Motor | Christine GZ Piloto de TC Racing
"Cinco kilómetros antes de acabar el Rally Dakar, ya estaba con lágrimas en los ojos"
Christine GZ relata su experiencia en su primer Dakar, prueba en la que participó como integrante de TC Racing, equipo fundado por el portero Thibaut Courtois.

Christine GZ. / El Día

Lo de pilotar, lo lleva en la sangre, aunque no lo heredó de nadie de su familia. Siendo niña, se enamoró de un Toyota Corolla y tuvo claro a qué quería dedicarse. A partir de ese momento se las arregló como pudo para abrirse camino en el deporte del motor y no paró hasta que se vio participando en las pruebas de asfalto del circuito canario. De ahí en adelante, su trayectoria ha ido en ascenso, ha cruzado fronteras. Christine Giampaoli Zonca inició 2024 cumpliendo un sueño que venía persiguiendo desde hacía años, correr el emblemático Rally Dakar. Fichó por la escudería fundada por Thibaut Courtois, TC Racing, y se puso al volante de un buggy Can-Am con el único objetivo de cruzar la meta. El resultado superó sus expectativas: terminó en el puesto 69 de la clasificación general, fue decimotercera en su categoría –SSV– y completó el largo y exigente recorrido, consistente en 14 días de competición y 5.000 kilómetros por los desiertos de Arabia Saudí, como la novena mejor debutante.
¿Cuál fue su primera impresión del Rally Dakar?
La verdad que no sabía bien lo que me iba a encontrar en la que se donomina la carrera más dura del mundo, pero desde que aterrizamos, me sentí como en casa. Ver allí a todos mis amigos y compañeros de carreras, hizo que me sintiera muy cómoda. Pero está claro que estaba en elDakar. Estaba haciendo realidad mi sueño. Hacía ocho años que quería estar allí y competir. La sensación fue muy fuerte y especial a la vez. Estaba nerviosa, feliz y con mil ganas de empezar la aventura.
¿Qué pensó al pisar el acelerador por primera vez?
En el momento de llegar a la salida de la prólogo, fue cuando empecé a entender dónde estábamos y, sobre todo, que ya empezaba el Rally Dakar. Sentí muchísima ilusión y un poco de nervios por lo desconocido. Quería hacerlo bien y disfrutar del sueño en el que tanto esfuerzo había puesto.
¿Cuál fue la primera dificultad que tuvo que afrontar?
El Dakar fue una dificultad continua. Estás sobreviviendo e intentando resolver situaciones en todo momento. Es increíble cómo te convierte en un piloto totalmente diferente. Te hace ver las cosas desde otra perspectiva. De todas maneras, creo que las dunas fueron mi mayor dificultad. Nunca las había hecho antes. Literalmente, había estado un día en Chile y dos días en Marruecos como entreno. Y nada que ver al Dakar. Estas dunas eran enormes y parecían no acabar nunca. El tramo de 48 horas de crono, por ejemplo, consistió en 650 kilómetros de dunas. Dormimos en medio del desierto con una ración militar bajo las estrellas. Fue durísimo. Hubo muchísima gente no logró acabar. De hecho, algunos pilotos se quedaron tirados esperando a ser recogidos. Fue muy complicado mantener la calma y la concentración. Ademas, te mareas. Sin contar las veces en que te quedas enganchada y tienes que sacar arena por horas. Tengo que dar las gracias a mi copiloto, Ricardo Torlaschi, que me guió increíblemente. Aunque nos quedáramos atascados, siempre bajaba con mucha energía a trabajar y a buscar la soluciones para llegar al siguiente waypoint, que claramente estaban en los picos más difíciles de alcanzar.
El de 2024 fue calificado como el Dakar más duro de todos.
Sí. Fue muy duro. Sentí como si estuviera corriendo la Baja 500 todos los días. Mentalmente te destrozaba, pero te hacía súper fuerte a la vez. Todas las personas con las que tuve la oportunidad de hablar y que llevan años compitiendo en esta prueba, lo pudieron afirmar. Mi copiloto tiene 14 Dakares a sus espaldas en diferentes categorías, y también me aseguró que fue uno de los mas difíciles que ha vivido nunca. Llegar a meta ya fue como ganar.
