El cambio de entrenador en el Tenerife, con el estreno ayer de Rubén Baraja, no generó un efecto inmediato en forma de resultado positivo. En un duelo directo por escapar de la amenaza del descenso, el equipo tinerfeño no solo perdió, sino que se vio superado en la clasificación por su rival, el Málaga, para caer en la zona roja.

En cuanto al juego, ya había avisado Baraja que no iba a aplicar magia para darle un cambio radical al Tenerife, y mucho menos después de cuatro días para preparar el partido. Algún brote verde, fases de dudas y, ante todo, mucho trabajo por delante. Visto lo de ayer, es normal plantearse la duda de si el Tenerife competía mejor antes, al menos fuera de casa. Tiempo y constancia. No queda otra. Baraja, el último en llegar y el menos responsable, no logró darle un vuelco en su debut a la tendencia del equipo blanquiazul. Ni la suerte le acompañó. Cuando su equipo ganaba en confianza en su intento de neutralizar el 1-0, Ais Reig sorprendió al revisar en la pantalla una jugada en el área visitante que acabó en penalti por un roce de la mano de Javi Alonso con el balón. Sadiku sentenció.

Antes de todo eso, el primer aliciente de la noche estaba en descubrir la primera alineación de Baraja. Finalmente se decantó, más o menos, por la esperada, sin grandes sorpresas. Quizás, la presencia en el once del canterano Javi Alonso. Titular en el debut de Sesé Rivero y también ayer. Palabras mayores, más allá del argumento de bajas como la de Luis Milla. Como en El Molinón formó con Aitor Sanz un doble pivote del que salió Alberto, cuya doble función le aportó al técnico una solución en una defensa en la que faltó el sancionado Álex Muñoz. Ahí cerraron el majorero y Carlos Ruiz flanqueados por Luis Pérez, que es fijo, y -después de dos partidos- por un especialista en el lateral izquierdo, Robert Mazan. En cuanto al frente ofensivo, todo indicaba que Suso y Lasso iban a mantenerse en el equipo. Y así fue. Luego, quedaba la duda de la demarcación de interior zurdo -el entrenador optó por Malbasic- y la del único delantero -repitió Dani-. Todo, en un 1-4-2-3-1 con el que el Tenerife se esforzó por evolucionar con orden, con las líneas juntas y ni centrado solo en defender ni arriesgando en ataque. La recita, tal como avisó en su presentación Rubén Baraja, fue el equilibrio.

Contador a cero en la nueva etapa y arranque eléctrico de los tinerfeños. Pilas puestas y declaración de intenciones. Nada de esperar. Los primeros minutos fueron visitantes. Salieron mandones los de Rubén Baraja, decididos y dinámicos en ataque. Dos saques de esquina fueron su carta de presentación. Eso sí, sin remate.

Pero el Málaga tenía que dar un paso adelante tarde o temprano y, casualidad o no, lo hizo por el lado izquierdo defensivo del Tenerife, donde a Mazan se le acumuló el trabajo. Una y otra vez por su banda. Y la particularidad de acabar con disparo cada acción ofensiva. Golpes que no cambiaban el marcador, pero sí marcaban un camino. Primero tiró fuera Pacheco (9'), después ensayó alto Bare, más tarde lo intentó Adrián (14') para que interviniera Ortolá, se animó Cifu (15') e insistieron Pacheco (20') y Adrian (22'). Sin verlo venir, el Tenerife había perdido el control inicial, probablemente por facilidad con la que Bare iniciaba jugadas en el centro, con demasiado espacio, aprovechando un desajuste en la presión del rival. Una gran ventaja para el Málaga en la fase de creación. La persistencia -sobre todo por la banda de Mazan- le dio premio al conjunto local. Lo encontró en una acción a balón parado, un saque de esquina. El balón quedó suelto en el área pequeña y ahí estuvo más atento Sadiku, que no perdonó.

Quedaban 20 minutos para el descanso y al Tenerife le costó dar síntomas de reacción. Siguiendo pautas frecuentes en un partido, el equipo ganador se dio un respiro, sin despreciar la ocasión de dar un latigazo, y el perdedor se vio obligado a tomar la iniciativa, pero sin una verdadera sensación de estar creando peligro. Munir evitó un mano a mano con Dani Gómez (34') y Malbasic se fabricó un lanzamiento que se marchó alto (43').

En la segunda parte, el Tenerife retomó el partido dispuesto a ser más incisivo en la presión y sometió por momentos al Málaga. La posesión era suya, aunque le seguía faltando una mayor decisión en el remate. Los minutos fueron pasando con ese guion hasta que llegó el sorprendente penalti, vía VAR, de Javi Alonso.

Con 2-0 y 15 minutos de juego, la carrera ya parecía perdida. El Tenerife lo intentó, le puso voluntad, se volcó en ataque... Pero sin pegada, sin el golpe a favor que dan las dinámicas ganadoras. Derrota, más dudas y, lo dicho, mucho trabajo por delante para alcanzar un objetivo claro: la permanencia.