Pau Gasol cerró este martes un círculo de más de dos décadas de carrera profesional sin apenas mácula. Lo deja de manera oficial el que está considerado de forma unánime como el mejor baloncestista español de todos los tiempos. Una trayectoria cargada de éxitos y jalonada por el respeto que se ha ganado en todos los ámbitos deportivos. Una hoja de presentación en la que Tenerife puede presumir de haber visto a los dos extremos de Pau, el de su inicio, y el de sus últimas apariciones esta pasada temporada. El de aquel jugador imberbe de tez blanquecina e infinitos brazos dentro de un enjuto físico que ya apuntaba maneras, y el del veterano con barba canosa en el que la experiencia y su lectura de juego eran sus mejores argumentos para equilibrar un físico ya más limitado.
La primera vez en la que Pau Gasol visitó deportivamente la Isla fue en los últimos días de 1997, con motivo de la disputa del todavía emergente Torneo Júnior de Navidad organizado por el CB Unelco. En esa ocasión su presencia pasó casi desapercibida, en buena medida por una lesión de tobillo que solo le dejó disputar un partido. Pero cinco meses después, el mayor de los Gasol no desaprovechó la oportunidad para hacerse notar. Fue a finales de mayo de 1998, en la fase final del Nacional Júnior celebrado a caballo entre el pabellón del RC Náutico y el ahora Quico Cabrera.
En aquella cita tanto Pau como su equipo realizaron una labor aceptable en los tres partidos de la fase de grupos y en las semifinales contra el Joventut. Su explosión llegaría en la final frente al Estudiantes. Aquel día, y pese a los 16 puntos y 11 rebotes del colegial Felipe Reyes, Gasol dio un aviso de lo que sería capaz de hacer en años posteriores. En menos de 30 minutos en cancha se fue hasta los 29 puntos (11/13 en lanzamientos de dos y 7/13 en tiros libres tras ocho faltas recibidas), a lo que sumó siete rebotes, tres asistencias, cuatro robos y nada menos que siete tapones para 39 de valoración.
Sus números lo encumbraron como indiscutible MVP de la cita chicharrera por encima de jugadores como Antonio Bueno, Berni Rodríguez, Carlos Cabezas, Germán Gabriel, Sergi Vidal, Souleimane Drame, Raül López y el propio Felipe Reyes. La mayoría de ellos integrantes luego del combinado nacional que ese mismo verano logró el Europeo de la categoría y, un año después, se encumbró con el histórico oro mundialista de Lisboa.
Aquel chico de casi 2,10 de figura todavía endeble, pero con los fundamentos y la visión de un base, tardaría una eternidad en regresar a la Isla. Sin equipo en ACB en aquella época, Pau sí viajó a Las Palmas para medirse al Granca, pero no a Tenerife. Tampoco estuvo en la primera edición del Campus Sergio Rodríguez, en 2007, del que era cabeza de cartel y gran reclamo, pero del que se tuvo que descabalgar por un compromiso particular de última hora. Hubo que esperar hasta 2017 para ver de nuevo por estos lares al pívot de Sant Boi. Fue con motivo del triangular amistoso que España jugó aquel agosto contra Túnez y Bélgica.
Hace menos de cuatro meses Tenerife tuvo el privilegio de presenciar otra vez en directo la que sería una de las últimas exhibiciones de Pau. Fue el 9 de junio en el segundo partido de la semifinales de la Liga Endesa, a las que accedió el Lenovo Tenerife. En aquella cita Gasol, pese a no evitar la derrota del cuadro culé, se fue hasta los 15 puntos y siete rebotes para 21 de valoración en menos de 16 minutos. Antes y después del choque el pívot fue requerido para un sinfín de fotos y firma de autógrafos. Un ejemplo de la idolatría que se había ganado a pulso. Un síntoma de que su retirada podía estar a la vuelta de la esquina. Como así acabó siendo. Pau jugó solo otros tres partidos más. Únicamente el WiZink Center pudo despedirse de él unos días más tarde. Para la historia del basket tinerfeño quedará aquel domingo 24 de mayo de 1998 como el día en el que Gasol salió del cascarón. También se mantendrá en la retina de muchos, 23 años después, su última visita al Santiago Martín. En Tenerife Pau Gasol también será eterno.
