Corviniano Clavijo (Santa Cruz de Tenerife, 1961) fue miembro del consejo de administración del Tenerife desde diciembre de 2013 hasta que decidió presentar su dimisión en agosto de 2016. Licenciado en Derecho y en Economía, su amplia experiencia en la auditoría y asesoramiento de empresas resultó crucial para la entidad en un momento delicado, justo tras su regreso a una categoría profesional una vez dejada atrás la etapa de dos temporadas en Segunda División B. De hecho, la gestión que lideró para que el club pudiera incluir en su patrimonio la cesión del uso del estadio Heliodoro Rodríguez López evitó su descenso administrativo en 2014.

Aquella etapa, en la que representó al Tenerife en numerosas reuniones de LaLiga, le permitió conocer a dirigentes de otros clubes y a empresarios relacionados con el fútbol, como José Miguel Garrido, propietario desde el pasado viernes del cuarto mayor paquete de acciones de la institución blanquiazul. Su persona de confianza en la Isla es Clavijo.

¿El Tenerife es un club apetecible para los inversores?

Es un equipo que está saneado por la gestión que se ha llevado a cabo. Creo que por la repercusión que tiene, por el turismo, por la Isla y por Canarias, es un club en el que cualquier inversor querría participar. Es de los primeros.

¿En qué influye que las acciones estén tan repartidas?

Cuando un inversor quiere entrar en un club, no lo hace para optar al 30 por ciento, sino para llegar al 95 o al 100 y tener el control. La transmisión en el Tenerife es complicada. Pero hemos optado por esta alternativa y ya dirá el tiempo si hemos acertado o no.

¿Le constan otros intentos en los últimos años?

Conmigo sí contactaron dos inversores más, pero no les di credibilidad.

No es el caso de José Miguel Garrido. ¿Por qué confió en él?

Es un inversor solvente relacionado con el fútbol. No va a venir a hacer locuras ni a dejarnos tirados. Además, es un inversor al que no le importa convivir con otros accionistas. Ya lo hizo con la familia Iniesta en Albacete. La relación allí fue magnífica. Aquí podría pasar lo mismo con los inversores que quieran estar. Con diálogo y comentando los proyectos, podría darse el planteamiento de que yo no te vendo, pero sí te apoyo. Y podrían ser muchos los accionistas que se movieran dentro de esta misma línea. Eso se puede dar, pero también lo pueden hacer los que ya están en el consejo de administración. De hecho, el presidente lo hace. En todas las juntas va con apoyos.

¿Cómo definiría su experiencia en el Albacete y el Castellón?

En los dos clubes le fue bien. Saneó al Albacete, donde estuvo trabajando más tiempo. El equipo subió a Segunda, estuvo dos años en esa categoría, descendió y ascendió en la temporada siguiente. Se acaba de desvincular del Castellón y el proceso fue muy correcto, igual que en el Albacete.

¿Cuál es la intención de Garrido tras convertirse en el cuarto máximo accionista del Tenerife?

Seguir comprando acciones. Pero aquí no habrá ni guerras ni nada. Si estoy yo, no habrá guerras. Todo lo que se haga, se hará hablando y negociando. Si sale, sale. Y si no sale, el tiempo nos situará. Pero sí confío en que haya un recorrido amplio para intentar crecer en la compra de acciones. Iremos con prudencia y sin agresividad.

¿Se marcan plazos?

No. El plan que tenemos es ver cómo vamos evolucionando, pero no tenemos ninguna prisa. El tiempo dirá. No es que nos hayamos puesto una meta ni nada.

¿No piensan en 2021, año de la próxima renovación del consejo de administración del club?

No nos planteamos esa situación. Vamos a empezar a caminar y ya vemos cómo va funcionando todo. Lo que sí quiero dejar claro es que todo se hará con tranquilidad y buenas relaciones. Trato de hacerlo todo por consenso, intentando llegar a acuerdos.

No ejercerán de oposición.

La institución está por encima de todo. No podemos entrar ahora sin un sentido y sin una línea clara. Quien me conoce sabe que la línea que sigo es pacífica.

¿Qué estrategia seguirán para acercarse o superar a los tres principales accionistas del Tenerife?

Sin contar a los tres mayores accionistas, hay otros grupos. En la estructura del club hay unos 22.000 accionistas con cantidades de una a ocho acciones, pero todavía los hay con paquetes significativos y tenemos que ver si podemos llegar a acuerdos con ellos.

¿Esperan captar apoyos sin tener que hacer campaña?

Ojalá vengan sin llamarlos. Eso sería fantástico. Creo que todos, ya tengan una acción o 5.000, merecen el mismo respeto. ¿Qué hay que hacer? Ir hablando con la gente y ver cómo se puede conseguir un mayor porcentaje dentro del club. Pero siempre con prudencia.

¿Realmente ve posible superar en apoyos a los tres principales accionistas y dirigir el club?

