios de sus referentes en medio del fango (Huertas y Shermadini estuvieron muy bien defendidos), el Iberostar Tenerife resurgió tras el descanso para remontarle a lo grande al Casademont Zaragoza (41-66 de parcial) y lograr una victoria de campanillas en la cancha del tercer clasificado con la que los de Vidorreta no solo confirman su buen momento (cinco triunfos en los últimos seis partidos) sino que además permite a los laguneros acabar a lo grande la primera vuelta con una cuarta plaza con premio extra, el de ser cabeza de serie en la Copa del Rey. La soberbia dirección de Huertas (22 puntos y 17 asistencias) y el acierto desde el 6,75 (7/9 en un tramo de la segunda mitad) resultaron decisivos para los aurinegros, que supieron mantener la entereza suficiente cuando peor lo pasaban.

No pudo ser peor el arranque canarista, incapaz de frenar los dos primeros ataques de su rival (5-0) e incómodo delante, donde solo sumó desde el 4,60. A ello se añadió la impronta de un motivado Brussino, infalible en el tiro exterior (dos triples) y con mordiente en línea de pase (robo y mate) para ocho puntos que dispararon a los locales, tras poco más de dos minutos, a un escandaloso 13-2.

A Vidorreta no le quedó otra que pararlo con un tiempo muerto y recolocando fichas dando entrada a Lundberg, Gielo y Yusta. Punto de inflexión que de entrada le sirvió para detener la sangría primero (19-6), y para entrar en calor poco a poco gracias al acierto en el perímetro de la segunda unidad aurinegra (24-17), a un buen par de defensas con sus correspondientes contras (24-21), la visión (cinco asistencias) y un triple de Huertas (26-24), y la verticalidad de Yusta (2+1) para que el Iberostar se colocara en franquicia por primera vez (26-27, 11').

Pero cuando parecía haber devuelto el duelo a la estabilidad (pese al elevado número de posesiones), el Canarias no pudo contener una racha mágica de Dylan Ennis, que enchufó todo lo que llegó a las manos (cuatro triples, dos de ellos desde nueve metros) aunque ante cierta apatía de sus pares, a lo que añadió cuatro asistencias y una gran insistencia en el rebote. Los isleños parecieron aguantar el envite del combo (32-31), pero con Shermadini lejos de sus mejores noches, Huertas muy incómodo ante una agresiva defensa local (acabó desquiciado y siendo objeto de técnica) y la eficacia desde el 6,75 de un cuadro maño en cifras superlativas (10/14), el Zaragoza volvió a poner tierra de por medio (45-33).

Todo el trabajo de recuperación por parte de los laguneros se había ido al traste, e incluso amenazaba con un efecto rebote aún más pernicioso toda vez que los locales comenzaron a hacer daño en otro de sus puntos fuertes, el rebote ofensivo (siete al descanso) del que sacaron los de Fisac siete puntos en los dos primeros cuartos para poner su renta en un +15 (56-41, 19'). En 20 minutos el Canarias había encajado 58 puntos (58-45), en las antípodas de su estado de confort, y con la sensación de no saber dar con la tecla para meterle un giro de 180 grados a una dinámica que le llevaba directo al matadero.

Pareció volver de vestuarios el Iberostar con más consistencia, en especial atrás (58-49), donde empezó a atar en corto a su adversario. Sin embargo, todo el buen trabajo atrás (uno contra uno y cerrando su rebote) se iba por el sumidero con un rosario de errores ofensivos (62-49). Los de Vidorreta dejaban pasar la ocasión de meterse en el choque, pero no se desesperaron y creyeron en sus posibilidades.

Y ahí, el que más fe tuvo fue Santi Yusta, al menos el más valiente con un 2+1 primero y un triple después para acercar a los suyos (66-60), que con la ayuda de un soberbio Huertas (sabiendo resguardarse de sus tres faltas) en las líneas de pase para ayudar, robar y correr. Casi sin darse cuenta el cuadro lagunero había equilibrado el marcador (68-68). Lejos de volver a desinflarse como en el segundo cuarto, el conjunto tinerfeño, reforzado moralmente, dio continuidad a su arreón, esta vez sacando punta un momento de gracia desde el arco, con tres triples de Gielo y uno de Dani Díez. Manteniendo su fortaleza (en el cuerpo a cuerpo) en el otro lado de la cancha y con Huertas de maestro de ceremonias, los laguneros habían fabricado un parcial de 8-35 con el que noquearon a su oponente (70-84, 33').

Con siete minutos por delante, y ya a favor de obra, el Canarias supo meterse en un intercambio de canastas, a la vez que salía a las mil maravillas de la presión a toda pista y mantenía su acierto desde el arco (triples de Yusta y Díez) para acabar sumando una plácida victoria en una remontada de sombrero.