Hace diez años, Carlos Díaz (Tenerife, 11-6-92) era un chico “delgado pero con buena genética” que practicaba kick boxing. Entró en un gimnasio para desarrollarse un poco, aconsejado por su entrenador. Ahora es campeón de Canarias de Men’s Physique.

Se acaba de proclamar campeón de Canarias de Men’s Physique. ¿De qué se trata?

Pertenece al culturismo, pero es más suave. Por ejemplo, no se puntúan las piernas, no se buscan cuerpos tan monstruosos. El enfoque es más estético: cintura estrecha, abdominales, amplitud de espalda... Un cuerpo más natural. En culturismo probablemente haría el ridículo. Esta es la categoría que me gusta. No quiero castigar tanto mi físico con la alimentación, sustancias, sobreesfuerzo, lesiones...

¿Cómo empezó?

Nunca me llamaron la atención los deportes convencionales, pero sí los de contacto, así que practiqué kárate, kick boxing... De pequeño siempre tuve una buena genética, pero era delgado y mi entrenador de kick boxing me aconsejó que hiciera pesas para desarrollarme. Ahí empecé. En poco tiempo vi cambios notables y me quedé solo con las pesas. Ya llevo 10 años.

La genética debe ser clave.

Puedes poner a diez personas haciendo el mismo cardio, el mismo entrenamiento y comiendo lo mismo, y a unas les ira mejor, otras se quedarán más cortas...

¿Qué importancia le da a la alimentación?

Es un 60 o un 70 por ciento. Hay miles de entrenamientos, pero si no tienes combustible, por muy bien que entrenes, no vas a tener los mejores resultados.

¿Hay dietas mágicas?

No. Lo importante es que te asesores con un profesional. La gente confunde lo que es comer sano con lo que es comer para una competición. Creo que todos sabemos comer sano: quitar los fritos y las bebidas azucaradas, comer frutas y verduras... Pero para competir hay una etapa de volumen en la que tienes que subir mucho los carbohidratos y en la que incluso pierdes la forma. Le metes masa al cuerpo. Luego tienes una parte de definición en la que reducimos los carbohidratos y nos secamos, nos definimos. Te das cuenta de que la gente come sano, pero no sabe cómo distribuir las comidas. Muchos me dicen: ceno una ensalada y no bajo de peso. Pero le ponen un puñado de frutos secos, que son sanos pero calóricos, y un chorro de aceite de oliva, que es primordial pero tiene muchas calorías. Se están metiendo una comida súper sana pero con muchas calorías antes de irse a dormir.

¿Renuncia a muchas cosas?

Sin ser profesional, sí renuncias. Este es un deporte que dura las 24 horas del día. Desde que te levantas hasta que te acuestas, incluso durmiendo. Yo lo hago con gusto. Si fuera un suplicio, no lo haría. Es un estilo de vida. En mi caso, son cinco comidas al día, todas cocinadas: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena.

Ahí no vale improvisar.

En principio, no. A lo mejor lo puedo hacer cuando no voy a competir, pero dentro de mis comidas sanas. Un día no tienes pollo, pero sí ternera. Pero no una pizza. Para que te sirva la hora y media de entrenamiento, debes cumplir las 24 horas de lunes a viernes. A lo mejor en verano hago dos o tres comidas a la semana fuera del planning, porque también tengo que vivir. Pero durante la competición, solo una libre.

¿Lo paga su familia?

La vida en familia y en pareja es complicada. Después de diez años, ya me entienden, pero llegan a pensar que eres un bicho raro porque no comes lo mismo que los demás en las celebraciones. Me he visto con un táper en medio de un banquete de pizzas y croquetas. Por suerte, mi novia practica este deporte y me ayuda bastante.

¿Hay un punto de adicción?

Sí, y acarrea muchos trastornos alimenticios. La gente se obsesiona con mantenerse siempre con el mismo punto que alcanza cuando compite. Pero eso no puede ser, a no ser que no coma. Ahí pueden aparecer problemas de anorexia. También está quien se obsesiona con el cardio para estar seco. Tienes que entender que hay unas etapas en las que te ves mejor que en otras, pero no hay que obsesionarse. Aún así, toda la gente competitiva se acaba obsesionando un poco.

¿Y el descanso?

Yo descanso poco porque trabajo por las noches y no me lo puedo permitir. Los preparadores más experimentados dicen que el descanso es tan importante como el entrenamiento. El músculo no crece en el entrenamiento. Cuando entrenas, rompes la fibra, y cuando estás en casa y duermes, el cuerpo construye y el músculo aumenta de tamaño poco a poco.

¿Tiene preparador?

Desde hace cuatro años, cuando empecé a competir. Por mucho que sepas, no eres objetivo si entrenas solo. Necesitas a alguien.

¿Cómo es una semana?

Hago musculación y cardio en bicicleta o en cinta al terminar de entrenar. En total, un mínimo de una hora y un máximo de hora y media cinco días a la semana. La gente piensa que estoy tres horas en el gimnasio, pero si lo haces bien, con eso es suficiente.

¿Y cuando va a competir?

Lo hago exactamente igual. Mientras lo hagas bien, da igual el tipo de entrenamiento que hagas. Solo cambia la alimentación.

¿Consume alguna sustancia?

