Fundaciones para proteger la arquitectura contemporánea

Un repaso al tejido de instituciones que guardan, divulgan y son catalizadoras e impulsoras de las ideas del sector

Sede de la Fundacion Foster en Madrid.

Sede de la Fundacion Foster en Madrid. / El Día

Desde las Islas Canarias, donde el horizonte se funde con el océano y la arquitectura dialoga —a veces— con la brisa atlántica, pero otras veces crea construcciones que le dan la espalda al mar por pura dejadez de quien, debiendo hacerlo, no se paró a pensar qué estaba haciendo. Pues desde las Islas, para mejorar y saber de verdad lo que es o no la buena arquitectura de calidad, hoy invitamos a abrir todos la mirada a lo que ocurre en otros lugares del mundo y, explorando solo un detalle del estado de la cuestión de enseñar y divulgar lo mejor para facilitarnos a todos el aprender a mirar lo que nos rodea.

Afortunadamente existe un maravilloso tejido de instituciones que han marcado la historia de la arquitectura contemporánea. No son simples guardianes de proyectos, planos, documentos, sino catalizadores de ideas, impulsores de un pensamiento que no se detiene y sobre todo divulgan la mejor arquitectura, que es el arte que queramos o no invade las vidas de todos los ciudadanos del planeta porque nos tropezamos con la arquitectura en cada calle, cada esquina.

Ejemplos

La Fundación Le Corbusier, con su Villa Savoye en Poissy como mejor ejemplo pues demuestra la esencia de la arquitectura moderna: el espacio fluye sin interrupciones, la luz es un material más y la relación con el entorno es casi filosófica.

En Barcelona, la Fundación Mies van der Rohe mantiene vivo el Pabellón de Barcelona, donde el mármol, el agua y el acero conforman un poema minimalista que sigue hipnotizando a quienes lo recorren.

La Fundación Frank Lloyd Wright protege Fallingwater (la casa de la cascada en español), esa casa emocionante que desafía la gravedad sobre una cascada en Pensilvania, creando una integración perfecta entre naturaleza y arquitectura de calidad. Mientras tanto, la Fundación Bauhaus Dessau mantiene la escuela que reinventó la enseñanza de la arquitectura, donde cada línea y cada sombra respondían a un propósito claro y que por fin ahora también está empezando a cuidar el legado femenino que no fue valorado en los años 30.

Impacto social

Arquitectura Sin Fronteras trasciende el concepto clásico de arquitectura al enfocarse en proyectos donde construir significa transformar vidas. Desde viviendas en comunidades rurales hasta escuelas en zonas afectadas por desastres, su trabajo recuerda que el diseño tiene una responsabilidad social.

La fundación Hábitat para la Humanidad extiende su misión por el mundo, permitiendo que miles de familias accedan a un hogar digno, demostrando que la arquitectura no es solo estética, sino refugio y esperanza.

Innovación y educación

La Norman Foster Foundation sigue la línea futurista de su fundador. La Torre Hearst en Nueva York, con su estructura de acero, ejemplifica el compromiso de Foster con la sostenibilidad y la innovación. Su fundación impulsa el pensamiento vanguardista en urbanismo y tecnología. Mientras tanto, la Fundación Arquitectura Contemporánea mantiene una presencia vibrante, acercando la disciplina a la sociedad con publicaciones y proyectos que desafían la percepción tradicional del espacio urbano.

Con nombre de mujer

No hay aún muchas fundaciones con nombre de las grandes arquitectas que ha dado la humanidad a través de los siglos. La Fundación Fidas visibiliza a arquitectas que han definido el paisaje construido. Lina Bo Bardi nos dejó el SESC Pompeia en São Paulo, un espacio que reinventa la relación entre comunidad y arquitectura con una crudeza sincera. Denise Scott Brown transformó la teoría arquitectónica con Learning from Las Vegas, cuestionando las formas y los símbolos de la ciudad contemporánea. Frida Escobedo, con su Serpentine Pavilion, demostró cómo la arquitectura puede jugar con la luz y el tiempo, creando espacios que respiran con el entorno.

La Fundación Zaha Hadid impulsa su visión inconfundible, audaz, futurista, dinámica y revolucionaria, esa donde avanzó con pasos de gigante transformado las tradicionales las líneas rígidas que son reemplazadas por curvas dinámicas. El Centro Heydar Aliyev en Bakú es la manifestación perfecta de su enfoque: un edificio que parece moverse, que fluye como una extensión del paisaje. A través de colaboraciones con instituciones educativas y culturales, la fundación asegura que su forma de entender el espacio no se pierda, sino que evolucione.

Cada una de estas instituciones no solo protege la arquitectura, sino que la reinterpreta, la empuja hacia nuevos horizontes. Desde este rincón atlántico, donde la arquitectura lucha contra el viento y juega con la luz del océano, no podemos sino mirar hacia estos guardianes con la certeza de que el futuro que está por construirse de manera más acorde a nuestros paisajes insulares, se tiene que (nos va la vida en ello) diseñar y, sobre todo, se puede y se debe imaginar y hacerse realidad con más altura de miras.

Abogada y Doctora en Arquitectura. Investigadora del equipo Air Lab de la Universidad Europea.

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