Txus Vidorreta y Aniano Cabrera fijaron sus miras hace poco más de un año en el polaco Tomasz Gielo. Un ala pívot abierto, con capacidad para poner el balón en el suelo y penetrar, pero sobre todo para ser una amenaza desde el perímetro, como ya había demostrado el curso anterior en las filas del Joventut: 43/114. Pero el que debía ser el acompañante perfecto para Tim Abromaitis se rompió el tendón rotuliano de su rodilla derecha en el primer encuentro liguero. Adiós a lo que restaba de curso, con resignación pero también con el convencimiento de volver siendo aún "mejor jugador" que antes del percance.

Ahora, casi 12 meses después, Tomasz está de regreso. Sin prisas ni ansiedad, y sí con buenas sensaciones. "Estoy empleando mucho tiempo para estirar y hacer tratamiento con los fisios, algo necesario después de una lesión grave; y además el cuerpo técnico está teniendo mucha paciencia conmigo porque no queremos hacer las cosas a lo loco", comenta el de Szczecin, cuyas señas de identidad sobre la pista siguen aún en cuarentena. "En cierta medida es normal el no poner tanto el balón en el suelo y penetrar, no sé si es miedo pero el jugar con contacto es ahora de las peores cosas para mí", explica el interior aurinegro, que achaca este tipo de reserva a lo que dicta su subconsciente. "No es que no pueda hacerlo, solo que no tengo confianza o necesito de más repeticiones después de la lesión", aclara.

Pero en lo que no se ha resentido -sino que incluso ha perfeccionado- Gielo es en su tiro exterior, tal y como ha quedado patente en los dos partidos contra el Fuenlabrada: 4/4 en Adeje y 3/4 el domingo. Y todo sin haber dejado atrás unas molestias en su mano de tiro, la izquierda, con las que ha convivido en estas últimas semanas. Una mejora, todavía circunstancial, pero evidente, que Tomasz achaca a dos factores. El primero, el haber cambiado su ciclo vital esta pasada campaña. "En un verano normal necesitaba descansar más tiempo tras el desgaste de la temporada, pero este año, el haber estado parado tantos meses me ha llevado a entrenar mucho estos últimos meses, sobre todo el tiro", argumenta el jugador canarista.

La segunda de las razones, el "usar los minutos de la mejor manera posible". Y es que Gielo es consciente de que hasta que "recupere por completo el ritmo de juego" y su "atleticismo", se verá obligado a "emplear más el tiro de tres puntos". "Creo que no soy un mal lanzador, y a la vez pienso que con el tiempo las cosas van a mejorar", señala para referirse a su confianza en la pista. Mientras esa vuelta a la normalidad se produce, Tomasz hace de la adversidad una virtud, abriendo y enriqueciendo su abanico de recursos. No solo en porcentaje sino en la ubicación de sus lanzamientos, más comunes ahora desde la esquina, cuando era habitual verle lanzar más frontal o lateralmente. "Son solo dos partidos, pero si el jueves contra el Baskonia sigo con este acierto le pediré a la ACB que me meta en el concurso de triples de la Supercopa", añade de manera irónica y, sobre todo, con una pícara sonrisa. La que ha recuperado tras un gran calvario.

"No sabía lo malo que era esto; he vuelto a respirar"

"Estoy disfrutando con este proceso, y cada cosa que hago en la cancha, la hago con una sonrisa en mi cara. No sabía lo malo que era estar en esta situación hasta que pude jugar de nuevo. Por fin he vuelto a respirar otra vez", reconocía Gielo el domingo por la noche. Lo hacía de forma irónica -"ya he disputado más minutos que en toda la temporada pasada", señaló-, pero especialmente con una inmensa "sensación de felicidad" por "haber jugado por fin en el Santiago Martín". "Toda la temporada pasada puede ver la pasión de nuestros aficionados, me sentí muy apoyado y respaldado por ellos, y por eso tenía aún más ganas de jugar aquí", explica el ala pívot, que al margen de "disfrutar de las buenas sensaciones" que le deja el recinto de Los Majuelos, se pone como reto, y a modo de agradecimiento, "ganar muchos partidos en este pabellón".