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Corredor de trail

Cristofer Celemente: «Correr en montaña no me va a dar un plan de jubilación»

Cristofer Clemente (1985, San Sebastián de La Gomera), en plena actividad deportiva. | | EL DÍA

La cabra tira ‘pa’ el monte.

Ja, ja, ja... Eso es verdad y cuando más empinado esté el terreno mucho mejor. En La Gomera hay buenos barrancos para entrenar. ¡Aquí no te aburres!

El presidente Casimiro Curbelo lo trata como una especie de embajador vitalicio de la Isla.

[vuelve a reír] Que se acuerden de mí después de tantos años es un impulso más para seguir entrenando –el pasado viernes el Cabildo de La Gomera reconoció su trayectoria deportiva– y no perder la ilusión del día a día... Algo de culpa tengo yo por acostumbrarlos a conseguir buenos resultados.

Muchas zancadas hasta llegar a este momento, ¿no?

Un montón de kilómetros, pero cuando las cosas no se hacen obligadas duelen menos... Querer ser competitivo es un fin que siempre te lleva a dar un paso más.

¿Imaginar hace 12 años lo que ha conseguido a nivel deportivo puede sonar a ciencia ficción?

O algo parecido [sonríe]. Yo empecé a correr porque quería prepararme las pruebas para ser árbitro de fútbol. Eso hizo que, poco a poco, correr en montaña se convirtiera en una prioridad y un placer.

Aunque muchos no lo crean, usted fue un joven con sobrepeso...

Sí, yo llegué a estar bastante gordo [en el documental Otro Cristofer se relata la vida de un joven de 90 kilos, alejado de cualquier actividad física y con una vida sedentaria] porque, aunque muchos no se lo crean, el Cristofer de 2010 no tiene nada que ver con el de 2022.

¿Tomó la decisión de bajar peso por salud o porque creía en su potencial como atleta?

Durante mi etapa escolar llegué a practicar el atletismo, pero no resistencia sino más bien velocidad. Era una actividad más sin demasiadas pretensiones. Con la adolescencia lo dejé de lado y cuando retomé la actividad física fue por salud: tenía un problema de obesidad considerable, el colesterol andaba por las nubes y necesitaba sentirme bien conmigo mismo. No quise bajar de peso para volver a ponerme un dorsal, eso llegó después de muchos entrenamientos.

¿Ha aprendido a comer?

Ahora como casi más que antes, pero mucho más sano... Para competir en montaña hay que quemar mucha gasolina [ríe]... La dieta debe ser lo más limpia posible, es decir, olvidar los productos procesados y buscar los alimentos frescos. Además de cuidar las comidas hay que ser constante en la actividad física porque eso es lo que al final hace que la cabeza funcione.

¿Cuántas horas dedica a entrenar?

Eso depende de la época del año. Ahora estoy preparando mi participación en la Ultra-Trail de Mont-Blanc y esto requiere un volumen de trabajo superior que puede suponer entre 22 y 25 horas de entrenamientos por semana.

¿En este caso, «correr no es de cobardes»?

Lo de correr es de cobardes es un tópico que en este caso no se cumple porque el hecho de enfrentarte a un reto tan complejo donde tienes que tener buenas piernas y una cabeza fuerte es de todo menos de una persona cobarde... Más bien le tienes que echar un poco de lo otro [silencio] para convencerte de que puedes sacar adelante una aventura tan extrema.

¿El secreto está en tener bien «amueblada» la cabeza?

Yo suelo repetir que una carrera es un 70% cabeza y el 30% restante te lo dan las piernas. Un corredor tiene que visualizar y creer el proyecto en el que se va a meter. En montaña no se disfrutan todas las horas que estás en ella porque hay fases en las que lo pasas mal... Ahí es cuando te preguntas qué haces aquí arriba. Entonces esa respuesta te la da la cabeza, no las piernas. La preparación física debe ser decente, pero si psicológicamente te bloqueas no hay nada que hacer. ¡Estás muerto!

¿Cuánto cuesta estar entre los mejores?

Mucho trabajo, mucho sacrificio y algo de suerte para que las lesiones [en 2020 tuvo que superar una lesión en el tendón de Aquiles] no modifiquen la preparación de una prueba. Estar entre los mejores es algo que aprendes con el paso de los años. Hay que entrenar, pero esa experiencia te la dan las carreras. Estar en la pomada se hace cada vez mucho más complicado porque llegan competidores nuevos, los medios van mejorando y el dinero en premios sube...

¿Se puede vivir de las carreras de montaña?

Se puede medio vivir... Las recompensas económicas son mejores y las marcas explotan al máximo las ventas porque existe un gran mercado... Soy consciente de que correr en montaña no me va a dar un plan de jubilación. Yo tengo la suerte de tener el respaldo de un equipo que me permite sobrevivir con lo que me gusta hacer.

¿No estará poniendo ya fecha a su adiós?

Yo aún me siento competitivo, el día que no crea lo mismo y mi rendimiento baje tendré que pensarme las cosas... Sinceramente, tengo fuerzas para seguir varias temporadas en la alta competición y mientras haya salud no me planteo dar un paso a un lado. Ya habrá tiempo para ponerse un dorsal y disfrutar de una carrera como aficionado.

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