El Real Madrid cumplió pero no brilló ante el Brujas en un partido sin trascendencia para los blancos. Zidane dio oportunidad a los suplentes y en el que Rodrygo, Vinicius y Modric pusieron los goles (1-3).

Tras una primera parte sin dueño, en la que el Brujas puso el hambre de victoria que le faltó a los suplentes del Real Madrid, los blancos se adelantaron en la segunda mitad por mediación de Rodrygo, pero encajaron el empate casi de inmediato, se adelantaron de nuevo con un gol de Vinicius que supuso su primera diana en Liga de Campeones y certificaron la victoria con un tanto de Luka Modric.

En una noche fría y húmeda en Brujas, los blancos no entraron de lleno en un partido con una defensa sin automatismos formada por Mendy, Militao, Varane y Odriozola que temblaba cuando los belgas encontraban espacios.

Con la victoria encarrilada en un partido que no pasará a la historia pero que aportará 2,7 millones de euros a las arcas del Real Madrid, Zidane movió el banquillo y jugaron unos minutos Benzema, Brahim y Valverde.

El Atlético de Madrid doblegó a las dudas, superó al Lokomotiv de Moscú, cumplió con un triunfo sin sobresaltos y avanzó a los octavos de final de la Liga de Campeones, al ritmo del fútbol de Joao Félix, el promotor de una victoria crucial, abierta por él de penalti y cerrada por Felipe con el 2-0.

Un Atlético práctico, aún peleado por momentos con el gol, y un futbolista distinto, todavía en crecimiento, con mucho recorrido aún, pero del que surge la diferencia. Cuando el balón pasa por él, el equipo rojiblanco juega mejor. Es una combinación indudable, que necesita con más constancia, mientras aguarda retos de más altura. Porque al bloque de Simeone aún le falta vuelo.

Ayer, el 'fantasma' del Qarabag, la inquietud, cualquier pensamiento pesimista, duró 17 minutos sobre el terreno de juego, en el banquillo local y en la grada del Wanda Metropolitano, aliviados todos a la vez cuando Joao Félix transformó el penalti que abrió una victoria irrebatible desde entonces. Su lanzamiento raso, potente, pegado al palo, a la derecha del portero, con poca carrera y un golpeo seco con el interior del pie derecho, no sólo fue inalcanzable para Kochenkov, sino que lo hubiera sido para un porcentaje altísimo de guardametas, sino todos. Nada que ver con la pena máxima ejecutada antes por Trippier.

Porque el Atlético necesitó dos penaltis para marcar el 1-0. El primero, señalado a los 44 segundos sobre Joao Félix y lanzado al borde del minuto 2 de forma errónea por el lateral inglés, lo falló. El segundo, por una mano absurda, imprudente e innecesaria de Rift Zhemadletdinov, pitado gracias al VAR, lo anotó el '7' portugués.

Su cuarto gol con el Atlético. No marcaba desde el pasado 1 de octubre, precisamente contra ese rival, que, como ya le ocurrió en Moscú, sufrió más que ningún adversario hasta ahora todo lo que tiene Joao Félix. Indetectable para el bloque ruso entre líneas, fue el promotor de la ofensiva total de su equipo desde el principio.

El Atlético no sentenció antes por una falta de contundencia en ataque que acostumbra en los duelos recientes. Su falta de precisión ofreció al portero contrario unas cuantas paradas que no habría ni contemplado con algún tiro más ajustado. A Thomas, a Lodi y a Joao Félix, que dispuso del 2-0, pero lo remató fuera.

Sólo era un 1-0. En Leverkusen, al descanso 0-0. En el minuto 54, la clasificación era ya segura con el 2-0 de Felipe, que remató de volea, con la derecha, un servicio de Koke. Un gol previsible para acomodar ya, sin distracción ni apuros, el viaje hacia los octavos de final de la Liga de Campeones.