El partido más pasional, el más caliente y el de mayor tensión de cada temporada, requiere esta vez del Tenerife un manejo más cerebral. No hay dos partidos iguales, tampoco hay dos derbis que se puedan medir de la misma manera. Este de hoy exige al Tenerife un ejercicio de prudencia, de inteligencia, de madurez. El equipo de Oltra es mejor cuando se desata, hace más daño en transiciones -como se demostró ante Osasuna-, que en ataques estáticos, pero para generar situaciones como esas es conveniente no perder el control.

No hay dudas respecto a la aplicación de los jugadores en un partido así. El Tenerife de esta tarde improvisará el carácter que tanto se le ha echado en falta durante toda la temporada, porque en situaciones excepcionales aparecen versiones excepcionales de los equipos. La de hoy es una de ellas. Sobre esa base se pueden ganar batallas individuales que otros días se han perdido -el mejor ejemplo, ante el Almería-, y luego, esperar el momento en que se produzcan las ventajas en el área, que llegará.

Enfrente hay un rival imprevisible. La victoria sobre el Lugo ha liberado mucha tensión en el bando amarillo. Es un equipo que sufre sin la pelota y que ha intentado, sin conseguirlo, adaptarse a los cambios de entrenador. Ahora juega a contraestilo, porque no parece que pueda hacer descansar sobre sus centrocampistas un modelo de fútbol combinativo. Al fin y al cabo, Pepe Mel maneja un plantel construido para jugar un fútbol antagónico al suyo (el que proponía Manolo Jiménez).

A pocas horas del duelo, tenemos no pocas certezas con respecto al Tenerife que veremos, y todas las dudas en relación con qué UD aparecerá hoy. Creo que hasta ellos las tienen, ahora que se ven salvados. En el lado de Oltra, se da por sentado un desempeño muy intenso, mayor concentración de la habitual en la defensa de acciones a balón parado, y un rendimiento elevado en sus referentes. Ganará el que tenga más cabeza.