Así es 'Trinidad', el wéstern feminista rodado en Gran Canaria con Paz Vega, Gabriela Andrada y Karla Sofía Gascón

Hay un momento en un rodaje, antes de que suene el «acción», en el que todo se suspende. Una figura femenina se recorta en una calle del pueblo de Sweetwater, el nombre que cobra un reconvertido Sioux City. Lleva un sombrero de fieltro, pañuelo al cuello, abrigo largo, y probablemente, un revólver debajo de la ropa. No es Clint Eastwood, ni Terence Hill, aunque se le parezca, sino Trinidad. Así arranca otro día de rodaje en Sioux City, al sur de Gran Canaria, donde las actrices Gabriela Andrada (Pídeme lo que quieras) Paz Vega (Lucía y el sexo, El otro lado de la cama) y Karla Sofía Gascón (Emilia Pérez) ruedan Trinidad, un wéstern feminista con aire de subgénero spaghetti y corazón migrante.

El poblado turístico, construido hace décadas como escenario de rodajes de cine y reconvertido en parque temático, se ha transformado en el ficticio Sweetwater, una frontera entre la promesa y el peligro. El calor cae a plomo sobre las fachadas de madera y el silencio es denso. Todo está dispuesto para filmar otra escena de este relato sobre mujeres que cruzan el océano buscando otra vida en las riquezas de El Dorado, un guion concebido por la dupla creativa de Laura Alvea y José Ortuño. «Es una película de aventuras, de acción, ambientada en 1870», explica Ortuño. «Pero sobre todo es una historia de migración, de lucha, de supervivencia».

Protagónico de Gabriela Andrada

Gabriela Andrada interpreta a Trinidad, la protagonista que huye con su madre y su hermana pequeña María, representada por Sofía Allepuz (Rita), al sur de EE.UU y desde una España que no les deja espacio. Lo que encuentran al otro lado del Atlántico no es exactamente la tierra prometida. Ni siquiera una tierra fácil. Se enfrentan a una de las múltiples realidades del migrante, que es el desconocimiento del idioma y los intercalados de diálogos en pantalla entre inglés y español.

«El guión no nos pone en el lugar habitual de las mujeres en el wéstern», comienza Paz Vega, que interpreta a Claudia, una «madre coraje» de Sevilla. «Aquí las mujeres no estamos para que nos salven, estamos para salvar. Tomamos las riendas de nuestras vidas», subraya la estrella internacional, que vuelve al ruedo de la interpretación después de debutar en la dirección con Rita (2024) y estar nominada en los Premios Goya.

Apuesta de la productora

Detrás del largometraje está la joven productora Isii Group, que en apenas un año de vida ya ha impulsado tres largometrajes tras Cataratas, de Violeta Salama; Tal vez, de Arima León, la película sobre Pinito del Oro con Adriana Ugarte aún pendiente de fecha de estreno; y si se Normas para una página de sucesos (2024), dirigida también por Ortuño. 

Trinidad, la nueva película de cabecera de Isii Group, es su apuesta presupuestaria más cuantiosa hasta la fecha, con 14 millones de presupuesto, ocho semanas de rodaje comprendidos en Gran Canaria y Tenerife, con localizaciones naturales y sets construidos al detalle.

La jornada en el set es larga. El poblado, rebautizado como Sweetwater, se detiene en el siglo XIX. Hay caballos atados a las argollas, ventanas con cortinas raídas, una iglesia que por fuera es atrezzo y por dentro el departamento de vestuario, y el modelo de un burro descompuesto al lado de una carreta. «Hay días que tenemos 500 figurantes, caballos, especialistas… y nos preguntamos por qué no escribimos una historia más pequeña», bromea Alvea. «Pero después ves lo que estamos logrando y entiendes que valía la pena el vértigo».

Trama

Trinidad es la hija mayor de una familia española que huye de su país en busca de un futuro en el oeste americano. Andrada, una actriz nacida en el filo del nuevo milenio en Madrid, afronta este rol como protagonista de un largometraje, después de haber despuntado en series juveniles y cine independiente y quinqui como Sueños y pan (2023). Su presencia en el set es contenida, intensa. «Nunca había hecho algo así», admite antes de pasar por peluquería, maquillaje y convertirse en cowgirl. «Trinidad tiene una fortaleza que no se ve muchas veces en personajes femeninos. Es discreta, pero firme, una mujer a la que me he enfrentado poco en ficción».

