El Iberostar Tenerife estará de nuevo en las semifinales de la Copa del Rey. Se lo merece porque ayer, ante Unicaja, jugó un partido con mucha cabeza, con frialdad en los momentos claves y supo marcar diferencias ante un rival que partía como favorito para este encuentro. La suerte para los aurinegros es que Unicaja se lo creía antes de empezar... El nombre de Tenerife se escuchó mucho ayer en Madrid, en las gradas del pabellón WiZink Center, pero también en las calles y en las plazas de la capital de España. Hubo mucho colorido aurinegro que se dejó notar en las gradas ya avanzada la segunda mitad; porque hasta esa fase del partido, los aficionados canaristas que vinieron fueron más espectadores que seguidores.

Un mínimo de cuatro aviones salieron ayer por la mañana de Tenerife rumbo a la capital de España y la mayoría de los pasajeros venían al WiZink Center, ilusionados y con ganas de disfrutar de baloncesto y de este evento único que convirtió a Madrid en la ciudad del basket por unos días.

Y el equipo respondió en la cancha a base de coraje y frialdad. Txus Vidorreta supo mover muy bien el banquillo y, a diferencia del partido ante el Burgos hace solo cinco días, la segunda unidad del Iberostar Tenerife respondió cesta vez como se esperaba, empezando por Ferrán Bassas -gran partido el suyo-, pasando por Niang Petit, Brussino y por un Nico Richotti que hizo un trabajo oscuro pero eficiente sobre Jaime Fernández al que secó durante algunas fases del encuentro.

Ganar al Unicaja Málaga era un reto para el Iberostar y se consiguió a base de coraje, fuerza, pero sobre todo de ganas. Este equipo, cuando quiere, tiene algo que no tienen los demás y eso lo ha llevado a las semifinales de la Copa y a disfrutar ahora de la posibilidad de pensar en algo más grande, porque ya puestos, soñar es gratis.

De momento está clasificado para las semifinales y mañana sábado será otro día.