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El paisaje volcánico bajo la mirada de Juan López Salvador

El contraste entre la naturaleza volcánica y la civilización urbana centra buena parte de la producción artística del prolífico Juan López Salvador

El artista Juan López Salvador junto a una de sus obras.

El artista Juan López Salvador junto a una de sus obras. / El Día

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

Santa Cruz de Tenerife

El paisaje volcánico inspira y vertebra la obra del Juan López Salvador (La Laguna, 1951). Desde que hace cuatro décadas comenzara a exponer su obra, el creador plástico no ha dejado de experimentar y desarrollar nuevos lenguajes con los que no solo expresa sus ideas y sentimientos, sino que además realiza una crítica sobre la sociedad actual y la deriva de la humanidad. Su última exposición, Dana, acaba de cerrar sus puertas en el Espacio Bronzo de La Laguna y en con ella trataba de denunciar la actitud política de negación de los hechos científicos y su manipulación para intereses particulares. Con una selección de piezas realizadas en diferentes épocas, condensó la carga de crítica contenida en el título. Estas obras se encontraban relacionadas entre sí por su temática: una crítica a lo que se podría definir como «pandemia de codicia, que contamina a la humanidad y conduce al planeta hacia el abismo», expresa el propio autor.

Juan López Salvador fue, durante tres décadas, director de montajes de exposiciones de la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias y en 2009 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes San Miguel Arcángel. Es el autor de La trampa del viento, la escultura situada en la avenida Francisco Andrade Fumero, en Las Américas, y que se ha convertido en una de las obras en el espacio público más retratadas de Canarias. Además, a lo largo de su carrera ha protagonizado más de una veintena de exposiciones individuales en Canarias, Madrid y Barcelona, así como colectivas en Lisboa, Washington, Nueva York, Caracas o París.

'Dana'

López Salvador ha dividido su última propuesta, Dana, en dos partes, aunque con el eje central del paisaje, una temática que siempre ha estado presente en su propuesta. Así, la geometría con el hierro forjado y el paisaje plasmado a través de la madera se convierten en constantes en la obra del lagunero, quien reconoce que ha reflexionado mucho sobre este tema, aunque realizando variaciones a lo largo de los años.

Varias de las piezas de 'Dana'.

Varias de las piezas de 'Dana'. / Flavio Dorta

«Me parece interesante poder reflexionar sobre la situación en la que se encuentra la humanidad en el momento actual», indica el creador lagunero, quien refleja en la pieza Dana «la catástrofe producida por la codicia de los humanos». Ambición desmesurada. Eso, junto con la acumulación de la riqueza en manos de una pequeña parte de la población, «es lo que está generando tantas guerras, migraciones, hambrunas, pobreza y desigualdad», reflexiona el creador plástico, quien explica que una instalación como Dana «es la forma que tenemos los artistas plásticos de posicionarnos contra la injusticia». «La pandemia de la codicia nos tiene a todos contaminados en mayor o menor medida», resume López Salvador, quien añade que el «desprecio absoluto es una falta de respeto a tus semejantes, pero también a otros aspectos de la vida, como la ecología, por ejemplo».

Trayectoria

La trayectoria artística de Juan López Salvador se extiende más allá de cuatro décadas y destaca por su firme compromiso con una escultura del paisaje volcánico, su gran eje inspirador. Su primera exposición data del año 1982 y en ella las piezas estaban elaboradas principalmente con madera de tea. Desde entonces, ha ido variando la materia prima dependiendo la inquietud que lo mueva, ampliando su lenguaje escultórico al bronce, el plomo o las resinas. Como artistas, «tenemos acceso a otra dimensión que nos transmite emociones y que nos encargamos de convertir en imágenes, porque nos vemos obligados a representarlas». De este modo, López Salvador es rotundo al afirmar: «Esa emoción que sentimos nos come la vida y es un poco una adicción. Y todo eso es lo que te va conduciendo a emplear un material u otro».

«Es interesante poder reflexionar sobre la situación actual en la que se encuentra la humanidad desde mis obras»

«Si la madera me ha dado el volumen y el peso, el hierro me ha dado el aire y la ligereza», afirma. El paisaje se traduce, en manos del artista, en piezas realizadas en su mayor en madera, y eso se debe a las características del propio material. «La madera antigua reflejaba en cierto modo las erosiones y el desgaste del tiempo... Todo eso hace a mí se me parezcan a los volcanes». Trabajar con estos materiales vivos le ha permitido ir descubriendo nuevas técnicas con el paso de los años y gracias a todas ellas ha podido representar de la mejor forma los paisajes de su tierra natal.

Obligación artística

Juan López Salvador se siente muchas veces en la obligación de representar aquellas ideas que surgen en su mente. Tras la madera y el bronce también comenzó a trabajar en hierro forjado, para representar cráteres o acantilados, porque ese material «me da la posibilidad de representar de una forma más sutil todas las formas y, para mí, es como dibujar en el aire y acercarme a la geometría; meterme de lleno en ella», relata el artista, quien reconoce que fue muy satisfactorio descubrir todas las posibilidades que le ofrece ese material.

'La trampa del viento', de Juan López Salvador.

'La trampa del viento', de Juan López Salvador. / El Día

Aunque «la esperanza es lo último que se pierde», Juan López Salvador reconoce que en su obra hay espacios para incluir prácticamente cualquier mensaje, sea más o menos positivo, sobre todo teniendo en cuenta el devenir del planeta. Su juventud transcurrió en una época de esperanza, en la década de 1970, cuando estaba creciendo la riqueza, la industria y la tecnología, y el futuro parecía entonces halagüeño. Sin embargo, hoy en día «presenciamos las acciones más aberrantes que se pueden imaginar y que al mismo tiempo nos conmueven profundamente». Pero todo ello se combina con «las acciones más sublimes de la buena gente que también se encarga de transmitir su sabiduría», celebra.

Tras cuatro décadas en el mundo del arte en Canarias, López Salvador habla de la «burbuja de la gestión cultural» en el Archipiélago, conformada por una serie de comisarios encargados de elegir a lo que el lagunero considera «artistas de moda». «Su forma de trabajar condiciona lo que se puede ver y lo que no», denuncia el artista plástico quien lamenta que la creación tenga, actualmente, tantos condicionantes, tanto políticos como culturales.

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