El Laguna sale de la Copa goleado, pero con la cabeza alta y la moral reforzada. El cuadro morado ofreció ayer durante largo rato una gran exhibición de coraje y valor para competirle por largo rato a un Primera en un escenario para los isleños aún desconocido e inexplorado. En un Heliodoro cuyas dimensiones favorecían al Granada, la sobremotivación del pequeño se tradujo en una muy buena versión por parte de los locales, que se mantuvieron en el partido al menos media hora. Luego, se impuso la lógica.
El esfuerzo lagunero no bastó para hacer realidad la quimera del pase soñado, que nunca estuvo cerca. Ahora bien, el cuadro de Sergio Alonso se ganó a pulso todos los elogios, los honores y los aplausos. Su imagen fue reluciente al amanecer del encuentro y hasta se permitieron mantener viva la contienda durante 31 minutos, lo que tardó el Granada en firmar el 0-2. Todo un logro cuando entre unos y otros había hasta cinco divisiones de diferencia.
Alonso eligió su once favorito para el día más importante de la historia del club. Con su indumentaria de gala (negro y blanco, homenaje al Estrella) los ayer anfitriones se propusieron competir y lo consiguieron por momentos. Luego se impusieron la inercia del partid y la evidente superioridad del equipo de Primera. Era lo previsible, fue lo que ocurrió.
Con el paso de los minutos se impuso la inercia del partido y la ley del más fuerte, que fue el Granada
El partido empezó con sobresalto. El empate inicial pudo quebrarse en la primera acción del envite porque Butzke estuvo a punto de marcar en el minuto inaugural. Alonso, descomunal bajo palos, salvó la igualada y la mantuvo en el marcador por un rato más. Los minutos que vinieron a continuación fueron los mejores para el Laguna. Posiblemente con el guion que habían imaginado la noche antes, se vio a los locales cumplir su intención de domesticar el cuero, inquietaron el marco contrario y hasta se permitieron el lujo de pedir un penalti en área enemiga.
El Granada sufría con los remates de Alexis y el Heliodoro acompañaba con palmas mientras surgían síntomas de inquietud en las filas nazaríes. Todo era idílico para el Laguna mientras la grada lo aplaudía todo. Desde un robo providencial de Mehdi hasta un gesto cómplice del capitán Noé; desde el esfuerzo de un recuperado Ayman (parecía descartado el día antes) hasta un intento desesperado de Agoney en busca del premio gordo, que era el gol que nunca llegó.
Pero los sueños, sueños son. Y el de Laguna duró lo que tardó en pitarse un discutido penalti que transforma Bacca en el rechace, previa escala en la madera; y lo que se demoró a renglón seguido el tanto demoledor de Butzke, gran protagonistas n las filas visitantes y a la postre autor de tres dianas.
Entre gol y gol, la mejor noticia es que no se achicó el Laguna. Ni en defensa, donde mantuvo el tipo hasta que llegó el intermedio (con 4-0, porque Puertas hizo el tercero y Butzke a puerta vacío el cuarto) ni en ataque, donde un jugadón culminado por Dito estuvo a punto de causar el delirio del graderío si el desenlace hubiera sido afortunado.
Ya para entonces se había disipado cualquier opción de clasificación. Pero el Laguna ya había dado tantas señales de entusiasmo, desparpajo y osadía en el verde que la experiencia había valido la pena. En la reanudación vinieron más goles y los canarios agotaron los cambios, coherente decisión para que exprimiesen la experiencia tantos jugadores como fuese posible. En el marcador se impuso la ley del más fuerte; sobre el verde, el más dichoso fue el que perdió. Paradojas de la Copa.
