Pasa con el piragüismo como con el baloncesto. Nos ha dado tantas alegrías a lo largo de la historia olímpica que resulta imposible que nos nazca ni un reproche, ni una línea de reprobación a lo que han hecho nuestros atletas.

La jornada del viernes venía marcada por lo que fueran capaces de hacer las piraguas españolas, con el abanderado Craviotto como principal esperanza. No lo eran menos el dueto Cubelos-Peña, Arévalo o Jacome. Al final fueron estos dos ultimos quienes más cerca estuvieron de los metales, que se escaparon uno tras otro en una jornada aciaga en el canal olímpico.

No se hablaría de fiasco mayúsculo (no lo fue) ni decepción profunda si las expectativas trazadas no hubiesen sido tan altas; o si no hubiera sido tan grande la cosecha de éxitos metálicos en Río. Pero se esperaba del piragüismo que fuese algo así como la gallina de los huevos de oro. Y este jueves dejó de ponerlos.

Se esperaba que tras la plata celebradísima de Teresa Portela viniesen más alegrías, pero habrá que esperar al concurso del K-4, favoritísimo, que se enfrenta no solo a sus rivales; también a la presión de saberse candidato número uno. Con ella pudo en el Nippon Budokan una excelsa Sandra Sánchez, que hizo buenos los pronósticos y se aseguró la medalla desde bien temprano.

El podio de la toledana fue el undécimo en subir al casillero español y el duodécimo en confirmarse (está atado el del fútbol masculino, oro o plata). Para entonces ya se había disipado la ilusión de los principiantes del skate, donde Danny León y Jaime Mateu llegaron a soñar con la final. Lo mejor es que disfrutaron; y que pudieron lanzar al mundo un mensaje de espectacularidad y un ruego: mejores instalaciones en los municipios de España.

Pero como ocurrió con el boxeo, quedó la impresión de que a Danny le birlaron -por una decisión que pareció política, por incrustar al norteamericano- una plaza en la final y el derecho a competir dos veces. En todo caso se fue de los Juegos dejando huella, como también el escalador Alberto Ginés, el último gran protagonista de un jueves que se presumía súper y no fue para tanto.

A los Juegos les queda el estruendo final: el potentísimo choque entre España y Serbia en waterpolo; el duelo por el oro del fútbol en el Internacional de Yokohama; la medalla casi segura del karateca Damián, el ciclismo en pista, la marcha y por supuesto ver competir a Katir. Fuera de lo que haga la delegación nacional, que se maneja en los parámetros de medallas de casi siempre, también queda la finalísima de baloncesto. El ‘Dream Team’ busca cerrar un oro que ayer se le escapó -en una de las grandes sorpresas de Tokio 2020- al cuarteto de relevistas americanos. “No habíamos entrenado nada”, fue su sorprendente confesión en la zona mixta.