Cuando hace unas semanas se vinculaba con el Bilbao Basket el nombre del tinerfeño Sergio Rodríguez, algunos imaginaron que los vizcaínos habían echado el resto por el Chacho, en ese momento tentado por numerosos conjuntos para que dejara el CSKA Moscú. Pero no, se trataba del otro Sergio Rodríguez. También isleño, pero de Los Realejos. No un base, sino un alero de 2,04 metros y 25 años. Un jugador con menos enjundia que el lagunero, pero con tanta o aún más ilusión que su paisano ante una oportunidad, confirmada finalmente hace una semana, que le llega por fin tras muchos años de abnegado y silencioso trabajo en la LEB Oro.

"No sé si ya tocaba o no, solo que ya llegó el momento y que ahora hay que estar lo más preparado y motivado posible para que salga todo bien", comenta el exterior norteño sobre una puerta que se le abre en tierras vizcaínas, seguramente fruto de unos números cada vez mejores dentro del segundo escalón del basket nacional. Una progresión en la que mucho ha tenido que ver también "la paciencia" e igualmente el "no rendirse" y "mantener siempre la ilusión". Todo por un único objetivo: "Llegar a la élite de la manera que fuera".

La de la temporada 19/20 no será, sin embargo, la primera ocasión en la que Sergio disfrute del aroma de la ACB. Y es que en su etapa como canarista llegó a estar en pista 36 minutos en una decena de encuentros diferentes. Aparición esporádica que nada tendría que ver con su rol en este ejercicio venidero. Como diferentes serán las hechuras que muestre ahora aquel chico que, en el verano de 2014, con apenas 20 años, decidió hacer las maletas en busca de un futuro más próspero. "Soy un jugador más hecho y con un punto de madurez muy grande, como profesional y como persona; sobre todo provocado por estar fuera de casa y también por cambiar tantas veces de sitio", comenta Rodríguez cuando se le cuestiona sobre su evolución.

Progresión natural y a la vez labrada, que el alero tinerfeño es consciente debe ahora redoblar para que su regreso a la ACB no suponga una seca cachetada a la ilusión. "Intentaré ayudar al equipo en todo lo posible, sobre todo en los primeros meses en los que debo estar muy atento en ese obligado proceso de aprendizaje y adaptación a la liga", explica Rodríguez, que espera no defraudar la "total confianza" que parece haber depositado en él su nuevo técnico, Álex Mumbrú. Al menos en deseo y ganas Sergio ya tiene mucho ganado para acabar asentándose en la élite.

Cambio en su morfología física

En los escasos dos meses y medio que tiene entre el final de la pasada LEB Oro -donde se quedó a dos pasos del ascenso con el Ourense-, y el inicio de la Liga Endesa 19/20, Sergio trata de apurar un pequeño cambio morfológico que le garantice, al menos en lo físico, ser competitivo en la élite. Así, el alero tinerfeño trabaja estas semanas en dobles sesiones diarias, por la mañana junto a José González (en el centro especializado Sanaya) y por las tardes bajo la supervisión de técnicos como Toni Flores y Attasat Martín. "Tengo claro que en la ACB debo ser mucho más fuerte, porque aquí los aleros son más altos que en la LEB; debo tener más potencia y más músculo", explica sin tapujos. Una metamorfosis a la que acompañarán ciertas pinceladas de elementos técnicos gracias a su participación en sendos campus de élite, como el de perfeccionamiento de Javi Beirán, y otro posterior en Madrid auspiciado por Pablo Laso, y en el que coincidirá, entre otros, con el canarista Dani Díez.