El Tenerife sigue perdiendo partidos y lo hace, una y otra vez, cargado de excusas. El argumento de las derrotas, en la mayoría de los casos está más en los detalles que en los asuntos colectivos, que son los entrenables.

El asunto grueso, el trámite del juego, la conducta como equipo, su idea con y sin la pelota, no le hace desmerecer a ningún rival. No fue peor que el Rayo en Vallecas, ni que el Girona anoche, por medirlo con dos grandes, pero en ambos casos enterró sus opciones en detalles, en toma de decisiones equivocadas, en trances de falta de concentración, en tonterías que deberían ser evitables.

La duda que se ha abierto en este Tenerife desde hace unas semanas es cuánto tiempo puede aguantar su entereza un equipo que no gana. Los resultados pesan más que el juego.