Finaliza la temporada 18/19 para el Tenerife y también el breve vínculo laboral de Luis César Sampedro con el club. El equipo, ya liberado del temor de descender, cerrará el curso este domingo recibiendo al Zaragoza en una tarde de despedidas de varios jugadores y probablemente también de un entrenador que prefiere no hablar de lo que pasará después. Cuando se le pregunta sobre su renovación, se limita a recordar que asumió un reto de solo cuatro jornadas

¿Cómo ha sido la semana?

En las anteriores jugamos tres finales y ahora no es así. Sí será un partido importante, porque queremos acabar ganando, pero lo afrontamos de otra forma, porque la tensión y el sufrimiento se han reducido; no así las ganas de ganar y de dar una alegría a nuestra gente. Será un buen día para despedir la temporada y trata de ganar y gustar; si es posible, las dos cosas.

¿Tendrá en cuenta la marcha de varios jugadores a la hora de decidir la alineación titular?

El once será diferente al de Lugo. Habrá un poco de todo. El objetivo es gustar y ganar, pero hay más, como ver a algún jugador que no estuvo en las últimas alineaciones.

¿Podría jugar algún canterano?

Existe esa posibilidad. No voy a dar nombres, pero podría ser.

¿Y un relevo en la portería para que Ángel debute en Liga?

Podría ser. Pero no me tiren de la lengua. Los chavales no sabrán la alineación hasta el domingo.

¿Qué tipo de partido espera?

Tenerife y Zaragoza son dos equipos liberados que van a tratar de dar un buen espectáculo. El tipo de fútbol del Zaragoza es atrevido, y nosotros vamos a hacer lo mismo. Espero un partido entretenido. Ninguno tiene la soga el cuello y estamos sin miedo a nada.

¿Nota al grupo más aliviado?

Los estados de ánimo son contagiosos, y un equipo de fútbol es un conjunto de seres humanos que saben que unos dependen de otros para vencer. Ganar pone de buen humor. Es una causa efecto: con buen humor es más fácil ganar. Al final, es una pescadilla que se muerde la cola. La gente está de buen humor porque está liberada, porque se ha salvado. ¿Está feliz? Sí, es así. Es como una espiral, la causa y el efecto. Los jugadores están de buen humor y espero que eso nos lleve a ganar el domingo.

¿El equipo estará más suelto?

Es posible, porque la repercusión del resultado siempre está en la cabeza del futbolista. Las preocupaciones nos invaden constantemente, y jugar así no es fácil. La cabeza puede ser nuestro peor enemigo. Cada uno tiene sus pensamientos y a veces mi propia cabeza me trata fatal. Eso le pasa al ser humano, a los jugadores. Pero esta semana la cabeza no nos está tratando fatal; no nos habla mal porque no tiene nada que decir. No nos dice: Ay, Luis, como no ganes el domingo... Los jugadores están liberados y pienso que no deben tener esa losa emocional con la que juegas cuando estás en problemas. Ahora, las expectativas son las de que el equipo juegue suelto, alegre, sin medio al error y con atrevimiento y valentía. Esos son los ingredientes que creemos que tenemos, porque hay buen humor y sabemos que el partido no va a tener repercusiones negativas ni definitivas aunque se nos tuerza.

¿Será su último partido?

Mi situación no ha cambiado. En su momento dije que había venido para cuatro partidos y llevo tres. Cuando termine el cuarto, me podrán preguntar. Cuando llegué quería que me sobrase una semana para no vivir un calvario.

¿El riesgo de venir al Tenerife se ha convertido en una oportunidad por haberlo salvado?

