Futvóley
De no querer jugar a ser campeona europea
La tinerfeña Yosy Silva brilla junto a Keyla Faria con una hazaña en tierras alemanas que consagra el dominio español en la disciplina

Yosy Silva (izquierda) y Keyla Faria (derecha) celebran su histórica victoria en el Campeonato de Europa de futvóley en Schwabisch Gmund. / Jens Körner / Bildermacher Sport

Oro continental con acento canario. Por primera vez en la historia del futvóley europeo, un país ha logrado inscribir su nombre en lo más alto del palmarés de ambas categorías, masculina y femenina –aunque en ediciones distintas–. Una proeza sin parangón que se materializó recientemente con una tinerfeña como figura estelar. Se llama Yosy Silva, tiene 23 años y acaba de conquistar el oro continental junto a su compañera Keyla Faria, logrando el título en Schwabisch Gmund (Alemania) frente a Portugal.
No hace falta escarbar demasiado para entender que la consagración de Yosy es, sobre todo, una historia de raíces. Nacida en Los Cristianos, su irrupción en el futvóley no fue fruto del azar, ni siquiera de una vocación inmediata. Fue, más bien, por herencia. «Mi padre llevó el deporte a Canarias», recuerda. «Empezó él, luego mi hermano, y yo jugaba a vóley playa. Pero durante la pandemia, cuando solo se podían hacer deportes de cuatro personas, empecé a entrenar con ellos… y me enganché», añade.
ADN de campeones
La escena se esboza con una mezcla de ternura y pulso familiar. Una adolescente que prefería la red del vóley playa y un padre –Sergio Bocha Silva– que jamás claudicó en su idea. «Imagínate, yo no quería ni jugar, pero ahora le atribuyo a él todo lo que he conseguido». La tinerfeña, que también ha sido subcampeona del mundo, no habla de admiración gratuita. Su padre es la semilla de un proyecto que ha revolucionado el futvóley en Canarias. Junto a sus hijos, fundó la escuela Serfay –la primera de la disciplina en Canarias–, cantera y trampolín de muchos talentos que ahora despuntan a escala nacional.
Si uno se pregunta qué convierte al futvóley en algo singular, Yosy responde sin titubeos: «Es un deporte complicado al principio, necesitas fuerza y compromiso, pero cuando aprendes es divertidísimo. Vas a la playa, juegas con amigos, después te tomas algo. A mí me encanta la vida de playa, así que es perfecto». Suena como una postal, pero es una rutina con la que ella ha forjado una carrera que ya es de élite a sus 23 años.
El futvóley, gestado en las playas de Río de Janeiro, sigue siendo un deporte embrionario en Europa. Sin embargo, en España –y especialmente en enclaves como Valencia, Cataluña y Canarias– comienza a forjar su propia identidad. «España es potencia en vóley playa, y el futvóley tiene muchas similitudes, así que le veo mucho potencial. El problema es que la gente no lo conoce lo suficiente», reconoce Silva.
Tres finales, una corona
La consagración de la aronera en Baden-Wurtemberg fue el desenlace de tres años chocando contra la misma pared. «Llevábamos mucho tiempo jugando por ello. Habíamos llegado a tres finales europeas y perdido. Era un poco duro ya, como deportista. Pero esta vez se dio y fue una alegría increíble», explica. Perseverancia es la palabra que encapsula su viaje.
La victoria cuenta, además, con un tinte aún más simbólico, porque su hermano, Facu, se proclamó campeón de Europa en la categoría masculina en 2022. «Eso lo hace aún más especial», confiesa. Por tanto, lo de Alemania trasciende lo meramente individual y se autoimpone como una doble corona familiar. Podría considerarse como una epopeya grabada con ADN Silva.
El Mundial como objetivo
A pesar de la medalla de oro continental, la sureña no se detiene. Su siguiente ambición ya tiene nombre: el Campeonato Mundial, «su gran sueño», aunque es consciente de que para ello «hay que trabajar mucho». «En Brasil, las jugadoras llevan 20 años jugando, desde pequeñas», añade. Las diferencias estructurales no la asustan, aunque sabe que el reto es hercúleo: «En Brasil es uno de los deportes principales, y las jugadoras están muy desarrolladas».
Al ser preguntada por sus referentes, la atleta aronera no mira a las estrellas cariocas ni a ídolos europeos. Su inspiración brota de su hermano y de su padre, de quienes «aprende constantemente». Heredera de una pasión familiar, Yosy Silva ya es una de las figuras más deslumbrantes del futvóley femenino español.
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