Taekwondo
Rosendo Alonso, élite mundial en la sombra
Tras su retirada en 2007, el laureado taekwondista tinerfeño se mantiene, ahora como técnico, en los puestos más altos del escalafón internacional, hasta el punto de haber sido elegido en 2023 mejor coach del Mundo

Élite mundial en la sombra / MARÍA PISACA
Salió de la Isla en 1995 en busca de éxitos internacionales, y tras su retirada y convertirse en técnico ha trabajado en Guatemala, México, Egipto y ahora Francia. Su reputación es máxima, hasta el punto de que en 2023 fue elegido coach del año a nivel mundial.
«Soy reconocido en mi deporte y eso es lo que me importa». Así responde Rosendo Alonso Tapia cuando se le cuestiona si su figura cuenta con una mayor valoración lejos de su tierra que en su lugar de nacimiento. «Aquí también soy reconocido», añade sobre una «historia ya asumida» entre los que practican «un deporte minoritario» y que, en su caso, se magnifica toda vez que el tinerfeño salió de la Isla en 1995 en busca de grandes éxitos internacionales, llegando a conquistar el cetro europeo.
Una marcha, por el momento sin retorno, ya que tras una década al más alto nivel, y una vez colgó el peto, Alonso pasó de deportista a técnico. Lo hizo en Guatemala, México, Egipto y, desde hace más de cinco años, en Francia. Su impronta como entrenador ha sido, incluso, mayor que la que dejó dentro del tatami. Medallas continentales, mundiales, olímpicas (un bronce con Egipto) y el título de mejor coach mundial de 2023 jalonan un brillante palmarés que ahora Rosendo, entrenador jefe de la Bleu, pretende enriquecer con «el oro en los Juegos de París».
Claridad de ideas
Excepcional hoja de servicio labrada a base de mucho trabajo y con la ayuda de una mente preclara. Aquella que ya mostraba dentro del tatami, y con la que en la actualidad se desenvuelve en sus labores de coach, y también a la hora de expresarse verbalmente. Lo hace, eso sí, de forma inconsciente, con un cierto acento galo. Una tonalidad, adquirida en estos últimos años, y en cierta medida seria y recta –parámetros fundamentales en su deporte–, pero que enseguida abandona cuando se le advierte del asunto. Lo hace para recuperar sus raíces tinerfeñas. Aquellas de las que nunca ha dejado de presumir y que siguen ocupando un lugar de privilegio en su corazón y en su cabeza. Es por ello que Alonso Tapia ha elegido esta semana su Isla como el «lugar perfecto» para llevar a cabo una concentración con el combinado olímpico de Francia. Un stage que debe servir como impulso para que en los Juegos de París, Rosendo Alonso siga brillando en la sombra.
Cocinero antes que fraile
Con ya más de tres lustros de experiencia como entrenador, Alonso no considera, «para nada», que haber sido «buen taekwondista sea sinónimo de convertirse en un buen coach». «Hay muy buenos coachs que no fueron competidores, pero sí es verdad que haber estado con un peto y un casco te da una visión diferente del combate», aclara el tinerfeño. Ese «plus» es el que Rosendo trata de usar en su día a día, pidiendo «cosas coherentes». «Trabajo duro y sentido común», son, en resumen, dos de las más reseñables claves de su éxito.
En esa fórmula de Alonso también tienen cabida los «errores». Como aquellos que vivió en su primera experiencia como técnico, en Guatemala. «Un equipo nacional muy pequeño con el tuvimos éxitos, pero donde también cometimos muchos errores que nos enseñaron a trabajar mejor». «Nadie nace siendo entrenador», puntualiza el entrenador jefe de la selección gala.

