Generación I
¿Para qué sirve la literatura?
En la obsesión actual por asignar utilidades, olvidamos que la literatura no necesita justificarse: su riqueza radica en que es todo a la vez.

Varios libros en una imagen de archivo.
arantxa rufo
La pregunta parece sencilla, pero no lo es: ¿qué utilidad tiene la literatura? ¿Debe enseñar, denunciar, sanar o, simplemente, entretener? Si lees tanto como yo, seguramente hayas experimentado todas esas utilidades en un momento u otro. Una te habrá abierto los ojos a una realidad que desconocías, otra puede haberte acompañado en un momento difícil, y, por supuesto, muchas habrán sido entretenimiento puro y duro frente al mundo exterior.
Pero en la obsesión actual por asignar utilidades, olvidamos que la literatura no necesita justificarse. Su riqueza radica en que es todo esto a la vez.
Está claro que leer nos hace reflexionar. Las historias nos sitúan en otras vidas y nos obligan a mirar con otros ojos. Las obras escritas desde perspectivas históricamente silenciadas, como la literatura femenina, Lgtbi+ o las minorías culturales ensanchan nuestro horizonte, pero su valor no se limita a eso.
La literatura refleja desigualdades y denuncia injusticias. Desde Dickens hasta Steinbeck, sus páginas han servido de altavoz a quienes no tenían permiso para hablar, pero tampoco toda novela debe ser un manifiesto político, o no debería serlo. A veces, basta con que nos muestre la realidad y deje que seamos nosotros, los lectores, quienes decidamos qué opinar sobre ella. ¿Estamos de acuerdo? ¿Hay algo que no nos gusta?
¿Hay algo que podamos cambiar?
También hay lectores que encuentran en personajes o historias un espejo donde reconocerse, y hallan un alivio ante la soledad o la incomprensión. Debemos recordar que la novela no sustituye a la terapia: un libro puede ser un bálsamo, pero no una cura, y el escritor no es más que alguien que, como el lector, busca su lugar en el mundo.
Y luego está lo que nunca deberíamos minusvalorar: el entretenimiento. Porque también está bien leer para divertirnos. Una novela que nos engancha es un regalo. Si nos ayuda a pasar un buen rato, liberar la mente del estrés diario, reír, llorar, amar, luchar… entre páginas y personajes de ficción, es más que suficiente. ¿O no?
En el fondo, la literatura no tiene una utilidad única. Su magia consiste en adaptarse a cada lector y servir de distinta manera en cada momento: reflexiva a veces, sanadora, denuncia o evasión. Y, en ocasiones, todo eso al mismo.
No le pidamos ser una aspirina que nos tomamos si nos duele algo en concreto.
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