LaContracrónica

El VAR empañó el estreno del Tenerife en casa, no solo por su errónea aplicación en dos acciones determinantes para el marcador sino por la cantidad de parones y la duración de los mismos. Será raro ver un partido en Segunda con tantas acciones revisadas, con más de tres minutos de espera en una de ellas y, sobre todo, con dos errores flagrantes.

La tecnología, en forma de videoarbitraje, ha venido para quedarse y para ayudar. Y así será. Pero no deja de estar manejada por humanos y, por tanto, queda un pequeño margen para el error. Solo así se explica que, trazada la línea del fuera de juego, Pérez Pallas considere en Madrid que la posición es incorrecta. O que ni el encargado de esta herramiento en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas ni el debutante Ortiz Arias, que se acercó al monitor situado en el césped, vieran la falta clara a Ortolá en la acción del 2-1.

Queda para otro día el banderazo de Massó Granado a Dani Gómez, que arrancaba desde campo propio invalidando el fuera de juego. Ni tramas ni errores intencionados, pero un mal día sí tuvieron los colegiados. Sobre el campo y en la tele.

@juanjo_ramos