Rosendo Alonso / María Pisaca
México y Egipto
Luego llegaron las experiencias en México y Egipto. «Dos potencias dentro de sus respectivos continentes, sobre todo México, donde hay miles de licencias», comenta Alonso de dos periodos en los que tuvo la ocasión de empaparse de dos «culturas muy diferentes». «Mi trabajo es un proceso en el que todavía hoy en día seguimos adaptándonos y aprendiendo cosas... Hay muchos cambios dentro del deporte, en la enseñanza, y también influyen los factores sociales de los países a los que vas. Adaptarte al ambiente te ayuda a progresar», argumenta el tinerfeño.
Ahora en Francia, en un hábitat más parecido al que le tocó vivir de joven, Alonso trata de «tecnificar y sacar el máximo rendimiento posible» a los mejores deportistas de «un país que tiene un equipazo en muchas categorías». «Maximizar el rendimiento», pese a que «cada vez hay menos practicantes en casi todos los países del área europea». Lejos de sonar a excusa, Alonso superpone a su discurso un ejemplo, «el de Croacia, que con menos de cuatro millones de habitantes cuenta con una gran selección». «Eso demuestra que podemos hacer bien las cosas con trabajo», añade este candelariero de adopción.
Inseparables
El constante plural en el discurso de Rosendo Alonso no es mayestático. Su empleo se justifica porque junto a su figura, de manera inseparable, se encuentra la de su esposa Gülsah Kuscu (Alonso, tras casarse). Se conocieron en una competición en 2005, acabaron contrayendo matrimonio en apenas un par de años, y ahora son una pareja indivisible. «Estamos 24 horas juntos, y vamos juntos a trabajar, a comer, a dormir...», dice de su mano derecha, a la que otorga una importancia vital en su carrera como entrenadora, hasta el punto de darle un mayor mérito que el que él mismo pudiera atesorar.
«Es el punto que falta para poder realizar una buena planificación, porque ella me complementa y yo la complemento. Saber que es una persona que está ahí, sin intereses personales por detrás, te da mucha confianza», dice Rosendo sobre su compañera allá donde ha trabajado. Incluida la actual selección francesa. «Aquí, en Tenerife, se habla de Rosendo Alonso y su mujer, pero es que estamos al mismo nivel», insiste, reforzando su discurso con datos. «Gülsah tiene medallas olímpicas, un gran currículum y también fue, en 2015, mejor entrenadora del mundo», apunta.

Élite mundial en la sombra / María Pisaca
Mejor coach mundial
Ahora ese galardón se encuentra por partida doble en el domicilio de los Alonso Kuscu. Un galardón, otorgado a Rosendo el pasado mes de noviembre, y decidido «por los entrenadores, los deportistas, los árbitros y el staff de la Federación Mundial». «La elección se realiza entre los cinco coachs con mejores resultados; y gracias, entre otros logros, a dos oros en el Campeonato del Mundo, yo estaba entre ellos, y me eligieron», explica el preparador tinerfeño, quitando hierro a dicha condecoración.
Esa renuncia a los focos es otro ejemplo más de la forma de ser de Rosendo. «No me considero el mejor coach del mundo, porque hay muchos más que hacen un gran trabajo», se apresura a afirmar sobre una forma de ser que le lleva «a tener siempre los pies en la tierra». «Cuando pierdo trato de no frustrarme, pero cuando gano intento no volar, aunque eso haga que muchas veces no disfrute como debiera de las cosas buenas, como esta», relata sobre su filosofía de vida. «Evidentemente estoy muy contento porque es el resultado del trabajo de mucho tiempo. Este año me tocó a mí, y el próximo le tocará a otro», añade.

