Dicen las malas lenguas que el problema de Neymar es que ha quemado tan rápido etapas que su pensamiento empieza a parecerse al de un exjugador. Un exjugador de 27 años. De capricho en capricho, el brasileño se ha hartado pronto de la vida dulcificada que se le prometió en París: lujo, billetes, éxito y, de paso, algo de fútbol. El asunto se ha ido enquistando con cada batacazo europeo. En cierta medida, la vida de Neymar en los últimos tiempos se asemeja a aquella descripción que hizo de la tediosa segunda división italiana Luca D'Angelo, técnico del Castel di Sangro, hace años: "En la serie B no hay un solo momento de aburrimiento. Exceptuando los 90 minutos de partido".

Neymar quiere volver a sentirse futbolista y para lograrlo ha ideado un plan de rehabilitación que pasa por Barcelona. Nada como volver a donde fuiste feliz en busca del tiempo perdido.

El desenlace del caso Griezmann (que puede seguir estirando su argumento en los tribunales) dificulta sobre manera el futuro del brasileño con la elástica azulgrana. El futuro que él ha dibujado con mensajitos encriptados de amor. En su última intervención ante los medios, Bartomeu explicó la situación que vive el brasileño en París, en lo que parece una más que meditada estrategia mercantil. "Neymar quiere salir del PSG, pero el PSG no quiere que salga Neymar", reveló el presidente azulgrana, filtrando inocentemente, o al menos eso pretendía, el descontento del delantero en la ciudad de la luz.

Ahora, el delantero se sitúa en una encrucijada. París le ofrece más de lo mismo. Fútbol a cuentagotas, pero todos los caminos al lujo que en su momento le sedujeron. No parece que el menú del día parisino le colme. Barcelona le pone en bandeja volver a sentirse joven. Un atajo a la ordenada vida de futbolista. La oportunidad, una vez llegado el momento, de tomar el testigo de Messi. Pero no parece que el Barça tenga en su lista de prioridades el regreso del brasileño.

Víctima de sus malas elecciones, influenciado por un entorno inestable, la huella de Neymar en el fútbol puede borrarse antes de los planeado. Su revitalización parece pasar por un cambio de aires, el problema es dónde posar su talento. Ni el Madrid, que siempre coqueteó con él, parece ahora dispuesto a formar parte de su rehabilitación. Neymar busca un trampolín, pero nadie parece dispuesto a ofrecerle una segunda oportunidad. Solo necesita que alguien crea en él. Un acto de fe.