¿Cuál fue el peor momento?
Cuando salimos a la etapa undécima y el diferencial seguía roto, igual que en la etapa del día anterior. Nos venían diciendo que la etapa número 11 iba a ser una de las más duras. Y salimos sin 4x4. Lo pasamos muy mal. Creo que estuvimos más horas intentando sacar el coche de situaciones impensables que conduciendo el tramo. No sabíamos si íbamos a lograr acabar el día con el tiempo límite que nos daban antes del cierre de la puerta, pero finalmente, aunque muy justos, logramos acabar la etapa. No paraba de luchar contra mí misma para intentar borrar pensamientos y preguntas del tipo: ¿Y si por esto nos quedamos fuera? Pero luego pensaba que, después de tantos días luchando, renunciar no era una opción. El reto seguía siendo el mismo:lo llevaremos a meta. Y así fue. Seguimos avanzando con la cabeza fría, pero justo cuando quedaban 30 kilómetros para finalizar, se nos pincharon tres neumáticos y solo teníamos dos de repuesto en el coche. Tuvimos que acabar la etapa con una llanta sin neumático.
¿Llegó a arrepentirse de estar en esta competición?
Todos los días me repetía: Pero, ¿que hago aquí? Esto es una locura. Luego, cuándo volvía al bivuac –campamento– y me encontraba a alguien que me preguntaba qué tal me había ido el día, solía responder algo así:La verdad es que no lo entiendo. Todo el esfuerzo que hacemos para conseguir presupuesto, para venir aquí a sufrir tanto, constantemente... Y me contestaban riéndose que todos pensaban exactamente lo mismo cuando estaban allí, y me invitaban a hablar al mes siguiente. Así que, no lo sé, ya hablaremos dentro de un mes, supongo.
También habría momentos para disfrutar de la experiencia. ¿Con cuáles se queda?
Sí, muchos. Por ejemplo, cuando cantábamos en los tramos de enlace con el copi mientras él quería desconectar la centralita, o nos inventábamos juegos con las matrículas de los coches porque ya llevábamos cinco horas de trayecto hasta el tramo. O los ratos con mi equipo y las cenas, a las tantas, contando las anécdotas del día de carrera. También me quedo con el último tramo. Lo completamos sin problemas, tranquilos, con una conducción fina y concentrados para llegar a meta. Con un top 10 incluido.

Christine GZ. / El Día
¿Cómo describiría el componente de aventura del Dakar?
Es aventura pura y dura. Corres en lugares extremos, con paisajes increíbles... Además, a veces te toca acabar el día de competición con el montaje de tu tienda de campaña, te ocupas del arreglo de tu propio coche, haces el fuego para calentar la comida... Brutal.
¿Cómo es el día a día en una competición tan larga?Por lo que comenta, con poco descanso, con una alimentación adaptada a las circunstancias...
Literal. Tú lo has dicho. En nuestro caso, casi siempre nos acostábamos tarde y nos levantábamos pronto. Por la mañana íbamos al comedor, donde, más o menos, se comía lo mismo todos los días: salchichas con huevos revueltos y papas, unos frijoles que nadie tocaba... Luego te preparabas en tu caravana, o en una carpa, dependiendo del presupuesto de cada uno, y ya ibas llenando el camel back –mochilas de hidratación– para el día de carrera y preparabas el casco, los guantes... A nivel físico, fue muy duro. Eran muchos kilómetros cada día, muy poco descanso, poca comida... Durante la carrera solo comíamos unas barritas energéticas y unos geles cuando parábamos en el refuelling –repostaje–. Y cuando llegaba la noche, ya quería comerme hasta al copi. Tuve mucha suerte de tener un equipo tan increíble: Fran, mi manager, se encargaba de prepararnos toda la comida para la carrera e indicarnos dónde dormir; Paco, mi entrenador, y Marta, la doctora y nutricionista, mantenían bajo control todo lo que comía y hacía: los niveles de glucosa durante el día, los picos, los entrenos de movilidad precarrera, los porcentajes de descanso, la suplementación pre y postcarrera... Así sabían exactamente cómo actuar en cada momento y qué debía tomar para tener una recuperación perfecta y estar al día siguiente a tope. Montse, nuestra quiropráctica, se encargaba de ajustarnos dos veces al día para que tuviéramos más energía y pudiéramos aguantar cada jornada. Más o menos, así eran nuestros días. Ah, y nuestro súper videomaker pixel de HacheTv se encargó de grabar cada momento, del más tenso al más feliz, para que puedan verlo todo cuando salga el documental.
