Una de las principales razones por las que Marcelinho Huertas viste este curso de aurinegro es la presencia de Txus Vidorreta en el banquillo. Habitual es ver a ambos hablando y coordinándose durante los partidos como si de una sola figura se tratara. Aún así, el brasileño tiene libertad absoluta de movimientos dentro de la pista. Licencia para ejercer de técnico. "Trato de hacer mi papel, pero es algo que me sale natural por mi estilo de ser y por cómo he evolucionado como jugador. Intento transmitir lo que quiere Txus e incluso, cuando él no puede pedir tiempo muerto, trato de reunir a los demás compañeros", explica Marce.

Una forma de obrar en la que cuenta, y mucho, "la experiencia que los años" le "han dado". "Sé que a veces hay que afrontar ciertas tomas de decisiones y además esas cosas nos suelen tocar a los bases", explica el director de juego brasileño, que lejos de anclarse en esa veteranía (36 años y casi 500 encuentros en ACB), se pone como propósito casi obligatorio, "el mejorar en todo... siempre". "La gente dice que después de viejo no se pueden cambiar los malos hábitos, y quizá para muchas cosas puede ser cierto, pero para otras debes tener la mentalidad de seguir mejorando y adaptándote", afirma convencido el director de juego canarista.

Con la perspectiva que le da su recorrido en el basket profesional, Marce tiene claro que "el juego evoluciona". "Por eso", explica, "si tú te paras y crees que ya lo sabes todo, o que eres bueno en una cosa y la dejas de practicar, automáticamente vendrán otros por detrás y te arrollarán". Huertas aboga por "intentar seguir mejorando en todos los aspectos, como el tiro, la defensa, la comunicación...". Lo hace, dice, "a diario", y al menos sus números así lo atestiguan. Sus 13,1 puntos y 14,3 de valoración que firma hasta la fecha como canarista se asemejan mucho a los 14,5 y 14,6, respectivamente, con los que acabó aquel brillante año en Bilbao.