Como si se tratara de una bebida gaseosa que acaba sin fuerza ninguna. Así saldó el Salud Tenerife su debut en la Liga Guerreras, un estreno en el que las de Octavio Pérez se mostraron arrolladoras de entrada ante un Liberbank Gijón totalmente superado (14-7) en los compases iniciales por un recién ascendido. Las isleñas, sin embargo, no lograron noquear por completo a su rival, que poco a poco fue más sólido atrás y paciente delante, metiendo a las chicharreras en un espiral perniciosa de juego. Bloqueadas por completo en ataque (10 goles en 41 minutos) e incapaces de frenar la dirección de Cacheda ni las finalizaciones astures por ambos extremos, lo que iba camino de ser un festín acabó en decepción.

La puesta en escena saluteña fue para enmarcar. Defensa 6-0 sólida sin apenas fisuras y mucha velocidad en ataque, bien con pases en largo (para Peña) o finalizando tras circular el balón lo justo. En apenas 1'41" Diego Lafuente tuvo que pedir tiempo (3-0), si bien el parón no detuvo el ímpetu local (6-1). Juego coral ejemplificado en que a los ocho minutos ya habían anotado las seis jugadoras de campo (7-3). Con Cacheda el Liberbank ganó en equilibrio (8-6) y aunque por momentos al Salud se le atragantó la 5-1 rival, la calidad por el centro de Cioca y Chelaru, y las contras en largo para Peña y Szopinska volvieron a disparar a las locales (14-7, 19').

Pero ahí se acabaron la gasolina y las ideas. Las isleñas comenzaron a perderse en tiros precipitados y se les fue la cabeza (14-12), pese a que Vizuete y Cioca mantuvieron a buen recaudo su ventaja al descanso (16-13). Momento crítico que parecieron salvar las de Pérez a la vuelta de vestuarios con una Vizuete muy activa delante y atrás (viéndoselas con la pivote y sacando faltas en ataque), con la portera juvenil Robles sumando algunas acciones de mérito, y con Sáenz saliendo de seis metros para anotar de cadera (18-15, 37').

Canto de cisne de las locales que entraron en colapso definitivo. Regresaron la precipitación y los errores en ataque para un equipo que nunca más fue capaz de generar superioridad (Chelaru fue objeto en ocasiones de una mixta) en la circulación de balón (ni por las alas, ni por el centro, ni buscando a la pivote) frente a una aguerrida defensa visitante.

Nulas en la parcela ofensiva, en su área las isleñas se mostraron más endebles con el paso de los minutos. Y es que cuando no lograban producir a la carrera, las guajas se encomendaban a Cacheda, que movía el balón a su antojo para finalizar, provocar penaltis y, sobre todo, generar superioridades en los extremos, aquellas que aprovecharon María González y Raquel Caño, que entre ambas sumaron 10 tantos tras la reanudación para liderar la remontada astur (19-21).

Con Cioca casi desaparecida, Vizuete trató de tomar la responsabilidad (20-21, 22-24 y 23-25), pero en el límite, un falló desde los siete metros fue definitivo antes de que Cacheda sentenciara. Un epílogo que deja de manifiesto que este Salud tiene mucho que corregir para no pasar apuros en su andadura en la élite.