La gran novela inacabada de un romántico

Ve la luz ‘El visionario’, en la que Friedrich Schiller, autor fascinado por el misterio, explora la racionalidad y la superstición en medio de las tensiones, el libre albedrío y la manipulación

La gran novela inacabada de un romántico

La gran novela inacabada de un romántico

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

El visionario, la novela inacabada de Friedrich Schiller, se publicó como un serial entre 1787 y 1789. El texto cobra aún mayor relevancia editorial al unirlo Montesinos a la controvertida continuación que de él hizo de manera disparatada Hanns Heinz Ewers en 1921, de mayor extensión que el original y que, ante la naturaleza de su repercusión crítica, el propio Ewers tuvo que defender incluso antes de ver la luz.

Pero vayamos con El visionario, que Schiller elucubró, perfiló y no remató. Podemos empezar diciendo que la novela, única de su carrera, se inscribe en un momento crucial de su producción y con ella es capaz de anticipar futuras reflexiones filosóficas y políticas. Fragmentado, el texto tuvo un impacto significativo en la literatura posterior por su capacidad de agitar en el mismo vaso el misterio con la especulación racional, y por su influencia en la ficción gótica y la novela filosófica, que posteriormente tendría un auge importante en el mundo anglosajón, con títulos como El castillo de Otranto, del inglés Horace Walpole.

El visionario nace de la idea de un autor fascinado por el misterio, lo sobrenatural y las tramas conspirativas, en una época marcada por la Ilustración y el florecimiento de las sociedades secretas. Explora la racionalidad y la superstición en medio de las tensiones, el libre albedrío y la manipulación. Es la historia de un joven príncipe alemán que viaja a la Venecia de Cagliostro y se ve envuelto en un juego de engaño e ilusión que orquesta una de esas sociedades secretas que entonces empezaban a proliferar. Calles oscuras y máscaras enigmáticas son el escenario idóneo para el tránsito narrativo de Schiller, que mezcla elementos góticos, filosóficos y políticos.

En la primera parte, el autor perfila el carácter de su protagonista: un hombre asistido por la razón víctima de las seducciones. El encuentro con un ser misterioso e inquietante marca el inicio de un viaje que pondrá a prueba su capacidad para discernir la realidad del engaño. En el segundo libro crece la tensión y es arrastrado a acontecimientos cada vez más inquietantes, donde los límites entre la realidad y la visión se vuelven borrosos por medio de engaños y apariciones misteriosas que desafían la lógica. Según avanza la lectura, aumenta el suspense.

Como tantas otras obras inconclusas El visionario deja demasiadas preguntas sin responder sobre el destino del protagonista y el verdadero significado de los acontecimientos narrados. Pero lo que no se puede obviar es que la novela inacabada del dramaturgo romántico más importante de Weimar, junto con Johann Wolfgang von Goethe, aborda algunos de los asuntos centrales en el pensamiento y la cultura ilustrada de la época, a partir de ese contraste entre ilusión y realidad, uno de los elementos clave. En una Europa a punto de cambiar para siempre, El visionario representa muchas cosas a la vez. Por un lado, significa la primera gran obra del gótico alemán que inspiró imitaciones y secuelas no autorizadas, fundadora de un género, la novela conspirativa y de las tramas de las sociedades invisibles. Es también un libro político que investiga cómo la manipulación de un solo hombre puede desestabilizar a todo un país, y un tratado filosófico que sostiene que el poder no actúa sobre el intelecto racional sino sobre la imaginación. Se trata en definitiva de una novela ilusionista, poblada de charlatanes y magos, en la que la verdad nunca es lo que parece.

El protagonista está dividido entre lo que percibe y lo que realmente sucede, obligado a cuestionar la validez de sus sentidos y la posibilidad de que el mundo esté construido sobre una ficción orquestada por fuerzas ocultas. Refleja a la vez el debate de la Ilustración sobre la razón y la superstición, en un tiempo en el que la fe en el progreso y la racionalidad choca con las sombras de la tradición y de lo desconocido.

La manipulación y el poder cobran igualmente su papel. A lo largo de la narración, el príncipe se convierte en víctima de un sofisticado mecanismo de control de una sociedad secreta que parece querer conducirlo hacia un destino preest’ablecido. El peligro del engaño se cierne sobre el individuo, que intenta resistir a las fuerzas que mueven la conspiración y la paranoia, en un futuro asuntos troncales literarios de la ficción moderna. El mérito de Schiller es haber abierto el camino que otras novelas famosas trillarán más tarde, incorporando elementos góticos y sobrenaturales, escenarios oscuros, apariciones enigmáticas y figuras siniestras para crear una sensación de incertidumbre y de amenaza constante. Puro thriller en medio de una imperecedera duda ilustrada. Incipiente e inconclusa obra maestra, que no solo por serlo deja sin responder tantas preguntas como plantea.

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