Carlos Nieves, el regreso fulgurante del talento que se marchó en edad juvenil: "Antes venía de vacaciones, ahora he vuelto para quedarme"

El tinerfeño ha retornado al Cisneros Alter cinco años después de su marcha a la selección permanente y ahora, con 20, es una de la grandes referencias del primer equipo en la Superliga Masculina de voleibol

Carlos Nieves ejecuta una recepción.

Carlos Nieves ejecuta una recepción. / E.D.

Santa Cruz de Tenerife

Carlos Nieves Suárez (La Laguna, 2004), es el nombre de moda en el Cisneros Alter. Retornado a la Isla tras su marcha con solo 15 años, ha entrado por la puerta grande al equipo colegial, que ya se ha clasificado para la segunda eliminatoria de la CEV Challenge Cup, la tercera competición continental, y ha vencido en dos de sus tres compromisos ligueros. Nieves, que juega como receptor, ha brillado con 26 puntos en la eliminatoria europea frente al Grupo Herce Soria, 11 en la primera jornada de Superliga, 14 en la segunda y 17 en la tercera, que se jugó el pasado fin de semana y en la que lideró, junto a Bruno Vinti, la remontada del conjunto cisnerista frente al San Roque de Gran Canaria.

Para entender mejor la trayectoria de Nieves, un veinteañero de 2,02 metros, hay que remontarse al verano de 2019. Entonces, Carlos tenía 15 años y acababa de sobresalir con el Cisneros en un Campeonato de España de categoría juvenil. Fue en ese momento cuando los ojeadores de la selección permanente se fijaron en él y le propusieron dar el salto a la España peninsular.

La permanente es un centro de alto rendimiento para jóvenes talentos del voleibol ubicado en Palencia. Allí conviven promesas de entre 15 y 18 años. Los mejores proyectos del voleibol nacional. De ahí que, aunque fuera muy sacrificado, no hubiese dudas: el sí por delante. “Irte de casa por primera vez fue un poco chocante, pero no dudé tanto. Sabía que valía la pena. Renunciaba a algunas cosas, pero sabía por qué lo hacía”, explica ahora Nieves.

Sus primeros pasos en el vóley

La vida de Carlos siempre estuvo ligada al deporte, le gustaba hacer ejercicio, antes del voleibol, por ejemplo, probó con el kárate y la natación. Su madre, Elena Suárez, fue una jugadora de élite (pasó por el Cuesta Piedra) del deporte en el que su hijo empieza a consolidarse, pero, curiosamente, no fue ella su inspiración, sino su hermana Inés. Fue ella la que le pasó el gusanillo al menor de los Nieves, que no eligió por imposición, sino por vocación. Cuando dio el paso, con 10 años, ya nunca cambió de camino.

El Cisneros fue su club de cuna. Allí se formó hasta que llegó la experiencia en Palencia. “El primer año fue más sencillo porque mi día a día apenas cambió. Es decir, estudiaba por la mañana, cuarto de la ESO, y entrenaba por la tarde. Los dos últimos años son más duros. Entrenas mañana y tarde y estudias cuatro horas por la noche porque bachiller lo dividen en tres años. Ese paso se da cuando tienes claro que quieres vivir, o intentar vivir, del vóley profesional. Es un paso hacia el profesionalismo”, cuenta el protagonista.

Esos dos últimos años en Castilla y León los pasó disputando partidos de Superliga 2 con el CyL Palencia, que compite en la segunda categoría nacional con el escudo de la Federación Española. Después, con 18, se fue a Valencia para, de la mano del Léleman Conqueridor, estrenarse en Superliga. En la ciudad del Turia, de paso, terminó bachillerato y se inscribió en un ciclo superior. “Tengo claro que quiero vivir del voleibol, esa es mi mentalidad, pero entiendo que hay que manejar un plan B por si sale algo mal. Nunca se sabe”, admite.

En lo deportivo, su experiencia en el Léleman empezó con dificultad, pero acabó siendo enriquecedora. “El salto fue grande. Ir a Valencia, no conoces a nadie... los primeros días me costó mucho. En los entrenamientos me pasaban como aviones, pero acabé adaptándome”.

La vuelta a casa

Su regreso al Cisneros, podría decirse que comenzó a fraguarse en verano de 2023, cuando la entidad presidida por Tomy López logró el retorno a Superliga vía Fase de Ascenso. El equipo tinerfeño, no obstante, llegó tarde. Para cuando logró el billete a la élite, Nieves ya había prorrogado su compromiso con el cuadro valenciano.

Este verano fue distinto. Su representante le hizo saber que el interés del equipo que había sido su casa se mantenía. Había tiempo de sobra y ganas, pero no era una decisión tan fácil de tomar. El receptor sabía que, con 20 años y la voluntad de instalarse en la élite, elegir bien era fundamental. Hacerlo con la cabeza, y no solo con el corazón. “Lo pensé bastante porque tenía muy claro que debía priorizar la parte deportiva. Ningún entrenador me iba a llamar y decirme que fuera a su club porque iba a jugar seguro. Eso no iba a pasar. Lo que buscaba era sentirme importante porque ya había pasado dos años en Superliga en los que participaba poco”, recuerda ahora, unos meses después.

Una reunión con Matías Guidolin lo cambió todo. Le presentó el proyecto y le convenció. Bendita la hora. El argentino es de esos técnicos de que aprietan, que exigen lo mejor a sus jugadores. No solo el día de partido, sino durante toda la semana. A su actual pupilo le gusta porque “de eso se trata” el deporte profesional. “¿Qué puedo decir de Carlitos? Estamos muy agradecidos de que nos haya elegido. Es un chico que tiene todas las cualidades para ser profesional: trabaja muchísimo y tiene un biotipo excepcional”, dice de él Guidolin.

Carlos Nieves remata un balón para anotar un punto.

Carlos Nieves remata un balón para anotar un punto. / E.D.

Entretanto, y con otro duelo frente al Soria a la vista (esta vez de liga y en Tenerife), el tinerfeño insiste en que este Cisneros tiene todavía mucho margen de mejora. Como cualquier plantilla en la que hay cambios, necesita tiempo. Tiempo y partidos. Los de Challenge, por ejemplo, han venido muy bien para ganar rodaje. “Yo lo supe desde los primeros entrenamientos. Eso lo notas. También en los primeros amistosos, que podía ser un buen año, que mal no nos iba a ir”, asegura.

Ahora le toca disfrutar. Hacerlo en la pista, donde domina en la recepción y con su potencia de salto para atacar la red, y también fuera, ya que puede estar más cerca de los suyos. “Alguno me vacila diciendo que estando aquí doy más trabajo [dice mientras se le escapa una carcajada]. Si te soy sincero, a eso sí que me sigo adaptando. Mis últimos veranos en la Isla habían sido de vacaciones. Volver sabiendo que me iba a marchar. Ahora lo he hecho para quedarme”, concluye.  

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