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Sergio Rodríguez, Hijo Predilecto de La Laguna: "Más que un reconocimiento, recibo un compromiso"

San Cristóbal de La Laguna otorga su título más notorio al que ha sido su mejor embajador

Luisfer Cabeza

Luisfer Cabeza

La Laguna

Afincado en Madrid desde su retirada del baloncesto profesional en verano de 2024, a Sergio Rodríguez Gómez (La Laguna, 1986) le toca ahora recibir todo el cariño que se labró con creces durante su dilatadísima carrera en el deporte de la canasta. 

Este lunes, en el Salón de Plenos de San Cristóbal de La Laguna, el Chacho aceptó el más noble y honorable reconocimiento del que un adelantado puede ser objeto: el título de Hijo Predilecto del municipio. El suyo, al que pertenece el barrio de El Ortigal, en el que se crio hasta que, con apenas 14 años y tras pasar por La Salle y el Unelco Tenerife, su desbordante talento y la ilusión de llegar a la élite le valieron un billete para el prestigioso Centro de Formación Siglo XXI del País Vasco, en el que completó su formación durante tres campañas. 

«Crecí con un fuerte sentimiento de ser de La Laguna y lo llevé conmigo a todas partes. No dejo pasar la oportunidad de recomendar la visita obligada a este municipio a todos los que me preguntan cuando vienen a la Isla», manifestó el protagonista de la noche. «Es un honor que llevo en el corazón con profunda gratitud. Hoy, más que un reconocimiento, recibo un compromiso. Llevaré este nombramiento con mucha responsabilidad y humildad», apuntó el galardonado en tono solemne. 

Salido de Aguere, la trayectoria de Rodríguez arrancó con tres temporadas en ACB. Después, cuatro en la NBA, otras seis en la Liga Endesa, una última en el mejor baloncesto del mundo, dos años en Rusia, tres en Italia y las dos definitivas otra vez en ACB: dos décadas de Chachismo, la filosofía de juego y de vida que acuñó casi sin querer y que se sustenta sobre una sonrisa dentro y fuera de la pista. 

A Sergio, que comenzó imberbe y con pelo corto, le acompañó siempre la naturalidad que, curiosamente, acaba haciendo distinta a un deportista de élite. Ni su etapa en Vizcaya, ni los 11 años que pasó en la capital de España entre Estudiantes y Real Madrid, ni los seis en Estados Unidos entre Portland, Sacramento, Nueva York y Filadelfia, ni los dos en el frío de Moscú ni los tres en la afamada Milán borraron el acento canario de sus intervenciones. Una parte de La Laguna viajó con él a todas partes y, a su vez, una parte del pequeño Sergio sigue todavía en El Ortigal. Y seguirá para siempre. 

El Chacho, apodo que hizo suyo y lució siempre con orgullo, se convirtió con el tiempo en el mejor embajador posible para la Isla y para Aguere, que siempre presumió de uno de sus más ilustres. Este lunes, con la poblada barba que un día dejó crecer y nunca más cercenó, la sonrisa inocente del niño que disfrutaba compartiendo la pelota y divirtiendo a sus compañeros y, también, la experiencia del hombre adulto en el que se ha convertido con el paso de los años, Sergio aceptó orgulloso la distinción que La Laguna le ha brindado. 

Lo hizo acompañado de su familia y amigos y, aunque con una razonable altísima expectación mediática, sin grandes alardes y sin el afán de protagonismo habitual en los personajes afamados. De una forma terrenal, como es uno de los mejores deportistas de la historia de Canarias. Como es Sergio Rodríguez Gómez.

Apenas unos minutos antes de recoger el pergamino enmarcado que le entregó Luis Yeray Gutiérrez, alcalde del municipio, Sergio había traspasado sonriente la puerta que daba acceso a una sala anexa al Salón de Plenos. Aunque nunca se sintiera cómodo siendo el centro de atención fuera de la pista, lo cierto es que está acostumbrado. Conjunto azul marino, sonrisa generosa y máxima pulcritud. 

Engullido en un ambiente de corbatas, americanas, trajes elegantes y tacones, Sergio eligió saludar, antes de acceder al estrado, a los guardias ataviados con vestimenta de gala (muy llamativa, por cierto) que escoltaron la sala. Se acercó él a ellos, no al revés. 

En el Salón de Plenos, por supuesto, ni una silla vacía, ni en la mesa ni en el espacio habilitado para asistentes. Ni un solo hueco para un fotógrafo o una sola cámara de televisión más. Ni el más brillante Sergio Rodríguez hubiese sido capaz de dibujar una línea de sus maravillosos pases entre toda esa gente. 

En el acto estuvieron presentes los concejales de la Corporación municipal, además de otros invitados institucionales de administraciones como el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Tenerife, el Parlamento de Canarias y otros ayuntamientos de la Isla. 

El más dichoso de todos, por supuesto, fue Luis Yeray Gutiérrez. El primer edil, reconocido amante del deporte, abrió y condujo un acto que comenzó con música de violín y guitarra española. Sonó la melodía de Nube de hielo, de Benito Cabrera.

Gutiérrez inició su intervención definiendo a Sergio como «uno de los jugad ores más determinantes y carismáticos que ha dado el baloncesto español en las últimas décadas». «A lo largo de su carrera, ha contribuido a promocionar el nombre de nuestro municipio a nivel nacional e internacional, tanto en los distintos clubes en los que ha jugado, como en las destacadas participaciones que ha tenido en la selección española, formando parte del combinado nacional más brillante de nuestra historia», declaró el alcalde.

El primer edil continuó exponiendo que, con el título, «La Laguna reconoce una trayectoria profesional difícilmente igualable». «Pero, también, los valores que Sergio Rodríguez que siempre ha representado dentro del mundo del deporte y que son extrapolables a nuestra vida: su trabajo incansable, desde muy joven, la capacidad para liderar al equipo, su exquisita deportividad y su compañerismo».

Por su parte, Sergio Rodríguez, destacó que recibir este título y quedar «ligado de una manera tan directa» a su ciudad, es un honor que llevará «siempre en el corazón con profunda gratitud». «Esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, llena de historia y cultura, me ha visto crecer y forjarme como persona, brindándome valores, inspiración y una identidad que va siempre conmigo».

Y llegó el momento. Tras un atronador aplauso Luis Yeray solicitó el marco con el título y se lo entregó orgulloso al Chacho. El de El Ortigal lo hizo suyo, cómo no, con una sonrisa. Enfrente, la mirada orgullosa de su padre y la emoción de su madre y su pareja. Detrás, un municipio que le adora. 

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