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París bien vale seis kilos menos

Atenery Hernández baja de categoría para apurar sus opciones de convertirse en olímpica en 2024 | Para acudir a la cita gala deberá competir en -49 cuando antes lo hacía en -55

París bien vale seis kilos menos | ANDRÉS GUTIÉRREZ

Un colgante con los cinco aros olímpicos eclipsa la sempiterna sonrisa de Atenery Hernández. Puede parecer una simple joya, o tal vez solo «un regalo». Pero en realidad para la halterófila tinerfeña es como una especie de talismán. Un estímulo extra en lo que se ha convertido en su casi única y exclusiva meta para los dos próximos años: estar presente en los Juegos de París 2024. «El día que estoy decaída lo uso como un símbolo que me ayuda a ir hacia adelante», reconoce la isleña.

Impulso intangible que le sirve a Ate para hacer más llevadero su propósito olímpico. Un esfuerzo centrado en un punto principal: perder seis kilos para hacer posible el sueño. «En Tokio la categoría era de 55 kilos, pero ahora la Federación Internacional ha reducido los participantes y las categorías y de ahí mi cambio», explica Hernández, para la que esta bajada de peso se antojaba más factible que la opción de «subir hasta los 59». «Eso me quedaba muy lejos, porque además yo siempre he sido una deportista muy ágil y rápida», especifica la tinerfeña.

París bien vale seis kilos menos

Pese a que todavía restaban más de dos años desde el día en el que tomó la decisión hasta Paris 2024, comprobar si dicha apuesta iba a ser viable fue cuestión de menos de un mes, el que transcurrió desde el Campeonato de Europa hasta los Juegos del Mediterráneo. «Me bajé del Europeo en 55 y cuatro semanas después nos probamos compitiendo en 49. Me lo tomé como un desafío y una primera toma de contacto para la siguiente prueba importante, el Mundial», argumenta Atenery, satisfecha con esta conversión exprés que se saldó con «la medalla de plata» en la cita celebrada en Argelia.

Un test inicial que concentró todos aquellos parámetros en los que se va a tener que mover Atenery durante al menos dos años. «Tuve que ser muy estricta y no me saltarme nada», recuerda la lagunera, para admitir que «desde 2010 no pesaba esos 49 kilos». «Cuando lo vimos en la báscula nos emocionamos porque entendimos que era posible», reconoce. Se refrendaba así el fruto a una abnegada «constancia en la alimentación y en los entrenamientos». «Pesaba todas las comidas, y me pesaba yo misma cada ciertas horas para saber si ese alimento que ingería hacía efecto rebote o no. Fueron cuatro semanas en las que viví por y para esos Juegos del Mediterráneo. El desafío en ese momento no era lo que se levantaba, sino llegar al peso que nos pedían», explica sobre ese periodo de prueba.

Ahora, acondicionada ya a registros corporales del pasado, Atenery sabe que, salvo contadas excepciones, no debe salirse de un camino muy estrecho, «muy estricto y en el que ya no hay vuelta atrás». Un sendero en el que la alimentación seguirá siendo su caballo de batalla diario. «Ahora estoy pasada de peso y saciada por todo, ya que he comido mal», comenta Hernández en relación a la reciente ingesta de «más cantidades» de las que realmente necesita. «Pero para eso están las vacaciones porque si no desconectara por completo nada saldría bien», aclara. Pero desde hace unos días en su rutina están «prohibidos los azúcares», mientras que alimentos «como una hamburguesa o una pizza», han dejado de ser tentaciones, simplemente «porque el cuerpo no las tolera».

A sus 27 años y tras una década compitiendo al primer nivel nacional y europeo, el sacrificio que ha emprendido Atenery podría parecer superlativo. Pero ella no lo entiende así. «Se dice que el mejor periodo de un halterófilo está sobre los 25 y los 29 años, porque ya ahí ha sufrido lesiones y ha superado numerosos obstáculos. Y eso es lo que yo he vivido. Sé lo que es sacrificarse para tratar de ir a unos Juegos o lograr una medalla; y sé lo que conlleva psicológicamente cada una de esas etapas. Estoy preparada», afirma con rotundidad la lagunera, convencida de que su esfuerzo tendrá recompensa.

«A lo mejor para Rio era muy joven, mientras que en Tokio sabía que tenía la posibilidad de ir, pero no estaba del todo lista. Ahora para París ya estoy madura en lo personal y en lo deportivo», comenta Ate a modo de refuerzo en un objetivo con una única meta. Porque «conseguir medalla a nivel europeo y estar entre las ocho mejores del Mundo» le bastaría, «sobre todo en una categoría tan exigente» como la suya. «Pero lo que realmente me llena es estar en unos Juegos», insiste.

Al rígido día a día de entrenos y alimentación, en el camino de Hernández hasta París se añade otro factor, el mental. Tal vez tan o más importante que los anteriores, más aún cuando el propósito de Hernández puede convertirse en un todo o nada. No tanto por el tema físico –“Creo que podría aguantar hasta los Juegos de Los Ángeles», apunta–, sino por la incertidumbre de no saber si en la cita californiana la halterofilia mantendrá la condición de disciplina olímpica. Y ahí, «el trabajo de la psicóloga es incidir en tener la confianza suficiente para que, cuando esté pesando esos 49 kilos, sepa que se pueden levantar las cantidades que están marcadas».

Su colgante, su calidad deportiva y, también sus encomiables predisposición y empeño harán que París 2024 pueda convertirse en realidad para Atenery.

El reto, seguir en sus actuales marcas

Bajar de peso debería llevar aparejado el levantar algunos kilos menos. Sin embargo, Atenery se ha propuesto mantenerse en el rango que venía siendo habitual en la categoría de -55 kilos. «Si logro acercarme a esas marcas tendría muchas posibilidades de estar en París», asevera. En su primer test, en los Juegos Mediterráneos, alcanzó los 174 en total olímpico (78+96), pero en su mente está superar la barrera de los 180. Como referencia, los 184 (83+101) que levantó en el Europeo, su última competición en -55 kilos. “Por lo pronto, en el Mundial me gustaría estar entre 182 y 186”, apunta como reto más cercano.

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