Rompió el Herbalife la imbatibilidad del Bilbao Basket en su casa para sumar su cuarta victoria de la temporada al vencer al cuadro vasco por 90-97 con un espléndido Omar Cook otra jornada más en la que firmó 16 puntos y 9 asistencias para presentar su candidatura de nuevo al jugador de la semana ACB con 30 de valoración.

Segunda victoria a domicilio del conjunto claretiano después del triunfo ante el Valencia Basket la semana pasada y vuelve el Granca a tener balance equilibrado con 4-4 y el camino a la Copa del Rey empieza a coger otro color.

Salió extramotivado Ondrej Balvin al Miribilla para reecontrarse con su ex equipo. El checo anotó los seis primeros puntos de los Men in Black, además de ponerle un tapón antológico a Demonte Harper con el que demotrar sus ganas de intimidar a los hombres de amarillo.

Sin Bourousis en Bilbao por el fallecimiento de su padre, Matt Costello se las tuvo que ver con Balvin en defensa la mayor parte del partido. La falta del heleno le abrió el camino en la rotación a Olek Balcerowski, quien con muchos menos kilos que el centroeuropeo también sufrió ante el domino del exclaretiano en la pintura. Ambos pívots se cargaron con faltas y en el primer cuarto acumularon dos en su casillero y Katsikaris decidió dejar al polaco en cancha como cuatro y situar a Burjanadze en defensa con los pívot vizcainos.

El ritmo imprimido por ambos conjuntos fue bastante alto, con posesiones cortas y si el marcador se mantenía 14-15 a falta de tres minutos para la finalización del primer periodo fue por las pérdidas que cometieron los dos equipos. Cuatro para el Bilbao y tres del Granca.

Tras el tiempo muerto televisivo, se destapó el Herbalife desde la línea de 6,75 y a través de Omar Cook, Javier Beirán y Niko Radicevic encadenaron tres triples para dispararse en el luminoso y alcanzar el 17-24 con el que cerrar el cuarto. El obús de Beirán dejaba buenas sensaciones y una declaración de intenciones de mejorar su 30% de porcentaje.

No quiso que los insulares se escaparan con excesiva soltura Jaylon Brown y entró en efervescencia. Comenzaron a saltar chispitas de las muñecas del base bilbaíno y subido a su monopatín cogió la autopista para sumar seis puntos seguidos y recortar la diferencia de puntos.

Controlaba el encuentro el Granca. A cada arreón de los locales, el conjunto insular no bajaba los brazos y de forma coral contestaban a las intentonas de los hombres de Mumbrú de no dejarse meter mano en su propia casa.

Era tiempo para los que menos protagonismo han tenido durante la temporada. Radicevic y Balcerowski fueron las caras 'nuevas' que iban sumando minutos en esta octava jornada. El serbio por su parte ha dado un paso adelante después de verse con medio pie fuera del club en verano y se ha ganado la condición de segundo base, cada día más consolidado.

Mientras, Brown seguía a lo suyo y en pleno éxtasis le entraba todo lo que se tiraba el correcaminos bilbaíno. 14 puntos en el segundo cuarto y el lanzallamas chorreando queroseno de sus manos.

Formó dúo con el cuarto máximo anotador de la ACB, Axel Bouteille, que bebió del brebaje de Brown y también empezó a taladrar el aro claretiano con otros 14 puntos en el segundo cuarto.

Entre tanta racha bilbaína con sus dos metepuntos, le dieron la vuelta al marcador después de un parcial 14-4 momentaneo que permitió llegar a la segunda mitad con 49-46 a favor del cuadro local.

Revoluciones

En los vestuarios, el servicio de catering debió ofrecer algún tipo de poción energética, pues en la pista de juego solo se veían estelas fugaces y un carro de puntos entre los diez jugadores en el parqué. En cinco minutos de juego el parcial era 15-15 y el aficionado bilbaíno encantado de ver el partidazo que le estaban ofreciendo los gladiadores sobre la arena.

Caviar para el espectador, pero desquicie para los entrenadores, sobretodo para Katsikaris, que prefiere un estilo de juego de mayor control en el que el rigor defensivo sea el vehículo competitivo. La cascada de puntos en el aro insular sacó de sus casillas al técnico heleno y en uno de los tiempo muertos que solicitó se le vio fuera de sí.

"No hace falta tener cero faltas", gritaba el griego desde su banqueta. Demandaba mayor agresividad a sus jugadores para que los de Mumbrú no consiguieran las canastas fáciles con las que se estaban encontrando.

¿Reacción? Y tanto. Parcial 0-8 para los insulares y de nuevo una mini ventaja a su favor para comandar el tanteador 67-72. La respuesta no se hizo esperar y fue Mumbrú el que paró el encuentro tras la racha amarilla.

Cambio de barrio y fue el Bilbao el que encadenó un 7-2 de parcial, sumado a un matazo de Ben Lammers que le hizo un poster a Radicevic con el que Mirbilla rugió antes de finalizar el tercer cuarto con las espadas en todo lo alto y la máxima igualdad 74-74.

Se caldeó el ambiente en el Miribilla a medida que iba entrando en la recta final del encuentro. El carácter de la afición vasca, esa que Katsikaris había definido como la mejor de la ACB, salió a escena. Cualquier choque, sonido de viento. Cualquier roce, rompetimpanos como respuesta.

Katsikaris apostó por jugar con dos ala-pívot en los minutos calientes. El día aciago de Costello se lo puso fácil al griego y entre Shurna y Burjanadze, conducidos por la maestría de Cook se encargaron de ir poniendo piedritas en el camino de la victoria insular.

El cuatro americano cuajó su mejor día como amarillo y con ocho puntos en el último cuarto sumó 19 en su casillero. Top de puntos como claretiano. Y por tanto, Mumbrú montó su defensa en zona para intentar cortar la hemorragia mientras veía como el 84-93 a falta de dos minutos y medio hacía peligrar su imbatibilidad en casa.

Se le encogió el brazo al Granca hasta tal punto que el Bilbao se puso a una canasta con el 90-93. Fue entonces cuando Katsikaris demostró por qué es entrenador de baloncesto y sacó a Costello a cancha a pesar de haber estado casi toda la segunda mitad en el banco con cuatro faltas para que finiquitase el partido con un triplazo y dejar los segundos de la basura a falta de que el Granca finiquitara su victoria con el final 90-97.