Aitor Sanz (San Agustín de Guadalix, Madrid, 13 de septiembre de 1984) escribe estos meses los últimos capítulos del libro más doloroso de su carrera: el de una lesión que ha estado cerca de alejarle definitivamente de lo que más ama, el fútbol. Reconoce que ha tenido "dudas", pero que siempre mantuvo "la ilusión" de regresar y hacerlo a un buen nivel. Sin vacaciones para completar su proceso de recuperación, sube cada día a la Ciudad Deportiva Javier Pérez para ejercitarse en solitario y fortalecer la pierna. Su objetivo, iniciar la pretemporada con el resto del grupo.

¿Cómo va la recuperación?

Bien, la verdad es que estamos cumpliendo plazos y va todo dentro de lo previsto. Estoy muy contento porque no siento nada de dolor. Eso es lo más importante. Estoy ganando fuerza poco a poco, haciendo cada vez más cosas y con muchas ganas.

Ha sido un proceso largo. ¿Se ve ya la luz al final del túnel?

Ha sido un proceso muy duro. Sobre todo en el momento que nos dimos cuenta de que el tratamiento conservador no había dado sus frutos y que era necesario operar. Fue un momento difícil para mí después de todo lo que había trabajado para llegar bien, lo fuerte que estaba en todas las zonas del cuerpo, menos en esa, para intentar compensar.

Se hundiría un poco?

Bueno, lo tomamos de la mejor manera, tratando de ser optimistas y poniendo toda la confianza en los médicos. Ahora lo veo como un mal momento, una pesadilla que sirve para aprender y para valorar mucho más las cosas del día a día.

¿Has llegado a pensar que tu carrera tocaba a su fin, que no volverías a jugar?

Tanto como pensar en el final no, pero es verdad que te acaban entrando dudas. Soy consciente de que tengo una edad y de que mi juego ha sido muy físico, que me lleva a tener un desgaste muscular y articular muy alto. Encima he jugado muchas temporadas y muchos partidos, más de treinta por temporada, y aunque soy de cuidarme y mantenerme bien de peso, pues sé que el cuerpo tiene unos límites. Creo que he pasado este mal proceso y hay gente que me dice que, como llevo dos años parado, esto me va a dar dos años más de fútbol y que tengo que aprovechar el tirón. Por eso, quiero recuperar el estado físico y apoyarme en la ilusión que ahora tengo, que es mayor que cuando tenía 20 años.

Repasemos el proceso. Se lesiona usted en marzo de 2018 y no parecía que la lesión fuera para tanto.

No, para nada. Es que ni nosotros mismos sabíamos bien cuál era el diagnóstico. Primero pensamos que era una tendinitis, luego parecía que iba a ser tendinosis y ahí decidimos visitar a otros médicos. Tampoco nos lo dejaron claro. Luego, a posteriori, el doctor Mikel Sánchez nos explicó que no era un diagnóstico fácil. Al no saber cuál era el tratamiento a seguir se planteó la implantación de factores de crecimiento, con el objetivo de regenerar la zona. El caso es que me iba encontrando cada vez mejor, pero a la hora de saltar al campo me daba cuenta de que no iba bien. Se me produjeron dos roturas musculares en la zona semitendinosa del gemelo y el sóleo con el tendón. Eso me hizo recaer y perder tono muscular en el gemelo, que es lo más importante. El tendón se fue desgastando cada vez más.

Se refiere a la pretemporada de la 18/19, en la que hay un paso atrás preocupante.

Fui a entrenar con el equipo y competir se me produjo la segunda rotura y eso fue un indicio más de que el tendón no está bien.

Llega el momento de tomar una decisión.

Sí, con todos los medios que puso el club y después de alguna visita externa dimos con Mikel Sánchez. Él nos dijo que había que probar un tratamiento conservador conmigo porque una operación podía no ir bien, que era un riesgo bastante alto y optamos por esa alternativa. Como resultado, conseguimos que la fuerza fuera la misma en la pierna buena que en la mala. Pero eso no me permitía competir y decidimos operar. El médico me enseñó luego una foto del tendón y tenía muchísima parte del tejido necrosado. Me dijo que era increíble que hubiera aguantado todo este proceso porque estaba muy mal. Pero es algo que no se ve hasta que no lo abres. Consiguió hacerme un apaño (bromea) y ahora me encuentro muy bien.

Creo que Santi Cazorla, que vivió una lesión parecida, le ha echado una mano.

Hablé con él gracias a un fisioterapeuta del Real Oviedo (Gabri Díaz), que es de un pueblo de al lado y le conoce. Él siempre me pregunta cómo voy y le dije que no sabía qué hacer. Me puso en contacto con él y la verdad es que puso todo de su parte. Es un crack. Me ayudó mucho. Me dio la opción de los dos médicos que le trataron. Incluso al sueco (Hakan) Alfredson, que pasa consulta en Londres y opera en su país. El Tenerife me dijo que no había problema, que me apoyaría si me decantaba por eso. Pero Santi me animó a probar antes con Mikel Sánchez. Salí convencido de allí porque te dice las cosas muy claras.

