El Iberostar Tenerife, y más concretamente Marcelinho Huertas, se han acostumbrado a los finales de infarto. A epílogos de máxima tensión. Nada menos que tres en menos de ocho días. Una definición al filo de la navaja en la que el base brasileño, y por extensión su equipo, se acabaron cortando en la primera ocasión -derrota frente al Baskonia-, pero de la que han salido airosos en los dos siguientes compromisos. El primero, el martes contra el Peristeri; y el segundo, ayer ante el Movistar Estudiantes. Después de un partido a trompicones y sin continuidad en ninguno de los dos lados de la cancha, el conjunto aurinegro afrontó cinco abajo el momento de la verdad (63-58, 35'). Ahí, cuando más quemaba el balón, el de Sao Paulo demostró que le gustan los desenlaces apretados y se echó al equipo a sus espaldas para liderar un parcial de 8-15, incluida la canasta del triunfo a cuatro segundos del final. Seguro de vida que, como ayer, gana partidos por sí solos; paliando, de paso, la floja tarde de Shermadini y la irregularidad de casi todo el colectivo.

Los primeros compases del duelo estuvieron presididos por un intercambio de canastas, y aunque los locales parecieron algo superiores bajo el aro rival (11-7), la maestría de Huertas en ataque (asistiendo, penetrando y hasta anotando de tres) permitió al Iberostar tomar la delantera con las primeras rentas serias del choque. Hasta siete puntos de ventaja tuvieron los de Vidorreta (16-23 tras una culminación interior de Guerra), pero sus problemas para cerrar el rebote les impidieron poner más tierra de por medio: cuatro capturas de los locales traducidas en nueve puntos para el 22-23.

Pese a varios ataques un tanto deslavazados, un robo de Álex López dio de nuevo algo de aire a los aurinegros (22-27) en el arranque del segundo acto. Estirón artificial, ya que si bien los laguneros lograron cerrar por completo su rebote (ni una sola captura de los colegiales en todo el segundo cuarto), fueron incapaces de salvar varios obstáculos: desde encontrar a Shermadini en ventaja dentro de la zona (el georgiano o bien no podía recibir o era objeto de continuos 2x1), disponer de segundas opciones, ni tampoco dar con situaciones de ventaja pese a su insistencia en el extra pass.

En medio de un baloncesto cada vez más atrabancado en los dos lados de la pista, el choque se puso en un pañuelo (31-30). De nuevo la clarividencia de Huertas impulsó al Iberostar (30-34), pero la dificultad para salir de la defensa presionante estudiantil, de nuevo algunas precipitaciones (muchos tiros errados debajo del aro) y varias defensas deficientes (como la de la última jugada) incluso sin haber llegado a bonus, impidieron que los aurinegros se fueran al intermedio en franquicia (35-34). Los isleños habían metido 10 de sus primeros 13 lanzamientos, pero luego enlazaron un paupérrimo 4/17.

En una continuación de lo ocurrido en los minutos previos al descanso, el Iberostar fue incapaz de frenar a un Pressey que anotó 12 puntos de corrido, si bien los laguneros respondieron con bastante puntería desde el 6,75 con sendos triples de Huertas, Salin y Suárez (40-43). Pero ahí el conjunto tinerfeño reprodujo sus problemas con el rebote defensivo (canasta de Kadji) y, sobre todo, se topó con Víctor Arteaga, valladar en los dos aros. El pívot local aguantó bien primero a Shermadini y provocó luego que a Guerra se le hiciera de noche, mientras que delante produjo en posicional y también como palomero. Aunque los laguneros aguantaron liderados por la chispa de Lundberg y Yusta (48-49), dos triples seguidos dispararon a los locales hasta su máxima renta (54-49, 29'). Habían vuelto los errores de cara al aro (5/14 en tiros), pero sobre todo el Canarias se permitía el lujo de no morder lo necesario, sin hacer una sola falta tras casi nueve minutos de periodo.

No varió mucho la situación en el arranque del cuarto final. Con Shermadini ahogado en el 2x1 y en líneas de pase cuando trataba de invertir el balón, el Iberostar solo logró meterse en un intercambio de canastas que de poco le servía (64-59). Vidorreta volvió a recurrir a Díez como cuatro antes de un triple de Salin que fue la chispa para que los isleños creyeran en la victoria (64-62, 36'). Una convicción que terminó de trasmitir Huertas con su inteligencia en defensa y su liderazgo en ataque, tanto para no arrugarse en las penetraciones y forzar tiros libres (4/4), como para tener la entereza suficiente que le permitiera responder a sendos triples del estudiantes (72-72) con una canasta clave a cuatro segundos de la conclusión. Brizuela tuvo la bola del triunfo local, pero no acertó y la ruleta rusa le salió bien al Canarias.