El CD Tenerife sigue dando pasos adelante en la remodelación de su proyecto deportivo y, en las últimas horas, ya ha comunicado a Rubén Díez Adán (Zaragoza, 1993) que no entra en los planes del representativo para el venidero curso 2022/23. Si bien es posible que comience la pretemporada con sus compañeros y a las órdenes de Luis Miguel Ramis, la solución deseada por el club es hallar un destino a préstamo donde el profesional aragonés disponga de una mayor cuota de minutos y pueda desarrollar su mejor nivel.

En una primera toma de contacto con su agente, Eduardo Llanos, el director deportivo blanquiazul le ha transmitido lo que ya hacía presagiar el escaso bagaje de partidos jugados por el atacante proveniente del Castellón en el segmento definitivo de la pasada campaña. La continuidad en el banquillo de Ramis y el poco protagonismo que dio a Rubén en las jornadas decisivas y en la fase de ascenso a Primera es el motivo esgrimido desde el club para hacer ver a Díez, y a su representante, que una cesión es la mejor opción posible para todas las partes. Más todavía porque desde el Tenerife, según ha podido confirmar EL DÍA, ya exploran y avanzan en un par de fichajes para su parcela.

En una situación similar se encuentra Míchel Herrero. Aunque ambos jugadores cuentan con contrato en vigor, ninguno de los dos tiene sitio asegurado en la plantilla blanquiazul para el curso próximo. Los dos arribaron al proyecto insular con pinta de ser importantes en la temporada que acaba de tocar a su fin, pero su relevancia en el Tenerife ha estado lejos de la deseada por ellos mismos. La exigua cuota de protagonismo que les confirió el cuadro técnico en el segmento final del curso pasado es un claro indicativo de que su futuro pasa por buscar una salida.

Perfiles diferentes

Aunque ambos jugadores parecen abocados al mismo desenlace, se trata de dos casos diferentes por muy diversas circunstancias. Míchel Herrero llegó libre del Real Valladolid y firmó un contrato por dos años con el Tenerife. En pretemporada parecía que podría ser una pieza trascendental para Ramis, y así lo corroboró el tramo inaugural del campeonato. Su gran actuación en Zorrilla contra su exequipo, en una de las más meritorias victorias a domicilio del cuadro blanquiazul, fue solo un espejismo. Su grado de relevancia en el plantel fue diluyéndose hasta llegar a un nivel casi residual, y ser rebasado en las preferencias del entrenador por casi todos los mediocampistas del equipo isleño.

De este modo, Herrero pasó de ser una primera opción a ser relegado al ostracismo incluso cuando no estaban disponibles algunos de sus competidores por el puesto. Al terminar la temporada, las alineaciones de la promoción confirmaron la predilección de Ramis por el dueto Aitor Sanz-Corredera; y en el cómputo global del año, también Pablo Larrea –que acabó lesionado– tuvo más partidos importantes que el propio Herrero, conocedor de las dificultades que hallaría para ser importante si optara por ceñirse al contrato firmado y decidiera quedarse.

En cuanto a Rubén, el maño sí figura entre los futbolistas del Tenerife que participaron de un mayor número de partidos oficiales, un total de 28, pero la mayoría de ellos fueron en el marco de la primera vuelta. El zaragozano completó 1.405 minutos y marcó un gol. Procedente del Castellón, llegó al club blanquiazul mediante un traspaso, pero siempre quedó la impresión de que su rendimiento estaba por debajo de lo esperado. Cierto es que tuvo dos ocasiones de ser titular en los partidos de la penúltima y última jornada liguera (frente a Eibar y Cartagena), pero fue por el deseo de Ramis de hacer rotaciones y dar descanso a los hombres más habituales del plantel.

Sus 13 titularidades son un bagaje insuficiente para pensar en su continuidad, de modo que sus agentes ya están manos a la obra para hallar un destino –preferentemente en Segunda– que pueda servirle como trampolín y para recuperar su mejor versión.

Elliot Gómez, otro caso espinoso

El trabajo se le acumula a Juan Carlos Cordero en el afán por buscar la mejor solución posible para todos aquellos jugadores que, con contrato en vigor, no tienen perspectivas de hallar minutos y protagonismo a las órdenes de Ramis en el Tenerife 22/23. A los casos de Míchel Herrero o Rubén Díez hay que sumar el del canterano Elliot Gómez, que no ha encontrado la estabilidad deseada durante las últimas temporadas. Hace un año, el club abogaba por extenderle su contrato antes de enviarle a préstamo al Hércules. En el histórico equipo alicantino sumó minutos, pero no tantos como habría deseado. Con apenas ocho titularidades (la última, en diciembre) y 21 participaciones en liga, se quedó Elliot sin acercarse a los objetivos individuales y colectivos que se había marcado para el último curso. En teoría, en julio habría de incorporarse a la disciplina blanquiazul y empezar a rodar junto a sus compañeros en el representativo. Aun a sabiendas de que lo tiene difícil para continuar, la intención de sus agentes es hacer valer el año de contrato que le falta; y buscar, junto al Tenerife, una buena solución para relanzar su carrera deportiva.