Un secreto a voces, una despedida a falta de que los clubes implicados lleguen a un acuerdo. Ya sea con el derecho de tanteo o sin llegar a él. Rodrigo San Miguel está más que decidido a no dar continuidad a su etapa como jugador del Iberostar Tenerife. Punto final a su periplo como aurinegro para regresar a casa, Zaragoza. En el tramo final de su carrera (34 años) el doble cero desea disfrutar de su mejor baloncesto en su ciudad natal. El base aragonés asegura que se marcha "perdiendo dinero" y con "mucha pena" por todos los que "le acogieron en la Isla desde el primer día".

¿Nos despedimos definitivamente por la Isla de Rodrigo San Miguel?

Bueno, mi intención es un cambio de aires, y mi deseo, como ya he comentado aquí en Zaragoza, es volver a casa y jugar en mi ciudad. Si de mí dependiera creo que el ciclo en Tenerife se ha acabado.

¿No hubo posibilidad ninguna de que siguiera en la Isla?

Bueno, hubo intención por parte del club, y de hecho me propusieron una oferta para renovar. Pero mi decisión fue meditada, lo hablé mucho con mi mujer y al final pensamos que volver a casa era lo más acertado. También puedo decir que sin esta posibilidad, con toda seguridad hubiera seguido en Tenerife, y de hecho se lo dije a mi agente, que no me merecía la pena salir al mercado. Pero se cruzó por medio Zaragoza y a causa de varias circunstancias creí que era el momento adecuado para volver.

¿Qué hubiera hecho falta para poderlo renovar?

Pues... Era complicado, porque no se trata de un tema de dinero. No me voy a Zaragoza a cobrar más porque a priori la oferta del Canarias era mejor. Es algo personal, de llevar tanto tiempo fuera, de tener la oportunidad de jugar en ACB en Zaragoza, el niño... No hay mucho más.

¿Entiende que el Canarias lo meta en el derecho de tanteo?

Bueno, lo respeto. Conozco las normas de la liga y sé que tienen esa posibilidad; vamos a esperar a que se abra el plazo, pero parece que sí, que quieren ir...

Pero lo lógico es que si usted tiene tan clara esa decisión se llegue antes a un acuerdo...

No lo sé. Yo sé lo he hecho saber al club, en concreto a Aniano Cabrera, que mi intención, tras escuchar las dos ofertas, era irme a Zaragoza. A partir de aquí veremos qué quieren hacer. Respetaría que fueran al tanteo porque tienen ese derecho, pero también me gustaría que respetaran mi decisión.

Da la sensación, al menos de cara a la afición, de que su salida se produce por la puerta de atrás...

Eso es lo que más pena me da. Si Tenerife tiene algo que voy a añorar es a su gente y a su afición, y cómo se han portado conmigo estos cinco años. El no haberme podido despedir de todos de una forma bonita, en el campo; porque contra el Unicaja estaba seguro de que íbamos a volver al Santiago Martín, pero al final... Espero que la afición y la gente del club entienda el por qué de mi marcha, y que tengan claro que el cariño que yo guardo hacia Tenerife es inmenso.

Siendo un jugador tan valioso en los esquemas defensivos del técnico, ¿no cree que le rompe un poco los esquemas a Txus Vidorreta?

Supongo que sí, y quizá él pensaba en mí como una pieza clave al menos para la siguiente temporada, pero al final la decisión es mucho más que deportiva. Aunque ellos me quieran yo también tengo que pensar en mí y en mi familia.

Su marcha será solo una más de las muchas que parece que se van a producir este año en el Canarias...

Sí, parece que será un verano diferente, de reconstrucción y de cambios, aunque todavía hay jugadores de los que se está pendiente. Habrá cambios y gente nueva, y solo les puede desear lo mejor. Durante muchos años han demostrado tener buen ojo a la hora de fichar y no hay que asustarse, seguro que llegarán buenos jugadores.

¿Con qué se queda de estos cinco años en la Isla?

Con muchas cosas, entre ellas con el cariño y las facilidades que me trasmitió la gente desde el minuto uno que llegué. Nos llevamos amistades que serán para siempre, y también esos momentos de después de los partidos en los que salíamos de nuevo a saludar, algo que solo pasa en Tenerife. Ese es el gran activo del Canarias. Y por supuesto que me quedo con el nacimiento de mi hijo, algo que seguro que él valorará con el tiempo. Tengo decidido con mi mujer Marta que volveremos cada verano.

¿A qué compañero se llevaría para Zaragoza?

Evidentemente que me llevaría a Javi [Beirán], a Tim [Abromaitis] y a Nico [Richotti], que no solo son con los que más tiempo he jugado, sino que además son grandes amigos con los que he conectado mucho. Y también a Ferran, al que le he cogido muchísimo cariño, y al que he visto evolucionar, aunque creo que él necesita sentirse importante y crecer solo.

Otro que debe progresar, y mucho, es Carlos Alocén, con el que ha dicho que sería un lujo jugar...

Sí, sí. Me hace ilusión porque lo conozco casi desde que era un niño y me asombra la proyección que ha tenido. El poder ayudarlo y ofrecerle ese puntito de experiencia me hace ilusión, ser el veterano que lo pueda guiar al menos un tiempo.

En Zaragoza le ofrecen dos temporadas y una tercera opcional. Usted con 34 años, ¿puede estar ante su último contrato importante o se ve con cuerda para mucho más tiempo?

Me veo con cuerda, otra cosa es cómo funcione el cuerpo con el paso de los años. Afortunadamente no he tenido hasta ahora ninguna lesión grave y me encuentro bien. Creo que tengo baloncesto para rato.

La ilusión de la selección española

San Miguel ha tenido la oportunidad de debutar con España en las ventanas clasificatorias para la Copa del Mundo de China. Un escaparate al que no podría negarse, pese a que dicha presencia le llevó a una lesión que le condicionó su final de curso con el Canarias. "No puedo decir que no. Es la selección, la ilusión que tiene cualquier jugador desde joven. A mí me llegó con 33 años y cada vez que he tenido la oportunidad la he disfrutado como un niño pequeño, aunque tuviera la mala suerte de lesionarme en un partido con ellos; esa lesión coincidió con otras y con un bache del equipo... Pero renunciar a la selección hubiera sido ir en contra de mi convencimiento", reconoce el aragonés.