Un Mensajero-Tenerife no se juega todos los días, y menos dentro de una competición oficial. No ocurría desde 1987, cuando rojinegros y blanquiazules coincidieron en una eliminatoria de la Copa del Rey, al igual que ayer, pero disputada a ida y vuelta. Como hace 32 años, el desenlace fue favorable al club de superior categoría. Por esa razón, en Santa Cruz de La Palma se percibía ambiente de fútbol: comentarios en las calles, planes para llegar a punto al estadio Rosendo Hernández, carteles en los comercios de una navideña capital...

Y llegó la hora. A las 20:30, en una noche fresca pero sin amenaza de lluvia, poco más de mil espectadores se repartieron por las gradas del recinto deportivo. Predominio de colores locales, pero igualmente presencia del blanco y el azul; por ejemplo, en el sector ocupado por la fiel Armada Sur.

Mensajeristas, tinerfeñistas y en muchos casos las dos pasiones compartidas; interés por ver al representativo provincial en la Ciudad Deportiva de Miraflores. La muestra, la petición de fotos a los futbolistas con mayor gancho entre la afición, respondida con gestos como el de Milla, acercándose a la grada después de calentar.

Y en el palco, sin la asistencia de Miguel Concepción, el Tenerife estuvo representado por los consejeros Conrado González y Juan Manuel Quintero, y también por Toño Hernández, que ayer vio crecer el selecto club de tricentenarios del equipo blanquiazul. Entró Suso, luciendo un brazalete especial por tal motivo. Junto a ellos, en la zona VIP, autoridades locales, dirigentes anfitriones y el director general de Deportes del Gobierno canario, Manolo López.

Antes, durante y después, deportividad en el campo y hermandad en las gradas entre tinerfeñistas y mensajeristas. Que no tengan que pasar otros 32 años.