Rosendo Alonso y la selección gala, en Arona con los alumnos del Club Samguk de Leopoldo García / El Día
Sin presión en París
A partir de hoy, y tras su concentración en Tenerife, ya no habrá hueco para la distracción. Ni en Rosendo Alonso ni en sus pupilos. El tinerfeño afrontará en agosto los que serán sus terceros Juegos Olímpicos –todos como técnico–. «Será el punto culminante a un trayecto que empezó en 2018 con vistas hacia Tokio; y ahora toca hacerlo en casa», explica. Condicionantes suficientes para tener que lidiar con una presión añadida. «Siempre la hay; pero que nos afecte es otra cosa, y creo que nuestro equipo es muy coherente. Sobre todo posee ilusión y un sueño por hacer un resultado histórico, pero no tenemos la pistola en la frente y eso nos permite trabajar muy cómodos», comenta Alonso, que aún así, pone sin rubor, nombre y apellidos a su meta: la medalla de oro. «Francia ya ha ganado la de plata y la de bronce, pero no la de oro, y ahora tenemos al menos a cuatro atletas que poseen talento para ello. El objetivo es hacer historia». Sería, también una medalla para el deporte tinerfeño.
Rosendo, en detalle
- Sus inicios en el Jansu: Kiko González, mucho más que un maestro
Antes de volar al CAR de Barcelona, Rosendo se forjó como taekewondista en el Jansú de Ofra. Y hablar de ese club es hacerlo de su maestro, Kiko González. Algo más que un simple entrenador. «Podía llegar, darnos una hora y vernos cuando volviera a tocar, pero no... Con él era ir a entrenar desde las 8 de la tarde hasta las 12 de la noche o la 1 de la madrugada; todos los días. Y solo por intentar hacernos progresar, quitando horas de su vida y sin ser recompensado económicamente. Es algo que siempre le agradeceré», recuerda el tinerfeño sobre un pequeño club del que también salió, más tarde, la palmera Rosanna Simón, campeona del Mundo.
- El espejo familiar: su padre, el mejor ejemplo de superación
Cree Rosendo que la capacidad de superación que siempre mostró su padre, del mismo nombre, también influyó positivamente en su carácter. «Siempre le ha gustado mucho el deporte y eso le ayuda, con 68 años, a mantenerse en forma», dice del todavía jugador del Adein de baloncesto en silla de ruedas. «Ese espíritu deportivo que viví en casa me fue de una gran ayuda», añade.
- Formación: habilidades más allá del plano deportivo
Brilló Alonso en el taekwondo, pero perfectamente podría haberlo hecho en otras facetas dadas sus diversas habilidades. «Hice otros deportes y toqué el piano siete años, pero ya se me engarrotaron los dedos y he perdido mucha coordinación, pero mantengo algo de oído musical y toco lo guitarra», relata sobre otra de sus ocupaciones de pequeño. Además, Rosendo habla, al margen de español, «inglés, turco y francés» de una forma fluida.

La selección olímpica de Francia jugó un partido de baloncesto en silla de ruedas con el Adein Tenerife / El Día
Su idea, bajar el nivel de intensidad
Meticuloso en su planificación, Rosendo Alonso tiene marcado en su hoja de ruta «bajar el nivel de intensidad» después de los Juegos de París. «Luego a lo mejor llega un país que te ofrece un muy buen contrato y te lo piensas, claro; pero hay momentos en los que tienes que parar, bajar del carro y disfrutar un poco de la vida, porque se pasa muy rápido», relata con firmeza el tinerfeño. Ese cambio de registro, eso sí, no le llevará a dejar por completo el deporte que ama desde niño, ya que en su mente está «seguir ligado al taekwondo de alto nivel, pero con un proyecto diferente». «No en equipos nacionales, pero sí con la preparación de algunos atletas con los que podríamos trabajar, y seguir participando en grandes citas internacionales», revela sobre su intención de «instalarse algo más en casa, tanto en Ismir [ciudad turca de la que procede su mujer] como en Tenerife». Unos planes en los que, sin embargo, no sería raro se inmiscuyera la Federación Francesa si los Juegos de este verano acaban en éxito para los galos. «Si logro los objetivos soy el primero que se quedará contento, y ellos también. Sería una buena forma de terminar, pero igual nos ofrecen otra cosa y... Por ahora quiero vivir el día a día», concluye.
- El mejor yate lujoso del mundo, Kensho, en el Puerto de Santa Cruz por primera vez
- Donald Trump pone en riesgo 100.644 toneladas en importaciones canarias de Estados Unidos
- La próxima gran obra de Santa Cruz de Tenerife: una nueva zona de ocio y deporte
- La Guardia Civil investiga a 7 personas, entre ellas de Canarias, por estafa en compra de criptomoneda
- Canarias conquista al astrofísico y divulgador estadounidense Ethan Siegel: 'El resto del mundo no aprecia lo suficiente la ciencia que se hace en las Islas
- La crisis del CD Tenerife: varios equipos de cantera, en el aire para la temporada 2025/26
- Polémica en el mundo del arte por el Monumento a Franco de Santa Cruz: Bellas Artes pospone su entrega de premios tras la renuncia de un artista
- La Guancha pone en peligro la décima Fiesta Murguera de Tenerife