Hay que diferenciar dos grandes apartados. Está la suplementación natural, que es lo que compras en una tienda especializada, y la química, las ayudas exógenas, que son medicamentos, los esteroides. Tanto de una manera o de otra, la suplementación siempre está ahí. Por ejemplo, yo complemento mi dieta con multivitamínicos, magnesio, zinc... No es mágico, pero te ayuda. Y todo esto se puede comprar en farmacias. Luego está la parte de la química, que está relacionada con el culturismo. Todos tenemos esa imagen de esas personas con 20 kilos por encima de su peso normal, que es algo que no se puede lograr de forma natural. Ahí hay que meter química. Pero eso depende de cada uno.

¿Hay mucha barra libre?

Depende del miedo que tenga cada uno. Se están haciendo dos tipos de competición, el culturismo natural y el culturismo convencional. Donde yo compito no está permitido el uso de ayudas exógenas, pero no se hacen controles. Ahora se ha creado una especie de modalidad de culturismo natural, en la que sí se hacen controles de orina. No se ve esa barra libre.

¿El error puede estar en querer ir demasiado rápido?

Llevo diez años entrenando. Al principio no lo veía. Recuerdo que la gente me decía que me iban a empezar a ofrecer productos para pincharme, pero no hubo nada. Con el paso del tiempo, es diferente. A lo mejor te viene alguien que también está entrenando y te dice: si algún día necesitas algo, te lo consigo. Pero nunca he visto a un monitor haciendo eso. El problema está en que hay mucha gente vendiendo y mucha gente joven que quiere resultados rápidos, y pasa lo que pasa. Si empiezas en junio y quieres estar en la piscina seco y apretado en julio, a lo mejor acabas pasando por el aro de tomarte algo. Ahí vienen los problemas: un chico de 20 años usando sustancias sin control, porque no te las receta un médico. Esta es la parte turbia de este deporte, pequeños casos que eclipsan a la otra. Si hablas de fitness, la gente no se asusta, pero si ya entras en el culturismo, ya piensan que ahí están los pinchados. Y habrá algunos, pero hay muchos que tienen cuerpos totalmente naturales. En cualquier deporte de equipo te preparas, sigues una estrategia, metes goles o canastas... En el boxeo peleas contra alguien. Pero en el culturismo, te lo curras entrenando, subes a la tarima y te luces. No hay una actividad visible. Pero esa actividad viene del entrenamiento. Mucha gente no quiere ir a ver una competición en la que sale un tío en calzoncillos enseñando musculitos. No lo ven como un deporte. Pero el deporte viene durante la preparación, con pesas, cardio, alimentación...

¿Hay un concepto erróneo?

No se valora. Y hay mucha envidia. A lo mejor pagarías por tener el físico de otra persona, pero en lugar de intentarlo, tachas a esa persona de chulo de gimnasio. Me pasa. Entro al gimnasio con la chaqueta puesta. Me da vergüenza hacerlo con una camiseta de asillas. No quiero que piensen que voy presumiendo. Si voy por la calle con una camiseta recortada, muchos dirán: mira ese tío, qué chulo. Y si lo hace otra persona, no se la juzga igual. Tienes que vivir con eso. Te ves un poco marginado.

Pero existe la mala fama...

Hay de todo. Se ve a mucha gente en gimnasios que se dedica a mover peso por moverlo, sin técnica. Es ruidosa. Eso llama mucho la atención. Lo malo es que se mete a todo el mundo en el mismo saco y te marginan un poco.

¿Cómo fue su confinamiento?

Tuve un bajón. Por esa obsesión de la que hablaba antes, cogí un par de pesas y unos tensores y cumplí con los cinco días de entrenamiento a la semana: pecho, espalda, hombros... Con poco peso, pero me las arreglé. Perdí la forma y la masa muscular, pero como el cuerpo tiene memoria...

¿Memoria muscular?

Si paras un mes, notarás que te cuesta. Pero si pasas esa barrera y sigues dos o tres días más, te acabas encontrando igual que antes. Muchos lo dejaron en el confinamiento y, después de un año, sigo viendo gente que lo ha perdido todo y sigue pagando las consecuencias.

¿Un deporte desagradecido?

Cualquier deporte lo es, pero aquí te basta con estar un mes comiendo mal para perder lo conseguido en un año. Dicen que por cada semana que te saltas la dieta, necesitas un mes para recuperarte.

¿Qué consejos daría?

Que es un deporte muy bonito y gratificante cuando tienes resultados, pero también es lento. Mucha gente abandona al ver que en un mes no tiene resultados. Pero en ese tiempo, lo máximo que haces es quitarte las agujetas. Los resultados vienen de meses en meses. Pero si eres perseverante, merece la pena. Empecé a entrenar con 19 años y me veía bien, pero quería más. Y tuvieron que pasar ocho años hasta que pensé que tenía el cuerpo que quería. Pero si le digo esto a alguien que va a empezar, lo hundo. Al quien empieza le diría que se sacara una foto y que volviera a hacérsela seis meses después. Y así. Y que lo disfrute, que no se obsesione. La vida es algo más que el gimnasio. Los resultados vienen cuando menos lo esperas. Es sacrificado y lento, pero merece la pena. También es importante buscarse un buen monitor.

¿A cualquier edad?

Está demostrado el mejor deporte para la salud de los huesos y para la movilidad de las personas mayores, es el entrenamiento de fuerza adaptado a su edad.