Música
El Roig Arena engrandece la leyenda de Nino Bravo
Una veintena de artistas emocionan a las 15.600 personas que asistieron a la inauguración del recinto, que se ha volcado en un homenaje a Nino Bravo y el repertorio de una carrera que se mantiene viva

Gran estreno del Roig Arena. / Eduardo Ripoll
Amparo Soria
El Roig Arena vivió un estreno soñado con el concierto ‘Bravo, Nino’, un homenaje multitudinario al mito valenciano que congregó a 15.600 personas en la inauguración oficial del recinto. La emoción se palpaba desde antes de que se encendieran las luces y se mantuvo hasta el último acorde de un espectáculo coral que reivindicó la leyenda de Nino Bravo medio siglo después de su muerte y dio cuenta de que sigue muy viva.
Miles de personas llegaron de forma escalonada a este enclave del barrio de Quatre Carreres que abrió este sábado las puertas de forma oficial con este concierto homenaje que agotó las entradas el mismo día en que salieron a la venta. Se mezcló entonces -y ahora- la emoción con la curiosidad: disfrutar de Nino Bravo y ver de cerca la gran obra impulsada y financiada por Juan Roig que ha costado 400 millones, sufragados íntegramente por él, destinado al València Basket y a la agenda cultural valenciana.
Un recinto que ha sacudido de arriba a abajo la programación musical y este sábado pasaba su primer examen. Con puntualidad inglesa, comenzaba a la hora que la organización tenía prevista: a las 20:36. Concluía una hora y cuarenta y cinco minutos después, en un espectáculo ligero y dinámico, ameno y sencillo, sin grandes ostentaciones ni pretensiones. Un buen escenario, audiovisuales de calidad, un sonido de excepción y una puesta en escena acertada, sin florituras, con un despliegue de pantallas por todo el recinto -cuatro, en total- que permitían a todo el público ver la actuación desde todos los ángulos.

David Bisbal durante su actuación en 'Bravo, Nino' en el Roig Arena. / Eduardo Ripoll
Veinte artistas con veinte registros diferentes cantando las obras más relevantes de la carrera del artista de Aielo de Malferit. El momento culmen de la noche, como cabía esperar, fue la actuación final, con todos ellos cantando al unísono 'Un beso y una flor' y un Nino Bravo cantando con ellos desde la pantalla. Para entonces, el público había abandonado ya sus asientos -dispuestos ordenadamente en la pista central- y coreaban y bailaban el himno del artista valenciano.
Hubo momentos estelares de especial emoción. Víctor Manuel interpretó 'Libre' y no dudó en besar el escenario antes de abandonarlo, arropado por un público que le mostró toda su devoción al ser coetáneo de Nino Bravo, en cuyo homenaje en 1973, después de su fallecimiento, ya participó, solo que aquella vez en la Plaza de Toros y ahora en un espacio que varios han calificado como "el escenario que se merecía Nino".
La emoción también fue palpable, con todo el auditorio en pie, con el duo entre Pablo López y Vanesa Martín al interpretar 'Cartas Amarillas' acompañados únicamente de un piano que ha estremecido a todos los asistentes. Cabe destacar que una treintena de músicos de orquesta ha acompañado a todos los artistas sobre el escenario, creando una ambientación única, con una música en directo que sonaba especialmente bien, lo que da cuenta de la inversión tecnológica hecha para este tipo de eventos. Malú lo reconoció en el 'photocall' previo a la actuación: "Durante la prueba de sonido he tenido la sensación de estar cantando en un auditorio de los americanos, es increíble cómo se escucha".
Revolución tecnológica
Además de las cuestiones más técnicas de sonido, imagen y organización, un momento especial ha marcado el ecuador del espectáculo. Eva Ferri, hija del artista, ha cantado 'Vuelve' a dúo con su padre. Primero él en la pantalla y ella sobre el escenario, pero después ella se ha integrado en el mundo audiovisual y ambos han cantado juntos esta canción tan emotiva que ha estremecido al público por lo real que parecía la interpretación conjunta.

Nino Bravo y su hija, Eva Ferri, en el homenaje del Roig Arena cantando juntos 'Vuelve'. / Eduardo Ripoll
Tanto es así que la voz y la música de los artistas eclipsaba hasta los coros que el público emitía, que solo han resaltado en las clásicas canciones de Nino Bravo. Fue precisamente Malú quien abrió el espectáculo con 'Mi gran amor', seguido por Andrés Suárez interpretando 'Noelia'. Uno de los artistas más esperados, David Bisbal, cantó 'América' con su inigualable actitud sobre el escenario, mientras que 'Mi tierra' fue interpretada tanto por Chambao como por la unión de tres grupos valencianos: Varry Brava, Guille Milkyway de la Casa Azul y Jorge Martí de La Habitación Roja.
Otra valenciana, Sole Giménez, recibió todo el arrope del público con 'Te quiero, te quiero', mientras que Marta Sánchez adaptó 'Cambiarás' a un registro mucho más pop. 'Vete' fue interpretada por Luís Cortés, mientras que Funambulista cantó 'Eres todo cuanto quiero' y el sonido flamenco de Pitingo emocionó con 'Es el viento'. La joven Sandra Valero cantó 'Amanecer' y Revólver, valenciano de adopción, hizo lo propio con 'Puerta de amor'. El aragonés Juanjo Bona, ganador de Got Talent, emocionó con 'Esta será mi casa' mientras que Miguel Poveda interpretó 'Como todos'.
Declaración de intenciones
El concierto ha sido también una declaración de intenciones para el nuevo recinto. Con un despliegue técnico impecable de sonido, iluminación y pantallas, el Roig Arena ha superado su gran prueba. La apuesta de Juan Roig quedó así confirmada: València cuenta ya con un espacio a la altura de los grandes pabellones europeos, preparado para acoger desde giras internacionales hasta citas locales con identidad propia.

Público asistente a 'Bravo, Nino' en el Roig Arena. / Eduardo Ripoll
Así lo subrayaron buena parte de los artistas que han participado, y Sole Giménez ha sido la más clara al afirmar que no era posible "que València siguiera sin tener un espacio decente para acoger grandes giras musicales; la música es todo".
Una apuesta segura
La decisión de apostar por Nino Bravo en la puesta de largo del Roig Arena no es un capricho. Es seguramente el artista por antonomasia valenciano, con una carrera corta que no hizo más que engrandecer su leyenda. Eso le convierte en una apuesta segura y así se confirmó con un público variopinto, no segmentado por estilos ni ideologías; lo mismo que buscaban desde la dirección del Roig Arena que, gracias a Universal, lo han hecho posible.
Han logrado presentar un espectáculo que pasará a la historia por la nostalgia que ha destapado en los más mayores que coreaban todas las canciones, pero también en sus hijos e hijas que les acompañaban, así como en los nietos que también se han criado con esta banda sonora. Esa convivencia de generaciones reforzó la idea de que Nino Bravo es parte del ADN valenciano, un patrimonio musical y emocional que sigue vivo y es compartido.
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