Es el derbi del taxi. De ida y vuelta y en las dos orillas. Porque Alejandro Castro Martín, hermano de Rubén, lo vivió hasta tres veces y siempre salió victorioso. Solo lo hizo con la camiseta de la UD Las Palmas, pero también militó en el CD Tenerife y pudo sentir, al igual que lo hiciera un año antes con el equipo de sus amores, el dulce sabor de boca que deja la celebración de un ascenso a Primera División.

Hoy, una década después de su retirada como futbolista, y sentado al volante del taxi cuya licencia compró hace un lustro como una de las vías para ganarse la vida, recuerda con emoción todo lo que vivió entre los años 1999 y 2001, en los que alcanzó su culmen como profesional.

"Cada vez que uno echa la vista atrás y piensa en todo lo que ha vivido salen recuerdos bastante bonitos. Tuve la oportunidad de celebrar el ascenso aquí con Las Palmas, en la Plaza de la Victoria y en el Parque. Fue todo espectacular, increíble. Al año siguiente tuve que salir cedido al Tenerife y tuve la gran fortuna de volver a vivir otro ascenso, aunque fuera con el Tenerife" explica mientras su coche permanece aparcado y los compañeros que llegan a la parada le saludan.

Sin embargo, el hecho de tocar el cielo vestido de amarillo bajo las órdenes de Sergio Kresic (1999-00) y de hacerlo solo un curso después con la casaca blanca y dirigido por Rafa Benítez no le resultó extraño. Al contrario, lo disfrutó igual.

"La diferencia fue que subimos en Madrid -tras ganar al Leganés en la última jornada- y no en la Isla, pero fue igual de bonito, porque llegamos a la Plaza de España sobre las dos de la mañana y estaba a reventar. Disfruté muchísimo con los dos porque veía que la gente disfrutaba con su equipo. Aunque fuera el eterno rival, siempre le estaré agradecido", comenta.

Ambiente distinto

Más allá de jugar en el Insular o en el Heliodoro Rodríguez López, y pese a que solo vivió el duelo de máxima rivalidad desde un lado, para Álex Castro, como se le conocía futbolísticamente, el derbi "se vive de la misma manera" en las dos islas. En cambio, lo que sí ha detectado con el paso del tiempo es que ahora se siente de otra manera en la calle. "Cuando yo jugaba se vivía mucho el ambiente. Durante la semana se notaba que iba más gente a los entrenamientos a animar y a decirnos que había que ganar el partido como fuera. Era diferente", sostiene.

Llegan más taxistas a la parada y uno de ellos le pide que mueva el taxi a un lugar más cómodo para poder continuar con la charla. Álex, por ese entonces, ya está metido en sus recuerdos. Por ejemplo, los de los tres clásicos canarios que disputó. Los dos primeros, en la campaña del ascenso con Kresic; el tercero, en el curso 2002-03, cuando la UD, con Josu Uribe en el banquillo, acabó cerca de los puestos de promoción para subir.

"Fue una sensación espectacular. Ganar al eterno rival es casi como lograr un ascenso. Tuve la fortuna de poder disfrutarlo y de ver cómo la gente disfrutaba". solo triunfó una vez en el templo blanquiazul, el 16 de enero de 2000, cuando la UD ganó por penúltima vez en el Heliodoro en un partido en que el entonces veloz lateral derecho disputó los 90 minutos del choque.

Álex no encuentra una explicación clara de por qué le cuesta tanto a Las Palmas ganar en Tenerife -no lo hace desde 2001- "Los derbis suelen ser muy igualados, da igual como lleguen los dos equipos. Es un partido diferente, la motivación es diferente y siempre hay mucha intensidad", explica el exfutbolista.

Así prevé también la cita de mañana (20.00 horas, Movistar Vamos). "Ninguno de los dos ha comenzado bien la temporada y necesitan ganar, más que por los puntos por ganarle al eterno rival. Lo más importante es ganar y darle una alegría a tu gente. Ganar este partido supondría un golpe anímico muy importante para el que lo consiga", vaticina, aunque no se atreve a dar un ganador del encuentro.

De lo que no tiene ningún reparo de hablar es de su hermano Rubén Castro, que en su larga trayectoria todavía no ha marcado en el Heliodoro con la elástica amarilla -solo ha logrado uno, con el Betis-. "Le veo bien. Siguen pasando los años y sigue ahí porque lo que sabe hacer, que es meter goles, lo sigue haciendo. Este año lleva tres partidos y tres goles. Mientras le respeten las lesiones va a seguir jugando, porque a un delantero lo que se le exige es marcar y a día de hoy lo hace bastante bien", dice.

Confiesa Álex que su hermano "es una persona bastante reservada, muy tímida" y que "habla muy poco". "Yo no soy igual que él, pero parecido. Más o menos, los hermanos somos parecidos, pero sí es verdad que Rubén es el más reservado y callado. Incluso jugando, cuando era compañero mío, era prácticamente igual".

"De vez en cuando le escribo. Suelo felicitarle cuando hace buenos partidos y cuando no los hace también, para animarle, pero ya le digo, es una persona que no suele hablar mucho. Hay veces que ni contesta, no solo a mí sino a nadie. Pero sí, sobre todo trato de animarlo cuando las cosas no le salen, porque cuando salen es fácil ponerte la mano por encima", reflexiona.

El exjugador de la UD y el Tenerife entiende que personas como su familiar, nacido en Gran Canaria, vivirá de una forma distinta el choque. "Lógicamente, el sentimiento que puede tener un canario a la hora de jugar este partido es diferente al del que viene de fuera, que es un profesional y también va a tener el mismo objetivo que el resto de sus compañeros", matiza.

Mañana dejará que el taxi lo mueva un compañero suyo porque volará desde temprano a Tenerife, donde disputará el partido de los veteranos de uno y otro equipo. "Intentaré disfrutarlo, ver a antiguos compañeros, viejos amigos y pasar un buen rato, sobre todo eso". Luego, por la noche, vivirá el Tenerife-Las Palmas desde el estadio.

Ya el lunes, cuando la rutina vuelva a apoderarse de él, regresará al taxi, un vivero de experiencia diarias. "Me tropiezo con mucha gente que me conoce y sí que es verdad que hablo mucho de fútbol en el trabajo". Es la vida de Álex Castro, que tocó la cima con los dos clubes más representativos del Archipiélago.