Segunda derrota consecutiva en casa, de nuevo por cero a uno, y tres partidos consecutivos sin marcar en el Heliodoro Rodríguez López. El Tenerife le ha dado la vuelta como un calcetín a su tendencia de los últimos campeonatos. Ahora es como local cuando sufre, no encuentra el camino hacia el gol y acaba regalando, en algún despiste, un tanto al contrario que se aprovecha de la inoperancia ofensiva insular para llevarse los tres puntos del recinto de la calle San Sebastián. Lo hizo el Fuenlabrada y repitió el Real Oviedo.

Once que funciona no se toca. Aritz López Garai repitió la formación que superó al Lugo tres días antes en el Anxo Carro, de nuevo con Luis Milla como suplente y quedándose incluso fuera de la convocatoria el ya disponible Mazan. La apuesta era clara ante un rival que llegaba necesitado al Heliodoro, colista y con su casillero de victorias vacío.

La cosa pintaba a Fuenlabrada, pero Rozada sorprendió con un once ofensivo. Metió técnica para salir de la presión alta de los insulares y empezar a hacer daño a partir de un bloque medio, bien plantado y que dificultó la circulación tinerfeña. Los primeros minutos de tanteo se sucedieron sin sobresaltos para la meta de Champagne, salvo un par de incursiones de Álex Bermejo. Al conjunto insular le costaba mucho robar y se fue enfriando.

Mientras, Omar Ramos y Sangalli empezaban a buscar las cosquillas a Isma López. En el primer intento, el centro no encontró rematador en Bárcenas (17'). Pero a la segunda, con el tinerfeño muy liberado para ejecutar el pase, Carlos Ruiz rompió el fuera de juego en el desmarque al espacio del panameño, que se plantó solo ante Ortolá y le batió por bajo (25'). Tampoco estuvo fino el guardameta, al que se coló el balón por debajo del cuerpo.

Con el marcador en contra, apretó el Tenerife. Algo más de intensidad y Borja Lasso más enchufado. Esos dos elementos ayudaron a que la zaga asturiana viviera peor. Así, en una de las internadas de Luis Pérez acabó el balón en la mano de Sangalli. Era penalti claro. Pero el VAR devolvió la acción al origen, ya con Malbasic dispuesto a lanzar desde los once metros, y observó posición incorrecta del lateral derecho (37').

En esa situación se llegó al descanso: 0-1 y mucho que arreglar en un equipo atascado. La cosa no mejoró en la salida. Es más, fue el Oviedo el que se envalentonó en los primeros compases. Ortuño, de vaselina, puso un nudo en la garganta a los aficionados locales (48') y Borja Sánchez, en un despiste defensivo, no aprovechó para aumentar la ventaja asturiana.

Tuvo que ser Malbasic el que reactivara la ofensiva tinerfeña. En una buena maniobra centró al área, pero el remate de Borja Lasso, de espuela, no halló portería (66'). Isma López, algo forzado, cabeceó más tarde un centro del ya mediocentro Lasso (68').

López Garai habían intervenido ya para dar entrada a Suso y Nahuel. Quería que sus futbolistas encararan, dividieran, generaran fisuras en el entramado defensivo del Oviedo. Pero no pasó. Casi nunca sintió apuros el cuadro visitante porque las numerosas llegadas del Tenerife no terminaban de traducirse en remates en buena situación.

Ni el empuje del público, que se volcó en este tramo, sirvió para enchufar a los jugadores blanquiazules que, a falta de fútbol, lo intentaron empujando, con mucha gente cerca del área. Esto generó alguna salida al contragolpe del equipo visitante que Sangalli primero y Saúl Berjón más tarde no supieron resolver para sentenciar la contienda. Champagne, mientras, no se ensuciaba los guantes. Dani Gómez cabeceó blando un centro de Nahuel (80') en el que fue casi el único intento medianamente solvente de empatar.