Y le toca irse a vivir a Vitoria, alejado del equipo, y trabajando cada día en recuperarse.

Fue difícil porque estaba fuera de mi entorno, del fútbol, que es lo que me gusta y me da de comer. Pero Mikel me lo dijo desde el primer momento: "Tu trabajo ahora es esto, olvídate del fútbol y céntrate en recuperarte". Mi familia pudo venir conmigo gracias al club y en ellos me apoyé, tanto en mi mujer como en mi hijo pequeño, que no te deja demasiado tiempo para pensar en otras cosas. Te levantas cada día, vas al tratamiento, a entrenar luego y así cada día. Trataba de estar pendiente del equipo, acercarme cuando jugaba cerca de allí. Pero es duro, sobre todo porque las cosas no iban bien en el equipo y sientes que no puedes estar ahí. Aunque sea para animarlos, darles consejos o lo que fuera.

¿En qué consistió la intervención quirúrgica final?

Pues en el tendón de Aquiles hay un tendón paralelo que no tienen todas las personas. Es un tendón que viene del mono y yo debo ser un eslabón perdido (bromea) porque lo tenía. Así que ese tendón viene bien para coser, ligar o enrollar el tendón de Aquiles. Me quitaron toda la parte podrida y con el gallito plantar me lo enrolló introduciendo factores plaquetarios para favorecer la regeneración y se acaba creando un tendón similar al que tenía, con una funcionalidad alta. Es impresionante lo bien que trabaja esta gente. A los futbolistas se nos da un bombo tremendo, pero estos especialistas merecen mucho más por lo que son capaces de hacer.

¿Quién se ha comido al Aitor preocupado o más pesimista de los días malos?

Pues sobre todo mi mujer, la de siempre. Le debo la vida porque siempre está ahí y nunca me ha puesto una mala cara. Solo tengo palabras de agradecimiento hacia ella.

¿Se castiga uno mucho cuando ves que no puedes ayudar al equipo?

Sí, sobre todo porque veía que podía ayudar si hubiera estado dentro. Lo veía claro. Mi rol dentro del equipo podía ayudar. Por ejemplo, se nos acusó de falta de carácter. No creo que fuera tanto eso porque no hubiéramos remontado tantas veces si no lo tuviéramos. Pero sí es verdad que quizás faltó activación antes de los partidos, esa mala leche dentro del campo para aprovechar los malos momentos del equipo contrario. Sé que hubiera podido aportar en esas situaciones. Futbolísticamente también, aunque en eso los compañeros lo han hecho bien. Creo que leer el momento, por experiencia, sí que podía haber ayudado.

Es que ha salido mal todo en la temporada.

Ha sido difícil desde el inicio hasta el final. Los primeros cinco partidos nos generaron muchísimas dudas. Con (Joseba) Etxeberria teníamos una muy buena comunión con el equipo. Él tenía sus cuatro o cinco ideas muy claras, pero no tuvimos el resultado esperado. Llevados también por las sensaciones, el club decidió prescindir de él. Con (José Luis) Oltra conseguimos un poquito de oxígeno al principio, pero es verdad que a la larga no logramos tener regularidad. No tuvimos una buena racha y eso nos condenó. Al final vino Luis César Sampedro que, en cuatro partidos, se ha llevado una nota alta. Vio los problemas del equipo y los ha sabido subsanar para sacarnos adelante.

¿Es uno de sus valores que ha sabido escuchar?

Sí. Y te digo que me ha producido mucha admiración. Me ha ganado a nivel psicológico porque tenía sus cuatro o cinco mensajes muy claros. Tampoco hablaba más de la cuenta, que es un error muy habitual de los entrenadores. Los mensajes terminan no llegando. Luis César lo tenía muy claro. Recuerdo que, después de ganar al Oviedo, no nos pasó la mano por la espalda. Nos dijo que habíamos hecho un buen partido, pero que había que pensar en Lugo. Se lleva todo mi respeto.

Me interesa que ahonde en la etapa de José Luis Oltra. Da la impresión de que, con una visión distinta del fútbol, necesitó empezar casi de cero. Y luego no tuvo la evolución esperada, aunque siempre estuvo fuera del descenso.

Su manera de entender el juego era muy diferente a la de Etxeberria. Eso lleva un proceso y cuesta. Quizás tenía muchos jugadores que no eran del perfil que necesitaba. Poco a poco fue consiguiendo adaptarlos, pero el equipo no estuvo a la altura en los momentos clave. En general, creo que también le ha pasado a él, nos hemos dejado llevar mucho por el ruido exterior. En esta categoría no te puedes permitir eso porque las diferencias entre los equipos son mínimas. Si sacas el pecho, te lo hunde. Si te hundes, te pasan por encima. Necesitas mantener un estado de ánimo óptimo en cada entrenamiento y partido. Es uno de los errores que cometemos en Tenerife, y seguramente en otros sitios como La Coruña, Oviedo, Málaga y demás, que al tener tanta afición acabas dejándote llevar por lo de fuera. La regularidad emocional te permite competir al máximo nivel en cada partido. Con José Luis no supimos llevar eso.