No pienso en eso. No hago esos análisis. Hubo un riesgo y lo asumí porque creía que nos íbamos a salvar. Si no, no hubiese venido. Había un riesgo porque si descendía el Tenerife, el que lo descendía era yo. En este mundo del fútbol, el que atraviesa la meta es, para bien o para mal, el triunfador o el culpable. Pero estaba convencido de que me iba a salir bien. Siempre hay un cincuenta por ciento cuando tomas una decisión. Y un cincuenta por ciento es mucho. Vine seguro de que este equipo se iba a salvar, y quería salvarme sin llegar a la última jornada. En mi mente no vine para cuatro partidos, sino para tres. Lo digo ahora públicamente. No quería vivir esta semana con la soga al cuello. He tenido suerte y me encontrado con un buen equipo, con jugadores receptivos e implicados a tope, con la afición volcada en el partido con el Oviedo... Todo ha sido positivo.

¿Le gustaría que le recordaran como el entrenador que salvó al Tenerife de un descenso?

No. Yo vine a echar una mano, a ayudar, a trabajar, a hacer lo que sé... He estado aquí cuatro partidos y ya está. El mérito es de todos. Con tres partidos no se salva un equipo; se tiene que salvar con los puntos de los demás partidos.

¿Qué balance hace?

En estos cuatro partidos había doce puntos en juego y resolvimos el problema sumando cuatro de nueve. ¿Mi resumen? Vine a un equipo que tenía problemas y nos ha sobrado una jornada, así que estoy muy contento. No sé si los demás pensarán igual, pero yo sí lo hubiese firmado. Si no, imaginen cómo habría sido esta semana. Me dirían que recibiremos a un rival que no se juega nada, pero el Cádiz se enfrentó el otro día a un rival que no se jugaba nada, el Extremadura, y ahora está fuera de los puestos de promoción. Estoy cansado de ver equipos que no se juegan nada y mutilan tus opciones de éxito. Aquí eso está zanjado. Pase lo que pase el domingo, a ninguno le va a suponer una tragedia. Queremos ganar y poner a chicos que han jugado poco o nada. No es decir que el objetivo de Luis César es ganar. Sí lo es, pero hay más cosas que tendré en cuenta.

¿Cómo valora la aportación de sus ayudantes?

Excepcional. Todos me han hecho la vida muy sencilla, empezando por Cristo (Marrero). Que saliese bien dependía de todos, no solo de mí. Cada uno ha arrimado el hombro. Una de las claves ha sido la simbiosis entre la afición, los jugadores, el cuerpo técnico... Lo metimos en una coctelera y en tres partidos lo hemos resuelto.

¿Cómo es su relación con el presidente y el director deportivo?

Me han dado todas las facilidades del mundo para poder desarrollar mi trabajo. Estoy muy contento y satisfecho por el trato recibido.

¿Qué le dicen por la calle?

Me conocen pocos, de momento, pero los que me ven y me reconocen, dicen que están felices.

¿Qué destacaría del Tenerife?

Cómo se vive el fútbol aquí, el campo, la afición... El Tenerife es un grande, un transatlántico en la categoría. Es un club de los más importantes del fútbol español y, evidentemente, de Segunda División. Vi por la tele las gestas del Tenerife, aquellas victorias ante el Real Madrid y los partidos en Europa. No soy un chiquillo y me acuerdo. Además, he venido muchas veces de jugador y de entrenador. De repente surgió la posibilidad y no la pude dejar pasar. O la aceptas o no la aceptas, y te puede ir bien o mal en un cincuenta por ciento. El riesgo existe, pero muchas de las decisiones más importantes son instantáneas, No tienes mucho tiempo para reflexionar. Dar un paso y saber cómo va a ser el siguiente no siempre es posible. A veces hay que cruzar el río para saber qué hay en la otra orilla, y te puedes mojar y te puedes ahogar. Yo lo crucé y estoy contento por haber venido.

¿Qué mensaje dejaría?

La temporada llega a su fin y ya tendrá su análisis. El pasado es el que es. A veces, un pasado doloroso es necesario. Puede ser el inicio de algo positivo para el futuro. No puedes cambiar una experiencia negativa ni volver atrás, pero sí puedes convertirla en necesaria, en los cimientos de un futuro éxito.