La superación de la tinerfeña Davinia Dorta: de tener miedo a arbitrar a dirigir una Supercopa de España

La tinerfeña pita también fútbol y fútbol playa y ejerce como asistente en Tercera División

Empezó tarde y tuvo alguna mala experiencia, pero se ha convertido en una referencia nacional

Davinia Dorta muestra una cartulina amarilla.

Davinia Dorta muestra una cartulina amarilla. / El Día

Santa Cruz de Tenerife

Natural de Tacoronte, Davinia Dorta Figueroa es una de las colegiadas con más presente, y más futuro, del Comité Técnico de Árbitros de la Federación Interinsular de Fútbol Tinerfeña. A sus 33 años, Davinia destaca como una trencilla excepcionalmente polifacética: pita y asiste en fútbol, en fútbol sala y fútbol playa y, por si fuera poco, lo hace de forma sobresaliente. No en vano, acaba de dirigir la final de la Supercopa femenina de fútbol sala, que se disputó en Móstoles hace apenas unos días y en la que, como anécdota curiosa, dispuso por primera vez del VAR.

En el evento, Dorta estuvo asistida por hasta cuatro compañeras, entre las que destacaba, por ejemplo, la trencilla internacional Noelia Gutiérrez, del Comité Castellano-Manchego. Un detalle, este último, que pone de manifiesto la confianza que los organismos nacionales mantienen en la tinerfeña.

Su talento y su gran recorrido invitan a pensar que la tacorontera comenzó pronto en el arbitraje, pero no fue así. Davinia se colgó el silbato al cuello tarde, pero en él encontró a un compañero que ha acabado marcando su desarrollo vital.

Amante del deporte desde muy pequeña, eligió Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, por lo que se tuvo que desplazar a Gran Canaria (este grado no se oferta en la Universidad de La Laguna). Fue en la etapa universitaria cuando, en tercero de carrera, cursó una asignatura llamada Arbitraje Deportivo. Le picó «algo» y, al tener un compañero de clase que ya era árbitro, dio el paso.

El comienzo fue muy rápido. Davinia entendía bien el fútbol, llevaba jugando casi toda la vida. Con 14 años, sin ir más lejos, iba corriendo desde su casa hasta El Sauzal para entrenar en categoría infantil con un equipo mixto. Después, se quedaba a entrenar con el femenino, que era absoluto. «No tenía nada que ver», lamenta al referirse a la situación con la que tenían que lidiar las chicas que querían jugar a fútbol, que debían saltar de infantil a senior (los chicos, pasaban por dos años en cadete y tres en juvenil).

El conocimiento del juego, sus dotes académicas y su estupendo estado físico hicieron que Davinia superarse el curso de iniciación al arbitraje con mucha facilidad. Entonces tuvo que elegir: jugar, o pitar. «Tenía 19 años y pensé que ya estaba claro que como futbolista no iba a poder llegar lejos», explica ahora. El tiempo golpeando la pelota, no obstante, le sirvió para interpretar mejor el juego y gestionar mejor las situaciones de partido.

Un comienzo traumático

¿Y desde entonces, siempre hacia arriba? Rotundamente no. Davinia sonríe ahora cuando reconoce que llegó a tener «miedo a arbitrar». En esa época, «era todo más brusco». Hacías el curso teórico, pasabas las pruebas y... a pitar. «¿Entonces qué iba a pasar? Pues que te equivocabas, claro. Y yo no sé si es que tuve mala suerte por los lugares a los que fui, o por los propios partidos, pero la grada se portó fatal. En dos partidos de féminas llegué a salir escoltada por policías nacionales. Tendría 21 o 22 años. Al menos pienso que tuve la suerte de que eso me pasó mayor, imagínate a una niña menor de edad en esa situación», recuerda. Las primeras malas experiencias condicionaron su perspectiva. Estuvo tres años pitando solo partidos de base. No quería ascender de categoría.

Con el tiempo, sus ganas de crecer y el apoyo de sus compañeros, acabó dando el paso de pitar en Segunda Regional y, fue entonces cuando regresó a Tenerife. Un año en Segunda y otro en Primera antes de, solo en modalidad masculina, cambiar el silbato por el banderín y pasar a asistente, una decisión que tomó con el objetivo de seguir progresando. En un año, pasó de Segunda a Tercera División, llegando incluso a ascender a Segunda B.

Con el tiempo, a Davinia le propusieron probar en el fútbol playa. Se animó y, cómo no, superó todas las pruebas. Pasó el corte el primer año y también el segundo. El fútbol sala, quién lo diría, llegó en último lugar, cuando Juan Manuel García, Nel, el presidente del Comité Tinerfeño de Fútbol Sala, vio en ella un enorme potencial. Y no se equivocó.

«Honestamente, llegué en el momento adecuado. Estuve en el lugar indicado en el momento indicado. Luego es verdad que te ven los resultados de las pruebas físicas, tu desempeño pitando... todo eso se tiene en cuenta», argumenta Dorta. La honradez con la que la protagonista advierte haber tenido esa pizca de suerte, no obstante, no puede ni debe empañar el gran talento que atesora.

Entre sus objetivos, un deseado ascenso a Primera Federación Femenina (categoría solo un peldaño inferior a la Liga F), o mantenerse en la élite del fútbol sala. En esta modalidad, por cierto, ya le han recordado lo importante que es manejar un buen nivel de inglés. El paso a árbitra internacional puede estar más cerca de lo que parece. Davinia reacciona con la ilusión y la cautela razonables cuando se le comenta el asunto. «Eso es porque tengo un presidente que me quiere mucho. Nunca se sabe lo que puede pasar, pero yo estoy muy orgullosa de tener a alguien como Nel ayudándome. La semana de la Supercopa, por ejemplo, me llamó para darme apoyo. También lo hizo el día antes, me recordó que podía hablar con él cuando lo necesitara y para lo que necesitara e insistió en que iba a ver el partido, que no iba a estar sola. Esos detalles son únicos», cuenta emocionada.

El arbitraje, un oficio ingrato

Aunque las chicas se han abierto camino, el fútbol sigue siendo un deporte con mayoría masculina en todos los estamentos. De ahí que ser mujer pueda suponer un hándicap añadido para las colegiadas. Cuestionada en este sentido, Dorta lanza una interesante reflexión. «¿Más difícil? Pues depende, depende de las personas con las que te encuentres. Hay chicos que te gritan menos o te tratan mejor porque eres una mujer, eso les condiciona, y es completamente cierto. También hay otros que piensan que vas a dudar más y hacen lo contrario, te presionan mucho porque creen que no te vas a enterar. Con los aficionados también pasa. A veces son las mujeres las que te hacen los comentarios más machistas, pero me quedo con las que vienen a felicitarte después de un partido y te dicen que están muy orgullosas».

El de árbitro es un oficio ingrato. Davinia lo percibe en sus carnes y también en las de los chicos a los que instruye (es profesora del curso de iniciación en la Delegación de Tacoronte). Por su experiencia reciente, sí que hay muchos jóvenes que se animan, «otra cosa es que continúen». «Tienes que ser un poco fuerte de mente, de lo contrario, te hundes». Ese es el motivo por el que el porcentaje de abandono temprano es muy alto. «Ojalá charlas como esta sirvan para destacar lo bonito de este deporte», desea.

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