Cada semana que pasa, cada partido antes y durante esta larga racha de malos resultados, queda más al descubierto que el problema de este Tenerife, lo que de verdad lo separa de ganar, es el nivel de algunos de sus jugadores, que se manifiesta en momentos puntuales, con respuestas erráticas que arruinan el juego, cuando lo hay, y el esfuerzo, que siempre ha estado ahí, de este equipo, que no es tan malo.

La responsabilidad del sentenciado López Garai, si acaso, ha estado implícita en su propuesta, que desnuda al jugador frente a situaciones de máxima responsabilidad. Ayer, ni eso, porque el gol encajado fue a balón parado, con todo el bloque defensivo en su área. Una picardía del Cádiz, en una falta frontal, metiendo dos jugadores a prolongar la pelota bloqueando a Miérez, llevó el balón al segundo palo y allí falló la respuesta que se exige a este nivel. Shaq Moore no atacó la pelota, Marcos Mauro le ganó la acción con un remate esforzado y empató. Todo nació en una falta innecesaria que regaló, otra vez, Mazan. Ese agujero cuesta dos puntos. No es este el espacio para volver a recordar la cantidad de boquetes similares por los que se le ha terminado el trabajo a este entrenador.

El empate llegó en el 34', después de una buena primera media hora del Tenerife, que de salida le dio un toque diferente a su propuesta ofensiva, porque, incluyendo en su juego la referencia de Miérez, logró desajustar a la defensa cadista. Fue el propio Miérez quien recogió un balón suelto en tres cuartos y habilitó a Suso, que entró al espacio por el sector izquierdo y fusiló por alto a Cifuentes. El 1-0, en el minuto 12, presentaba una situación a pedir de boca, porque obligaba al Cádiz a tomar el control del juego y a buscar el empate de la manera en que más incómodo está el equipo de Cervera. Entre un gol y otro, el Tenerife trató de aprovechar las ocasiones en las que sus enganches recibieron con algo de espacio, pero su final de jugada fue pobre. Enfrente, el Cádiz movió lento, pero logró acelerar con las conducciones de Salvi, que en cualquier tipo de partido tiene la virtud de acercar a su equipo al área rival. Una de sus galopadas acabó con un pase raso al área que Lozano remató al travesaño (27').

En el regreso al juego, tras el intermedio, dio la sensación de que el Cádiz se sintió con opciones de manejar el ritmo del partido; de hecho, dio un paso adelante y ocupó más tiempo el campo de ataque, bien ajustado para evitar la conexión con Borja Lasso por dentro y para contrarrestar las carreras de Nahuel, que fue creciendo en el partido según los demás decaían. Cervera quitó del campo a Alejo y metió a Jurado (60') buscando más fútbol por fuera. Al Tenerife le costaba más tener cierta profundidad, aunque llevó la pelota al área apoyándose en la enorme pelea que sostuvo Miérez con los centrales. Fali, en particular, dio un curso de oficio ante el argentino, que fue de los mejores, aunque solo de espaldas a su fuente de riqueza, el remate.

El partido se equilibró entre los arranques de Salvi y las galopadas de Nahuel. En algunas fases se hizo largo (de espacio) para los dos equipos, pero ni Tenerife ni Cádiz consiguieron que pasaran cosas. Entonces, López Garai apostó por un cambio que modificaba su dibujo, tratando de agitar la situación: quitó a Borja Lasso y puso en escena un segundo ariete, Dani Gómez. El equipo tuvo ya la intención clara de conectar más directo aprovechando la pelea física de los dos delanteros, y consiguió volver a meter al público en el partido mientras el rival volvía a parecer conformarse.

Las lesiones de Marcos Mauro, primero, y de Jurado, después, obligaron a improvisar a Cervera mientras el Tenerife, también con síntomas de agotamiento en jugadores menos habituales (Undabarrena dejó su lugar a Javi Alonso), echó mano de Malbasic (los tres arietes juntos en el campo, más Suso y Nahuel) como último recurso y acabó el encuentro cerca del área rival, lanzando un córner, detalle significativo de que su entereza de ánimo y su afán de ganar nunca decayeron. Otra cosa es el cuajo de tanto esfuerzo, porque, en realidad, después del gol de Suso, casi no tuvo más opciones de marcar. Un tropiezo más. Un punto y aparte.