Entrevista | Guillermo González Músico

Guillermo González: «La música en Canarias no tiene nada que envidiar a la que se hace fuera»

El pianista tejinero regresa a su municipio natal para recibir el reconocimiento de sus vecinos, que han querido honrarle por su 80 cumpleaños

Entrevista al músico lagunero Guillermo González

María Pisaca

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

La Laguna

A sus 80 años, Guillermo González se ha convertido en uno de los máximos exponentes del piano en Canarias. De origen tejinero, ha desarrollado gran parte de su carrera en la Península y ha llevado su música y conocimiento por todo el mundo, realizando una encomiable labor para dar a conocer la música española en países como China, donde ha ofrecido importantes clases y conciertos a lo largo de las últimas décadas. Desde hace 25 años, la escuela municipal de música de La Laguna lleva su nombre y por eso esta semana el centro ha organizado una exquisita velada musical en el Teatro Leal para honrar la figura de Guillermo González. A través de la música y de sus propias vivencias, alumnos, profesionales de las Islas y el propio maestro del piano han reflexionado y disfrutado con lo que mejor saben hacer: ponerle buena música a la vida.

¡Qué bueno tenerle por Tenerife! Después de tantos años de viajes y trabajo, volver a casa y hacerlo para que le rindan homenaje debe ser gratificante.

Siempre es un placer para mí estar en mi isla. Ya llevo 60 años viviendo fuera pero nunca he perdido el vínculo porque aquí he pasado algunas de las épocas más brillantes, tanto de mi vida como de mi carrera.

Tras el homenaje que le hicieron esta semana con motivo del 25 aniversario de la Escuela de Música de La Laguna, ¿ha tenido tiempo para reflexionar sobre su dilatada carrera?

No he tenido mucho tiempo para pensar, pero sí que salió a relucir que, tras visitar tantos lugares a lo largo de mi vida, puedo asegurar que en Canarias existe un ambiente especial en el sector de la música. Aquí existen muchas cosas de forma natural que no están presentes en otros sitios. Hay personas que consideran que si se es músico clásico, se tiene que ser siempre, pero yo empecé haciendo folías, porque cada vez que oigo una bien cantada, se me cierra la garganta de la emoción. Los Sabandeños, por ejemplo, cuentan con unas voces formidables y no han tenido que irlas a buscar a ningún otro sitio porque en Tenerife existe algo verdadero en ese sentido. Además, por parte de las administraciones, durante mucho tiempo, ha existido un interés real en potenciar las orquestas, las bandas, la formación… En este ámbito, Canarias no tiene nada que envidiar a otros lugares. Y no hablamos solo de los conservatorios, de los auditorios o de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, sino que además están las escuelas, las rondallas, el Carnaval… Lo único que nos falla, pero yo confío en conseguirlo algún día, es una federación de coros.

Tras muchos viajes, puedo asegurar que en Canarias existe un ambiente especial en el sector de la música

Su carrera profesional ha transitado entre la docencia y la interpretación. ¿Se queda con alguna de las dos facetas en particular?

Yo inicié mi carrera ofreciendo conciertos pero no era un músico brillante. La presión poco a poco me iba haciendo tocar cada vez menos y por eso probé con la enseñanza. De ahí volví a ser pianista solista porque se dieron las circunstancias. Al final he podido encontrar un equilibrio entre la interpretación, la docencia y mi vida personal.

A lo largo de su carrera precisamente ha llevado la música española, en la que ha centrado su carrera y que tanto le gusta, a lugares como Asia, donde se ha convertido en todo un embajador de los ritmos nacionales.

En realidad, eso surgió a través de un alumno mío, que me dijo que en el Conservatorio Central de China estaban interesados en que yo diera algunos conciertos. Estando allí me propusieron dar algunas clases. Tuve la suerte de entrar en China por la puerta grande y a partir de ese momento han surgido otros muchos proyectos, porque a mí me encanta estar proponiendo cosas siempre.

Efectivamente, porque ese mismo proyecto también lo ha llevado hasta América.

Y a Australia también. Siempre he pensado que existen muchas cosas que se pueden hacer porque he visto todo lo que hemos sido capaces de hacer desde Canarias, y todo eso quiero exportarlo a otras partes del mundo, como por ejemplo, los conciertos para escolares que se han hecho durante mucho tiempo en Gran Canaria.

Guillermo González

Guillermo González / María Pisaca

Gran parte de su carrera investigadora ha estado centrada en la figura del compositor y pianista Isaac Albéniz. ¿Qué supone para usted este músico?

A mí siempre me han gustado las causas perdidas [risas]. Yo empecé tarde a trabajar la obra de Isaac Albéniz porque grabé por primera vez Iberia cuando tenía 50 años. Me parece que es un músico absolutamente sublime y, en cierto modo, menospreciado. Cada vez estoy más convencido de que es por una especie de vendetta nacionalista, porque se trata de un catalán haciendo música española. Cuando yo empecé a estudiar su composición, tenía obras secuestradas, pero pudimos editar esa partitura, sobre todo para que todo el punto tenga ahora la posibilidad de acceder a ella. Precisamente me han llamado traidor por haber puesto al alcance de todos su música pero es que todo el mundo tiene derecho porque no se puede permitir que alguien haga una falta en su música solo porque no tiene acceso a una partitura.

Su nombre vuelve a sonar para optar al Premio Canarias, a pesar de que ya cuenta con una amplia lista de reconocimientos nacionales. ¿Qué sentiría si finalmente se lo conceden?

Me hace sentir muy contento pero como ya se ha comentado algunas veces antes, no me voy a poner triste si al final no sucede. Como dice, tengo muchos otros reconocimientos, como el Premio Nacional de Música, pero es cierto que sienta bien que me reconozcan en mi tierra porque, además, creo que he trabajado todo lo que podido a favor de estas Islas, que siempre he tenido tan presentes. Porque se trata de una tierra muy importante, que ya estaba presente en el mapa de Ptolomeo. Si me lo conceden, me daría pena no poder celebrarlo con mis padres y hermanos porque lo hubieran disfrutado muchísimo, pero lo recibiría con mucho gusto. Y si no, sigo sonriente porque todo lo demás me lo han dado.

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