LaContracrónica

El Tenerife vuelve de la Península con cuatro puntos de seis posibles, un botín que firmaría cualquier birria de bien antes de pisar el Carlos Belmonte el pasado domingo. El de ayer no fue un partido cómodo porque, al contrario que en el anterior, fueron los insulares los que empezaron a remolque. El gol de Yacine Qasmi, tempranero y propiciado por un bloqueo de Gonzalo Verdú del que no supieron zafarse Alberto y Álex Muñoz, obligó a los de López Garai a remar contracorriente.

Lo hicieron, algo más espesos en la circulación, ante un rival bien pertrechado. Y fue en la segunda parte, y a balón parado por tercera vez en seis jornadas, cuando consiguió igualar la contienda. Tuvo su momento para ganar (estrelló dos remates en los palos), pero caducó. Y el tramo final fue del Elche porque en los cambios aportó más Pacheta que el preparador de la escuadra blanquiazul. La entrada de Aitor Sanz, por ejemplo, tardó en producirse. Sus compañeros lo pedían a gritos. Pero no es menos cierto que en esas supo sufrir el Tenerife. Puede que más de la cuenta. Pero sin perderle la cara al partido.

La conclusión de esta doble visita es que esta versión 19/20 del equipo tinerfeño compite a domicilio. Salvo en el accidente de Ponferrada, cosechando resultados variados en las otras tres visitas, la imagen ha sido más que respetable. Lejos, sin duda, del bloque que deshacía a las primeras de cambio la campaña pasada. Esto es otra historia, aunque aún sea pronto para tirar las campanas al vuelo y afirmar que también serán distintas las aspiraciones.

Por lo pronto, sí ha logrado este Tenerife que la gente tenga ganas de ir al Heliodoro el próximo domingo.

@juanjo_ramos