Según relata, la trama le toca una fibra íntima. Su propia abuela emigró de España a México, como Trinidad hace con su familia. «Pienso mucho en ellas mientras ruedo. Esta historia tiene un eco real en mi familia».

Las chaquetas, los corsés, los pañuelos al cuello no son solo atrezzo, sino que construyen cuerpo, gesto, biografía. Karla Sofía Gascón, que interpreta a la viuda Bronson, lo tiene clarísimo. «Cuando me vi en el espejo, vestida de negro riguroso, con esa presencia casi fúnebre, entendí por dónde tenía que ir», cuenta. «Mi personaje es algo así como una Darth Vader, pero en mujer. No es exactamente una villana, pero impone».

El regreso de Karla Sofía Gascón

Gascón llega a Trinidad tras su primera gran nominación al Óscar, como Mejor Actriz por Emilia Pérez. Un momento de gloria que se desvaneció con rapidez y la precipitó a los infiernos cuando en plena carrera hacia el máximo galardón interpretativo en enero de este año, resurgieron tuits suyos publicados entre 2019 y 2021 con comentarios considerados islamófobos, racistas, misóginos, incluso despectivos hacia George Floyd, comunidades asiáticas y la propia Academia de los Óscar. 

La actriz de Alcobendas pidió disculpas, eliminó su cuenta de X y Netflix la apartó de la campaña de premios, recluyendo su imagen en nuevos materiales promocionales y cancelando su asistencia a los Goya, mientras el director Jacques Audiard se distanciaba públicamente de la controversia. «Es el primer trabajo que hago después de tres años dedicados a la última película. Yo soy la última en incorporarse y tengo que confesar que todavía estoy un poco como que no me creo que estemos volviendo a hacer este tipo de películas en España... Tenía mucho miedo de cuál iba a ser el personaje siguiente que iba a interpretar, porque tengo muchos proyectos, pero no sabía cuál iba a empezar primero. Resulta que ha sido lo que menos me esperaba», se sinceró.

Revivir el wéstern

El equipo de la película busca otorgar nueva vigencia al género wéstern, con esta aproximación feminista al spaghetti o el paella wéstern que se mira en el espejo de grandes títulos como Le llamaban Trinidad (1970). «Nosotros somos muy fans del wéstern. Estamos haciendo el cine que veíamos de pequeños», explica Ortuño. «Pero queríamos darle la vuelta a todo. Llevábamos cerca de 30 años trabajando en esto y este guion era la gran meta a la que aspirábamos, uno que escribes sin ponerte límites. Trinidad surgió y fue creciendo, siempre sin fecha de salidad». Y ahora, en este proyecto de codirreción, «usamos los recursos del wéstern, un forastero taciturno, pero los usamos desde otro sitio».

«Rodar aquí es como hacer realidad las películas que soñábamos de niños», asegura Alvea. Ese sueño, sin embargo, tiene raíces firmes. «No queríamos renunciar a nada. Este guion se hace como fue escrito, o no se hace», recuerda Ortuño. Y así ha sido, sin concesiones.

Trinidad se ha rodado íntegramente entre Gran Canaria y Tenerife, esta última como enclave de la salida de los personajes de Vega y Andrada desde Huelva hacia América. Con un presupuesto de 14 millones de euros que se palpa en el nuevo look del Sioux City, decorado de otras ficciones como la serie de Prime Video, Zorro (2024).

Exteriores e interiores se han rediseñado bajo las directrices artísticas de Adolfo Rodríguez como director de producción. La escenografía del molino de plástico o el bar del poblado y la casa del sherif son algunos de los ejemplos que se han remodelado acorde a una estética más avejentada y no tan colorida como la que mantenía el parque.

Hasta la figuración, en su proceso de caracterización con vestimenta de época como vecinos de Sweetwater, se transforman «ensuciándose los dientes y las uñas». Poco queda para el realismo dentro de un rodaje, como señala Lydia Palencia, directora de producción del conglomerado, en una escena nocturna recrearon la mismísima luna con una grúa de 65 metros subida a un cajón.