No solo era pilotar. También se ocupaba de reparar averías.
De hecho, casi pasas más tiempo arreglando y buscando soluciones que pilotando. Pueden pasar muchas cosas totalmente ajenas a la conducción durante el día, y es muy importante saber buscar rápidamente el mejor remedio para cada situación.
Inició su primer Rally Dakar con el objetivo de cruzar la línea de meta. ¿Corrió peligro alguna vez ese propósito?
Nuestro principal objetivo siempre fue llegar a meta, pero ya sabemos cómo somos los pilotos: cuando te pones el casco, se te olvida todo y siempre quieres ganar y hacerlo lo mejor posible. Siento que muchas veces corrimos el peligro de no llegar a la meta, más bien por averías mecánicas que por otra cosa, pero, como dije antes, creo que estábamos tan convencidos y seguros de que no iba a ser una opción no terminar el Dakar, que nos mantuvimos centrados y motivados para sobrepasar cualquier obstáculo y seguir.
¿Qué pensó en la última etapa, cuando el final estaba cerca y ya había pasado lo peor?
Cinco kilómetros antes de la meta, ya estaba con lágrimas en los ojos. No me lo creía. A la vez, intentaba mantener la sangre fría, porque era consciente de que seguía quedado un tramo de carrera. Fue una sensación muy difícil de compartir o describir. Algo único. No hay nada en el mundo que te haga sentir así, es como si fueras invencible.
¿El resultado fue mejor de lo esperado?
Sí fue mejor de lo esperado. Además, ahora sabemos que si hubiésemos tenido más posibilidades y más recursos, habríamos estado mucho más arriba en la clasificación. En cualquier caso y sin lugar a dudas, fue una gran carrera de todo el equipo.
Participó en el Rally Dakar con el patrocinio de Turismo de Tenerife y lució el lema Tenerife despierta emociones en su uniforme y en el coche. ¿Qué efecto tuvo durante la carrera?
Despertó muchísimo interés, y me sorprendió mucho cuánta gente conocía la Isla y se acercaba para hacerme comentarios positivos. Por ejemplo, en la salida del décimo tramo, se acercó a nuestro coche un chico saudí con una sonrisa de oreja a oreja y empezó a contarnos que el año pasado había salido por primera vez de Arabia. ¿Ya qué lugar había ido? Pues había visitado Tenerife. Nos contó que era su lugar favorito en el mundo. Me hizo mucha ilusión saberlo. Luego, el día en que viajamos en chárter desde el final de la etapa maratón al bivouac, por la lejanía entre los dos lugares, nos hicimos amigos de los azafatos y uno de ellos me enseñó las fotos que había sacado durante el Dakar. De repente, me comentó: Este es mi coche favorito porque tiene publicidad de Tenerife, que es una Isla muy bonita. Me encantó.

Christine GZ. / El Día
¿Pudo hablar con Thibaut Courtois al finalizar la carrera?
Claro. Hablábamos casi todas las jornadas. Le manteníamos informado sobre el día a día y los resultados. Es muy majo y le apasiona muchísimo el motor. Creo que en otra vida llegó a ser piloto.
Una vez cumplido el sueño de participar en un Dakar y de haberlo hecho con éxito, ¿qué planes tiene a corto plazo?
Por el momento, seguiremos preparándonos para próximas carreras y trabajando en nuevos proyectos. Pronto podrán averiguar el nuevo y desafiante reto que tengo para esta nueva temporada. Es muy distinto a lo que he hecho hasta ahora y tengo muchas ganas de compartirlo con todos ustedes.
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