El crédito de Aritz López Garai como entrenador del Tenerife está casi agotado. La derrota del pasado viernes en Montilivi, ante el Girona, ha colmado la paciencia de los dirigentes de la entidad, tanto es así que en el seno del club blanquiazul se ha debatido durante el fin de semana la posibilidad de acometer ya el cambio de técnico, algo que se producirá si el equipo no gana el próximo domingo al Cádiz, que viene al Heliodoro liderando la clasificación. Incluso, un buen resultado en ese complicado encuentro no garantiza que el proyecto con López Garai al frente pueda salvarse, a menos que la reacción se extienda luego a los encuentros en Gijón y Málaga, dos salidas consecutivas en las que el Tenerife espera una remontada.

La valoración que se hace de la difícil situación que atraviesa el equipo, que tiene puntuación de descenso y presenta números deficitarios en casi todas las facetas de análisis, es que necesita una reacción inmediata. De puertas adentro hay coincidencia con el criterio mayoritario que considera que el Tenerife no juega mal, no es un equipo caído ni desmerece a sus rivales en el trámite del juego, pero ya se exigen resultados. No hay margen para asimilar más de lo mismo.

López Garai ha gozado de la protección de los dirigentes de la entidad hasta ahora. El presidente y el director deportivo han avalado al técnico en sus apariciones en público, pero hace semanas que la situación ha cambiado. Las excusas de cada jornada, esgrimidas por el entrenador, basadas en los errores individuales de los jugadores como causa de las sucesivas derrotas fuera de casa y de la larga racha sin ganar en el Heliodoro Rodríguez López (el equipo no conoce el triunfo como local desde el 25 de agosto), han perdido peso. El proceso de sustitución está en marcha y nadie dentro abandera el optimismo ni la confianza en que este cuerpo técnico sea capaz de darle la vuelta a la actual situación.

El apoyo de los jugadores

Queda el bastión del vestuario. Los jugadores que comparecen públicamente defienden al entrenador. No se esperaba otra cosa, es lo políticamente correcto, pero es verdad que lo hacen esgrimiendo argumentos que parecen reales y no de conveniencia. Milla, sin ir más lejos, dijo el viernes tras la derrota en Gerona que siempre les sucedía en los partidos lo que el entrenador vaticinaba en la charla previa. Íker Undabarrena, como antes había hecho un jugador tan analítico y de tanto peso en el vestuario como Aitor Sanz, valoró el estilo de juego y defendió que la fórmula para cambiar la dinámica es la insistencia en lo que están haciendo. No parece que a López Garai le falten apoyos en el vestuario, aunque haya jugadores que ya mostraron su disgusto porque no son protagonistas, algo que no representa ninguna pauta fiable. Es lo normal.

El problema de López Garai son los resultados. Tan malos que lo han condenado. Salvo milagro.