Fue por los años 62-63. Y el CB Canarias decidió crear un equipo infantil, bajo la batuta de Adrián (el Moro, por la única razón de haber servido en África), en una Isla donde tampoco había ninguna competición en esa categoría: un par de partidos con el colegio de Los Hermanos y poco más. Aquel equipo tenía un par de alevines, Quique Gil Casanova y yo, casi como mascotas; pero entrenábamos y nos daban nuestros minutos en los pocos encuentros disputados.

De aquel equipo formaban parte mozalbetes como Berto Expósito, Cristóbal Santana, Pico Sopranis, Pepe Luque, Fran López Alonso, Lin Ramos€

No se había implantado el minibasket, cuya irrupción se produjo en una jornada intercolegial patrocinada por la Coca-Cola en la cancha del Frente de Juventudes de Santa Cruz. Era diciembre de 1964.

En la primera temporada de verdad nos enfrentamos Quique y yo, cara a cara, en los muy disputados partidos entre el Nava La Salle y el Instituto no sé si aún de Canarias o ya Cabrera Pinto. Puros derbis del minibasket lagunero.

Lo cuento porque entre esos recuerdos y el pertenecer a una familia de fundadores del club debió gestarse mi ADN canarista.

Me vienen a la cabeza, frente al teclado, recuerdos como jugador; de aquel remoto equipo infantil; de mi temporada como juvenil, pero aún con edad infantil; de mi largo paréntesis en el Náutico-La Salle y en el Náutico Júnior, durante el que tío Andrés me condenó al ostracismo baloncestístico en mi propia casa; de mis dos temporadas como base del Canarias de Pepe Cabrera; de mi abrupta retirada en la pretemporada de 1975; de mis varias temporadas, años después, en el Canarias Old Star... Son tantos recuerdos, que prefiero contar uno de ellos. A lo mejor así lo salvo del olvido.

Corría el año 62. Expedición canarista a Icod de Los Vinos: Hércules-Canarias. Disputadísimo partido en una cancha de cierto riesgo, la de la Oje de la Ciudad del Drago. La cosa se fue complicando después de un partido en el que el Canarias fue siempre por delante en el marcador. Casi al final, en plena tromba del equipo local, los aurinegros se quedaron sin banquillo y con solo tres jugadores sobre el terreno: Juanito Miranda, Adrián y Míchel, una especie de holandés errante que apareció por aquí.

Antes de terminar el partido, alguien, no sé muy bien quién, me sacó en volandas pa' fuera, pa' la calle. Así estaban de caldeados los ánimos. Y desde la calle oímos el pitido final que consumaba la victoria de los laguneros.

Luego fuimos a una casa de comidas en Garachico. Los coches eran grandes y oscuros. De la comida guardo imágenes de viejas y papas.

Si la memoria no me falla, allí estaban el abogado Roberto García Mora, presidente del club, Juan Ríos Tejera (el irrepetible Juanito Cabeza), el mecánico Maestro Pepe el Tiznado, mi tío Andrés Llombet , secretario casi vitalicio, y es muy probable que Juan Miranda sénior.

Son simples recuerdos de los orígenes humildes de un gran proyecto, como decía la página oficial de la ACB en la conmemoración del 75 aniversario del CB Canarias. Recuerdos sin importancia de una infancia canarista que se van desdibujando entre las brumas del tiempo, casi 60 años después. Y durante todos esos años, la figura entrañable de Carmelo Cruz Freire al que dedico estas líneas. A él y a la memoria de tantos canaristas ya ausentes para siempre.

*Exjugador del CB Canarias