Pero es que con esos tres grandes accionistas también se puede llegar a acuerdos en un futuro. ¿Quién dice que no podemos sentarnos a hablar? Estoy dispuesto.

¿Sería un relevo continuista?

Comparado con los porcentajes con los que se distribuye el club, un 3 por ciento es poco. Estamos hablando del cuarto máximo accionista, pero no más que eso.

Pero aspiran a crecer.

Aspiramos a seguir involucrando y metiendo accionistas y a seguir creciendo. El tiempo dirá si acertamos y lo logramos o nos quedamos, que no lo creo.

¿Se ve como presidente?

Ahora, con un 3 por ciento, no me veo presidente de nada.

¿Y si los planes van saliendo?

Ni lo pienso. Esto tiene un recorrido. Cuando me involucro, lo hago de verdad, como me pasó con el Tenerife en su momento. Pero son etapas que van pasando. Por ahora no tengo el permiso familiar, que es importante. En un futuro no sé si lo tendré.

¿Cree que Concepción debería aceptar un relevo en 2021?

Esa una decisión que debe tomar él. Es tan libre de hacerlo como de no hacerlo. Ya se verá.

¿Vendría bien un cambio?

A lo mejor podría venir bien, pero eso lo tienen que decidir los accionistas, que son los que votan. Cuando estaba en la junta con Miguel y me presenté con él en 2016, ganamos por muchísima diferencia. Y cuando uno logra ganar con una mayoría amplísima, tiene que llevar el club. Si se da otra vez esta circunstancia, tendrá que decidir si sigue o no.

¿Le sorprende que no haya surgido una alternativa desde 2006, exceptuando la de Pier Cherubino?

Es muy complicado. El que se presenta lo hace para ganar. No me voy a presentar en la vida si sé que no voy a ganar. Es difícil que lo haga, pero si algún día decido presentarme, no daría un paso sin los apoyos suficientes. Me quedaría en mi casa tranquilo.

¿Qué le parece la gestión que se está llevando a cabo en el club?

Venimos de un domingo en el que todos nos sentimos eufóricos, porque el Tenerife jugó muy bien en Albacete. Creo que hay que tener un poco de paciencia, porque hay mucha gente joven en la plantilla, pero la línea que ha seguido el club en lo deportivo es buena.

¿Y en lo económico y lo social?

También es buena. Es obvio. En los últimos siete u ocho años hubo una reducción de deuda importantísima. Eso es lo que te da fuerzas para afrontar retos deportivos más ambiciosos. El Tenerife ya está en una situación económica que le permite aspirar a retos importantes.

¿Qué habría sido del Tenerife sin aquella operación de uso de los derechos del Heliodoro Rodríguez López que diseñó en 2014?

Fue una operación muy bien pensada. En ella trabajó mucha gente y en ese equipo estuve yo. Llevé las gestiones con el Cabildo. Tardamos meses, pero todo salió muy bien. Seguirán pasando los años y no seremos conscientes de lo importante que fue. En un momento dado, esa operación evitó un descenso administrativo. Cuando un club baja de Segunda a Segunda B y luego vuelve a subir, todos los contadores se ponen a cero, y ahí tuvimos que regularizarlo todo. Nos costó muchísimo, pero esa operación salvó al club. Al principio fue muy criticada, pero lo importante es que se salvó el club sin utilizar fondos públicos, sino con una cesión de uso que ya se venía realizando año a año. Lo que hicimos fue plantearla por 20 años. La cesión de uso anual no se activa en el balance, pero al hacerlo por veinte, sí. Y la cifra que salió fue superior a los 22 millones de euros. Esa cantidad sirvió para regularizar el balance casi al cien por cien. No sé si somos conscientes de la importancia que tuvo esa operación en una medida total, porque sin ella, el futuro del club habría sido diferente. Ahora estamos en Segunda División con la ilusión de llegar a Primera algún día. Imaginen qué habría pasado con un descenso administrativo...

Dos años después tomó la sorprendente decisión de dimitir.

Había estado tres años representando al Tenerife en LaLiga, con Nacho Abad (secretario general), y en un momento dado le dije al presidente que nos podíamos presentar para formar parte de la Comisión Delegada, ya que íbamos a tener muchas opciones de salir. Esa Comisión es como la directiva de LaLiga: está formada por seis miembros de Primera, seis de Segunda, dos vicepresidentes y el presidente de LaLiga. Y lo logramos. Fuimos votados por 18 de los 22 clubes. Eso pasó en junio, y en agosto, estando de vacaciones, me llamaron del club para darme las gracias, para felicitarme y para decirme que el representante en LaLiga iba a ser Víctor Pérez Borrego (exdirector general del Tenerife), que todavía no había entrado como empleado. Por dignidad, me fui. Al regresar de un viaje presenté la dimisión.

¿No le han pedido volver?

No. La relación con el presidente es correcta. Pero no me ha dicho nada de volver, y yo tampoco me lo planteo. Las decisiones se asumen y algunas son duras, pero se toman sin vuelta atrás.