Voleibol | Fase de Ascenso a División de Honor

Cisneros y Cuesta Piedra, en busca de la gloria de antaño

Los dos conjuntos tinerfeños compiten a partir de este jueves por el retorno a la máxima categoría nacional, donde ya brillaron hace más de tres décadas

Tomy López (i) y Francis Hernández dialogan sobre sus respectivas fases de ascenso.

Tomy López (i) y Francis Hernández dialogan sobre sus respectivas fases de ascenso. / María Pisaca

Clubes abanderados de la cantera tinerfeña desde hace años, el Cisneros Alter y el Cuesta Piedra quieren, este fin de semana, reverdecer viejos laureles. Aquellos que les permitieron jugar en la máxima categoría del voley nacional varias temporadas. Después de algunos intentos fallidos, ambos tocan de nuevo a la puerta de la élite.

Campeones de sus respectivos grupos en la fase regular de la Superliga 2, el Cisneros Alter y el Cuesta Piedra arrancan este jueves el asalto a la Superliga masculina y femenina respectivamente. El de ambos es otro intento más tras varios antecedentes fallidos, alguno de ellos incluso quedándose a un solo punto de la gloria.

Su deseo y objetivo, retornar a la cúspide del voley nacional, una cima con la que convivieron, y de forma notable, en el pasado. Y ese posible retorno se produciría con dos protagonistas que ya saborearon aquellos días felices: Tomy López, otrora jugador del equipo colegial y ahora en las labores de presidente; y Francis Hernández, sempiterno entrenador de la escuadra del barrio alto chicharrero.

En el caso del Cisneros, el intento de ascenso posee una connotación especial. No solo por tratar de rubricar una gran trayectoria reciente (será su tercera fase seguida) y una destacada campaña (ganaron la Copa del Príncipe), sino también porque en este 2023 se cumplen exactamente 40 años del anterior ascenso del conjunto de Valle Tabares.

En aquel momento Tomy López era solo un adolescente, pero ya despuntaba en las categorías inferiores del colegio. Uno más de una generación casi irrepetible y que se hizo muy pronto un hueco en la élite. “Yo debuté con 17 años, y mi hermano Héctor con 15, cuando subimos desde la segunda categoría, en la que hacíamos de sparring del primer equipo, logrando incluso el ascenso que no se pudo hacer efectivo”, recuerda Tomy.

Ese Cisneros estuvo 12 temporadas seguidas en lo más alto, llegando incluso a ser subcampeón de liga y siempre con la cantera como principal sustento. Hasta el último día. “Aquel año [94/95] éramos nueve jugadores de aquí, un colocador peninsular, Castañeda, y dos extranjeros. Llegamos a estar muy cerca de la final, pero nos eliminó Soria. Fuimos cuartos e incluso estábamos clasificados para competición europea, pero por falta de patrocinadores tuvimos que renunciar”, cuenta López sobre aquella época agridulce.

Una situación muy parecida le tocó vivir al Cuesta Piedra, que llegó a la élite en 1989, “casi a la misma vez que subió el CD Tenerife”, recuerda Francis Hernández. El club chicharrero se codeó con las mejores algo más de un lustro, hasta 1995, pero como el Cisneros, también tuvo que retirarse “por falta de dinero” y verse obligado “a bajar dos categorías”.

Otra época más convivió el Cuesta Piedra con lo más granado del voley nacional femenino, entre 2009 y en 2014. Y de nuevo tuvo que renunciar a causa de las limitaciones económicas generadas, básicamente, por “patrocinadores que se acabaron cayendo”, explica Hernández. Desde entonces, su empeño ha estado en rearmarse “poco a poco” y, sobre todo, nutrirse de lo que fue su germen, una cantera que ha resurgido “con más fuerza que nunca” tras la pandemia. “En noviembre tuvimos que poner límite a las niñas que querían llegar al club, porque no tenemos sitio para entrenar; lo hacemos con 20 y hasta 22 chicas en cada cancha”, comenta Francis al respecto.

Ahora, ese trabajo continuado y paciente ha permitido que tanto Cisneros como Cuesta Piedra vuelvan a estar en disposición de llegar a División de Honor. “Como deportistas tenemos la obligación de competir por todo, otra cosa es que salga bien o no. Pero tenemos muchas ganas de jugar en Superliga”, relata Francis Hernández, que tratará de hacer efectiva la condición de anfitrión y organizador en la fase de ascenso que arranca este jueves.

Discurso similar, con ambición y a la vez cautela, el que se da desde el Cisneros. “El equipo va a ir a por todas y meterse en la final para subir. Estamos preparados y le podemos ganar a cualquiera, pero otra cosa es cómo salgan los torneos”, analiza Tomy López sobre su club, que si bien no contará con el público a favor, sí debe convivir con “el cartel de favorito” después de “ganar la Copa del Príncipe”. “Nos vemos en la pomada, pero todos los equipos estamos muy igualados”, añade.

Pero además del mero hecho de tener la posibilidad de subir, llegan Cuesta Piedra y Cisneros a sus respectivas fases con cuentas por saldar. La de este fin de semana será la segunda en tres años para las chicas, mientras que su ausencia en 2022 “fue por un solo set de diferencia”. Mayor es el debe de los cisneristas, con la herida aún abierta por la forma en la que se les escapó el ascenso hace dos cursos.

El 10 de abril de 2021 el Cisneros ganaba 0-2 y 22-24 al Léleman Valencia. Solo necesitaba un punto más para subir. Pero ahí su colocador Antonio Mondéjar se rompió un dedo, el club isleño no pudo cerrar el partido, y ya no fue capaz de recomponerse. Esta vez, y en Castellón, muy cerca de Valencia, donde el destino fue tan cruel con él, el Cisneros quiere concluir su inacabada obra. El domingo Tenerife podría volver a tener, con el CV Haris, hasta tres equipos en la élite del voley.

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Saben en el Cuesta Piedra y, sobre todo, en el Cisneros, que en caso de ascenso la actual máxima categoría poco o nada se parecerá a la que conocieron en su primera incursión en los años 80 y principios de los 90. “Ya entrarías a un nivel de profesionalización que complica bastante la estructura del club, al margen de los requerimientos que te piden. Ahora una parte importante en la gestión es por afición y resultará complicado encontrar a gente para meterla en este mundo”, analiza López con perspectiva.

“Ahora las exigencias son más; existe una mayor profesionalización que hace años, cuando quizá podías tirar con 11 jugadoras de aquí y una extranjera”, cuenta Francis, sabedor de que serán necesarios cambios en la estructura del club en caso de ascenso. Empezando por la propia plantilla, “donde algunas de las chicas actuales podrán jugar”, aunque el técnico sabe que se “necesitaría traer refuerzos, aunque sin tirar la casa por la ventana”. Y también en la banda. “No estoy cansado porque incluso estos dos años me he divertido muchísimo con ellas, pero hace falta un recambio como entrenador. Por ganas no será, pero yo ya soy un jubilado”, dice Hernández con una sonrisa.

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