Paciencia y perseverancia. Con estas premisas se ha plantado el Iberostar Tenerife en la final de la BCL tras acabar superando con holgura a los anfitriones del Tenenet Giants Antwerp. Pese al 70-54 final, los laguneros se vieron obligados a apretar los dientes y tener nervios de acero para revertir un arranque muy deficiente y en el que se llegaron a ver 10 abajo (12-22). Un sobresaliente trabajo defensivo (solo 34 puntos recibidos en los tres cuartos finales), la aportación de Giillet en los momentos más delicados, la solvencia en el poste de Beirán, y la recuperación para la causa de un enorme Niang bajo los aros tuvieron mucho que ver para que el cuadro canarista saliera vivo del Sportpaleis y mañana luche, contra la histórica Virtus, por su segundo entorchado continental.

Sendas buenas manos en línea de pase de San Miguel y Brussino parecían ser síntomas de un arranque sólido del Iberostar (4-3). Pero nada más lejos de la realidad, ya que en el 5x5 a los laguneros les costaba un mundo no solo anotar, sino incluso llegar al borde de la posesión con una situación clara de tiro (7-14). Con las ideas colapsadas y descolocados en el rebote (5 a 11 en el acto inicial), los de Vidorreta comenzaron a sumar pérdidas, permitiendo que el Antwerp corriera a placer hasta el punto de fabricar en el primer cuarto 10 puntos por esta vía. Pese a una buena acción interior de Saiz y un triple de Gillet (12-14), la explosividad y versatilidad de Tate pusieron en evidencia a los laguneros, que, negados en el tiro, llegaron a verse 10 abajo al inicio del segundo acto (12-22).

Vidorreta trató de frenar la hemorragia sin un cinco nato en cancha y al menos logró un mayor equilibrio pese a que Tate mantuvo en jaque a la defensa canarista. Con Gillet anotando desde fuera el Iberostar logró no impacientarse y, en medio de un partido ya angosto en los dos aros redujo poco a poco su desventaja. Un trabajo que contó con la ayuda de una notable mejora en el rebote, pero sobre todo con el impulso de un motivado Petit Niang, que le dio mucha solidez al juego interior en particular (y a toda la defensa canarista en general) y sacó partido del par de balones que le llegaron cerca del aro. Se explica así un parcial de 10-0 para el 24-24 y otro impulso para dejar a su rival en solo seis puntos en el segundo acto y alcanzar el descanso cinco arriba (31-26).

Un triple de Kalinoski para abrir boca en el tercer periodo hizo pensar en la recuperación local (31-29), pero ahí Javi Beirán decidió dar un clínic en el poste bajo, surtiendo de balones a sus compañeros primero, y finalizando él mismo después. Así, los isleños se dispararon hasta el 41-31, gracias también a haber endurecido sus prestaciones defensivas y a un mayor control del rebote, en el que mucho tuvo que ver la implicación de los pequeños (23 a 12 en rechaces entre el segundo y tercer cuartos). Con Paris Lee anulado por San Miguel (1/9 en tiros de campo), el Antwerp recurrió a segundas opciones para agarrarse al duelo (43-39), pero como ya había sucedido antes del intermedio, a los laguneros no le temblaron las piernas (47-42) para llegar muy entero al momento de la verdad.

Un instante, el de los diez minutos finales, que apenas tuvo historia porque una vez el Iberostar se había terminado de armar atrás (recibió 20 puntos en 19:30") sacó a relucir otra de sus armas letales, la del tiro de tres (5/7), en la que Nico Brussino, como viene acostumbrando últimamente, estuvo tan frío como acertado. Dos triples del de Santa Fe terminaron de desnivelar la balanza (55-42, 33') pese a que los de Roel Moors volvieron a incidir en el rebote ofensivo. El Canarias ya carburaba perfectamente y en esa velocidad y revoluciones es un equipo de fiabilidad máxima. La misma que, eso sí, necesitará para la final de mañana.