Después de varios sinsabores, de unos cuantos proyectos fallidos, e incluso estar bordeando el abismo de la desaparición, el Salud Tenerife cumplirá, por fin, este sábado, el sueño por el que se creó hace ya 33 años: militar en la máxima categoría del balonmano femenino español. Un logro alcanzado tras un pasado curso brillante, en el que las de Octavio Pérez fueron más regulares que nunca y acabaron aprovechando el fortín de su pabellón -donde fraguó su ascenso en la fase final- para acometer el anhelado salto. Lejos de conformarse con la satisfacción del deber cumplido, la entidad presidida por Javier Doblado quiere más y se ha propuesto no convertirse "en un equipo ascensor", etiqueta casi habitual ya en esta Liga Guerreras Iberdrola.

Una División de Honor que, con solo 12 clubes, será más exigente que nunca, pero a la que el Salud llega para quedarse. Y tratará de hacerlo el cuadro chicharrero gracias a ese impulso que otorga un año anterior mágico, a la ilusión que para muchas de sus integrantes supone jugar en la élite, y también merced a la calidad que ha logrado atesorar en un plantel (extremadamente largo con un total de 19 jugadoras, incluyendo a algunas con ficha en el filial) del que ya muchos hablan dentro del concierto nacional.

Conserva el Salud Tenerife a más de la mitad de la plantilla que acabó logrando el ascenso hace algo más de tres meses. Un roster capitalino en el que la reconstrucción permanente, un año tras otro, se ha convertido casi en una obligación. Así, la capitana será la rumana Anda Chelaru, que cumple su tercer curso en la Isla. Junto a ella, otras protagonistas de relevancia en el ascenso, caso de Lena Szopinska, Katarina Bojicic y Angela Cioca, sin olvidar el núcleo nacional con Stephania Oliveira, Nagore Saenz, Alba Noriega y Eva Márquez, a las que se añaden jugadoras de la tierra como es el caso de Arabia Peña y Lara Coello.

Mercado nacional

Para dar el salto de calidad que obliga la Liga Guerreras Iberdrola, el Salud ha recurrido menos de lo habitual al mercado continental (especialmente del Este) y sí ha tirado de savia nueva nacional. Así, han llegado la portera rumana Adriana Medvedova, con una destacable planta (1,84 metros), y la joven austriaca Lea Kofler. El resto de incorporaciones tienen sello hispano. Altas, estas últimas, para no sobrepasar el número máximo de fichas extranjeras (seis inscritas en la Federación) e, igualmente, para tener un mayor conocimiento de la nueva categoría. Jugadoras que ya saben cómo se las gastan en la élite y acostumbradas a sufrir cada fin de semana; una sensación, la de sudar la gota gorda, que fue ajena a las isleñas en buena parte de los encuentros de la temporada 18/19, en la que promediaron 32,5 goles a favor y solo 24,5 en contra.

Ha pescado el Salud por un lado entre lo más granado de la División de Honor Plata en las figuras de la portera gallega Irene Sánchez, con capacidad suficiente para pelear por la titularidad, una condición que de hecho será suya en las primeras jornadas ante la lesión de Medvedova; y con la central Danae Miranda. Pero también se ha movido bien el cuadro capitalino sabiendo captar el interés de varias jugadoras de la DHF. Desde el Rincón Fertilidad malagueño llegan Inés Rein y Nazaret Calzado; Rocío Rojas (con más de cuatro goles de media el pasado curso y catalogada como una de las más firmes promesas nacionales) recala desde el Morvedre; mientras que del Granollers han fichado a Aina Fernández y Judith Vizuete. Es precisamente el fichaje de Vizuete, la máxima goleadora del pasado ejercicio en la Liga Guerreras Iberdrola (casi siete goles de media), uno de los aspectos más sintomáticos de que este Salud Tenerife no va de farol. Por mucho que su objetivo sea inicialmente la permanencia.

En definitiva, Octavio Pérez tendrá a sus órdenes un plantel profundo (condicionado actualmente, eso sí, por algunas lesiones), con no pocos kilates en sus manos, y especialmente, muy joven. De hecho, la más veterana del equipo es Anda Chelaru, con 27 años. Otras siete jugadoras no sobrepasan los 21. Bisoñez, en lo que al DNI se refiere, que sobre el papel viene como anillo al dedo para un estilo de juego aguerrido y con un alto ritmo. Y es que el técnico de las blanquiazules quiere "defender aún más fuerte que el año pasado" para luego poder correr todo lo que pueda y más. Un balonmano a tumba abierta que ya condujo al Salud al ascenso y que requiere de piernas y pulmones a los que exprimir durante los 60 minutos de partido.

El hándicap del pabellón

Piernas que pesarán menos, y pulmones que aumentarán su capacidad cuando el cuadro santacrucero juegue en su fortín de La Salud. Un recinto de dimensiones reducidas, donde las isleñas apenas han sufrido un par de tropiezos en los últimos dos años, y que en su propósito de no sentir de cerca el inquietante aliento de los puestos de descenso, debe significar un impulso extra? pero cuando acaben las obras que padece en la actualidad. Una remodelación del recinto del barrio alto capitalino que se ha demorado mucho más de lo previsto y que no solo ha condicionado las semanas de preparación del equipo, sino que hará que las de Octavio Pérez jueguen un tiempo de prestadas en el Quico Cabrera. El sábado, primer examen, ante el Liberbank Gijón. Será la prueba del algodón para saber si este equipo está capacitado para guerrear, de tú a tú, contra los mejores conjuntos del panorama nacional.