El mal de las grandes plazas.

Bendito mal porque a todos nos gusta jugar en estos sitios. Y por otro lado también te permite que haya partidos que hemos remontado en el Heliodoro porque la afición nos ha arrastrado o empujado. Tenemos que sacar esa corriente positiva, pero sin desequilibrarnos emocionalmente. Ese es el gran reto del entrenador. Y hay muy pocos que sepan hacerlo siempre.

¿Ha faltado en el campo gente que tenga ese peso, esa experiencia? Hablo de Carlos Ruiz, Raúl Cámara, usted mismo?

Puede ser. Es verdad que ha habido momentos durante el año que la gente con experiencia hubiera permitido saber leer los momentos de cada partido: cuándo no conceder y cuándo aprovechar los momentos. Pasa en todas las categorías. Puede que no hayamos estado al nivel y han estado otros. Es un año de mucho aprendizaje en este sentido, pero es algo que se va ganando con los años.

Hábleme de los rendimientos individuales. Quizás por esto que hablábamos, el entorno y todos los cambios se los han llevado por delante: José Naranjo, Borja Lasso?

La igualdad de la que hablábamos antes afecta. Que se ponga tanta responsabilidad en un jugador puede provocar que su rendimiento baje muchísimo. Si pudieran asumirla no estarían en el Tenerife. Estarían en el Valencia, el Atlético? Es que no hay tantos que marquen las diferencias siempre. Pedirle eso a Naranjo o a Malbasic es injusto. Lo que tenemos que hacer el resto es darle las facilidades para que ellos estén cómodos y puedan disfrutar del juego, que es como van a sacar su mejor versión. Pedirles que resuelvan siempre es generarles frustración y acabar provocando un mal ambiente contra ellos que perjudica al equipo. Que alguien esté llamado a marcar diferencias no quiere decir que tengan que hacerlo todos los días. Los que ganan los partidos son los equipos.

Me decía un futbolista de otro equipo que en Tarragona la presión la absorbía Emaná y que se generó el entorno propicio para que Naranjo estallara. Aquí, en Tenerife, hemos puesto el foco en él.

Es que aquí lo hemos vivido con jugadores como Ayoze Pérez o Nano, que se beneficiaron del entorno del equipo. Ayoze, por ejemplo, se encontró muy a gusto y no sintió esa presión. Con Nano también trabajamos mucho para que sacaran el talento. ¿Quién es el mejor extremo de la categoría? Puede ser Darwin Machís. Tampoco aparece todos los días. Y mira que está en un equipo donde trabajan todos para que él resuelva. Pero nadie le pide que sea en cada partido. Eso es irreal.

¿En qué nos debe servir todo esto mirando al futuro?

Hay mucho de lo que aprender. Para empezar, no poner las expectativas en el 16 de junio. El queremos ascender o queremos estar en el playoff no ayuda. Los objetivos se consiguen en el día a día. Tenemos que ganar el primer partido. Y después, el segundo. Paso a paso. Tenemos nuestra experiencia de este año, o la del vecino (UD Las Palmas), que quiso desde el primer momento fijar el ascenso como objetivo y a mitad de año ya era mantener la categoría. El rendimiento del equipo baja cuando se genera frustración.

Vamos, que Aitor Sanz prohibiría hablar de ascenso.

Yo sí. Si queréis un objetivo a largo plazo, el mínimo: salvar la categoría. Pero vamos poco a poco. Si es que el ascenso lo consiguen tres y lo quieren quince. Mira Las Palmas, que tenía una plantilla espectacular. Si algún jugador ganaba lo que aquí ocho o nueve. Ese es una de las grandes lecciones.

Pero es que en Tenerife se dispara la euforia o el pesimismo con dos resultados.

Creo que la gente mata al futbolista si ve desidia o dejadez. Pero creo que si ven que te matas en el campo no te machacan. Si yo he tenido buena prensa es porque la gente ve que yo lo doy todo. Si mi condición técnica no da para más o estoy en un mal momento, voy a seguir trabajando. La gente eso lo ve. Raúl Cámara, que no es el más dotado técnicamente, se va y se le despide de forma espectacular. Yo creo que la afición lo ve porque no todos somos Ayoze o Cristo. Porque no todos tenemos ese talento.

Me decía Raúl Cámara el otro día que esos futbolistas están un poco en extinción, que ahora hay mucha pose y mucha foto.

No se ve tanto, pero hay cosas positivas. Los jóvenes trabajan mucho en el gimnasio, que se cuidan al detalle. Borja Lasso es un buen ejemplo. Es un obseso de cuidarse, pero yo le digo que tiene que disfrutar más. Es verdad que el jugador de raza está un poco en extinción.

Pida un deseo para la 19/20.

Volver a jugar, a disfrutar dentro del campo. A nivel colectivo pediría que fuera una temporada bonita e ilusionante. Que se pueda generar un buen ambiente, para trabajar a gusto, porque cuando lo conseguimos en el Tenerife se disfruta muchísimo. Uno de los años más bonitos fue el del playoff y espero que todos lo podamos vivir de nuevo.